Sergio García (68) saca su mejor juego y termina a lo grande en Chambers Bay

La relación de Sergio García con los torneos del «Grand Slam» es muy especial. Desde que jugó el primero como profesional en el Open Británico de 1999 hasta el momento no ha dejado de jugar en ninguno, lo que supone una espectacular marca de 64 consecutivos. Además, ha estado seis veces en el podio (cuatro veces subcampeón y dos tercero) y en dos ocasiones disputó el desempate por el título . En este Abierto de los Estados Unidos tampoco inaugurará su lista de «salmones», pero ha vuelto a demostrar que tiene alma de ganador. Tarde o temprano caerá un «major» en su zurrón.

Pese a no estar cómodo en ningún momento en Chambers Bay («el campo es el que es y los "greens" están como están, no hay que darle más vueltas» declaró resignado tras la primera jornada), ha sabido tirar de recursos cada uno de los días hasta completar un concurso digno de todo crédito. El jueves se mostró agresivo y no le acompañó el resultado (70), mientras que el viernes jugó en las peores condiciones de la semana y estuvo a punto de no superar el corte (75). Sin embargo, el sábado volvió a sacar su mejor juego y, de no ser por un inoportuno «bogey» en el hoyo 14 habría acabado el día con una espectacular tarjeta de tres bajo par. Al final, tuvo que contentarse con otro 70.

De cara a la última ronda de un grande, cuando se comienza desde la mitad de la tabla a nueve golpes de la cabeza, se pueden hacer dos planteamientos. O dejarse llevar y abandonarse ante las escasas opciones de éxito o luchar hasta la extenuación para darle la vuelta a la tortilla. Y la casta del levantino le llevó a optar por esta segunda vía. Firmó «birdies» en los hoyos 1, 8 y 9 que le metieron entre los veinte primeros y con opciones de rematar un gran fin de semana. El «putter» funcionó como en sus mejores épocas y por fin se encontró cómodo en este «links» , un tipo de campo que a él le encanta (ganó el «British» Amateur en Muirfield). Y, aunque pinchó en el 17, negoció bien el agujero de cierre y entergó una tarjeta de 68 golpes que le devolvieron la moral y le reconciliaron con este torneo. Llevaba quince vueltas consecutivas sin bajar del par y ya iba siendo hora de cambiar la tónica.

Después del mal sabor de boca del pasado Masters , este Open Estados Unidos le reconcilia con su juego en el mejor momento: de cara al Open de St. Andrews del próximo mes de julio.