Fútbol Americano

Silas Nacita, el sueño roto por dejar de mendigar

Sancionan a un joven jugador universitario de fútbol americano que aceptó ayuda de unos conocidos para no dormir en la calle

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Emilio V. Escudero

El deporte universitario en Estados Unidos tiene reglas muy estrictas para evitar que haya tratos de favor y los mejores atletas acaben siempre en las universidades más ricas. Está prohibido cualquier tipo de regalo que facilite la incorporación del deportista en cuestión, como ocurría hace años, cuando coches, casas y demás prebendas ayudaban a «convencer» a los grandes talentos. Una forma más de equilibrar los campeonatos.

Estas reglas se han llevado por delante el sueño de Silas Nacita, un joven californiano que ha mantenido en vilo a medio país con su tremenda historia de superación que ha visto su punto y final por culpa de una de estas «ayudas» que no admiten excepciones, ni siquiera en casos extremos como el suyo.

De dormir en una zanja en la carretera, Nacita pasó a jugar en los Bears de Baylor

Hace un año y medio, Silas Nacita reflexionaba en su camino de vuelta a casa. Fracasado, sin haberse adaptado al frío en Cornell, meditaba cómo sería su vida de nuevo en su casa en Bakersfield. El chico más popular del Instituto, capitán y estrella del equipo de fútbol americano y del de lucha libre, volvía sin haber triunfado en la Universidad que le abrió las puertas. La única que se había podido permitir con sus ahorros. Un lugar alejado de su hogar en el que se sintió perdido desde el primer día. Experiencia fallida que le obligó a volver a California.

Ese camino de vuelta no fue uno más en la vida del joven Nacita. Durmió en un pasillo de un hotel en El Paso, en una zanja junto a la carretera en Nuevo México, en la parte de atrás de una camioneta e incluso en el asiento trasero de un destartalado coche de los 70. Viajó caminando y en autostop. Lo hizo con el estómago vacío. Siempre con las mismas dudas, disipadas cuando a mitad de trayecto alzó la vista y se encontró con el imponente Sun Devil Stadium, donde el equipo de Baylor tenía que disputar el «Fiesta Bowl», uno de los partidos más importantes del fútbol americano universitario.

Aquella imagen cambió para siempre la vida de Silas. «¿Por qué no voy a cumplir mi sueño?» . Buscó responder la pregunta en las puertas de Baylor. Allí se plantó para intentar conseguir una plaza en la Universidad y enrolarse en el equipo de fútbol americano. Intento fallido, no por su expediente académico (extrañamente bueno para lo que suele ser habitual en los grandes atletas universitarios), sino por la falta de apoyo económico.

Del cielo al infierno

Los bancos le dieron la espalda y en casa, donde su madre trabajaba para sacar adelante a sus tres hermanos, tampoco le pudieron dar apoyo. Su relación con ella, además, estaba rota desde que su padre murió por culpa de una enfermedad cuando él tenía solo 16 años. Todo estaba en contra de Silas, que volvió a dormir bajo las estrellas. Aquella noche, comenzó un diario en el que cada día escribió la misma meta. El mismo objetivo: «Jugar en el equipo de fútbol americano de Baylor». Era septiembre de 2013. Se puso en pie y comenzó a construir su sueño.

Como no tenía dinero para comprar los libros, hacía fotos con su móvil para poder estudiar

De la nada, Silas consiguió un trabajo de doce horas en un restaurante de comida rápida y se matriculó para seguir sus clases a distancia. No quería perder el ritmo lectivo, pero tampoco dejar de ganar dinero. Sus ahorros crecieron y sus notas le abrieron las puertas de una beca para el siguiente año. Baylor le abrió las puertas y Art Briles, el técnico del equipo de fútbol americano, también. Por fin era un miembro de los «Bears», pero no tenía nada qué llevarse a la boca ni donde dormir. Por no tener, no tenía ni dinero para comprarse los libros, así que los pedía prestados o se iba a la biblioteca, donde hacía fotos con el móvil a las páginas para poder estudiarlas despúes.

De sofá en sofá, comiendo gracias a sus amigos y durmiendo a veces en la calle, «Salsa Nacho» -mote que le quedó por culpa de un autocorrector a la hora de escribir en Twitter su nombre- encontró alivio cuando unos «conocidos» le cedieron un apartamento donde poder vivir. Un gesto que iba a convertirse en su condena aunque no lo supiera.

Baylor le cree fuera de las normas

Meses después de su primer entrenamiento con los «Bears», Nacita disputaba la «Cotton Bowl» en Dallas sobre un césped similar al que veía en el horizonte solo meses antes, cuando divisaba a lo lejos el Sun Devil Stadium. Fue su punto álgido con Baylor antes de las vacaciones. Un descanso que, en su caso, se ha convertido en pesadilla.

«Salsa Nacho» no jugará más con el equipo de Baylor. El departamento encargado de velar por el cumplimiento de las reglas en la universidad le ha declarado fuera de las normas por considerar que aquella ayuda para dejar de ser un «mendigo» era ilegal.

Aunque en un principio se pensó que había sido la NCAA (la Asociación Nacional del Deporte Universitario) la que le había impuesto la sanción, ha sido el propio jugador el que ha acatado el castigo . «Dije que los que me habían ayudado a dejar la calle eran amigos cercanos de mi familia, pero era un término engañoso. Lo son ahora, pero entonces solo conocía a uno de ellos. Eran meros conocidos cuando me ayudaron. Entonces, no pensé que estuviera haciendo nada inapropiado, pero ahora sé que fue un error», asumió el jugador, que podrá seguir estudiando en Baylor, pero sin jugar al fútbol . Adiós al sueño de adolescente y todo por haber buscado un lugar decente donde dormir.

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