Las cinco claves del triunfo de Contador

Alberto Contador cierra el círculo de un excitante viaje que comenzó hace cuatro fines de semana, el 9 de mayo, en San Remo. Es su séptima victoria oficial en una gran ronda por etapas, aunque él siempre cuenta nueve: incluye el Giro 2011 y el Tour 2010, que perdió en los laboratorios por el positivo de clembuterol. Al menos cinco razones han contribuido al éxito del español en este Giro.

Madurez. Ha mostrado serenidad en los momentos complicados, como el pinchazo antes del Mortirolo o la crisis que sufrió subiendo el Finestre. Lejos de dejarse llevar por el pánico, actuó con calma mientras las pulsaciones de su corazón subían como la espuma.

Mentalidad de patrón. No ha habido otro jefe de la carrera. Contador ha sido la referencia total para los equipos favoritos. Desde el primer día, la etapa quinta en que se colocó como líder, ha ejercido un férreo control de la carrera, en los días de llano, media montaña y en los Dolomitas.

Poco equipo ante el Astana. El Astana ha sido muy superior al Tinkoff en el potencial de sus corredores. Si había un grupo de destacados, había al menos cuatro o cinco astanas. Salvo Kreuziger y algún día Rogers, los otros compañeros de Contador han estado por debajo del nivel de su líder. A Ivan Basso apenas se le ha visto.

La contrarreloj. Fundamental en su éxito. Sin ella, Mikel Landa podría haberle hecho mucho daño. Le aventajó en cuatro minutos después de doblarle. Desde hace años, Contador se esmeró en mejorar en esta disciplina, que históricamente siempre ha sido más decisiva que la montaña. También en el Giro 2015.

Las caídas. Por su afán de no cortarse y correr al frente del pelotón, Contador sufrió dos caídas en dos llegadas al sprint. Se le salió el hombró y se hirió en una pierna. No suele tener carreras cómodas el madrileño. Siempre le pasa algo. Esta vez también se ha sobrepuesto a la adversidad.