Escandaloso robo a Talavante en Zaragoza

El presidente le niega incomprensiblemente la segunda oreja tras una de las mejores faenas del año

Escandaloso robo a Talavante en Zaragoza fotos: FABIÁN SIMÓN

andrés amorós

No me gustan los titulares sensacionalistas ni dar protagonismo al presidente de una corrida pero lo de esta tarde, en Zaragoza , rebasa con mucho lo habitual y lo admisible. Con un gran toro, el único toro de verdad, fuerte y encastado, Talavante cuaja una faena extraordinaria, redonda, completa, que enloquece justamente al público; al matar, se vuelca sobre el morrillo, la espada queda arriba, acierta con el descabello... y el presidente le niega la segunda oreja: ¡increíble! Se podía discutir la justicia del rabo; las dos orejas eran evidentes. ¿En qué se ha basado para no darlas? No logro entenderlo y, con toda serenidad, sin ningún apasionamiento, me parece absurdo . (Algo parecido le sucedió, el jueves, al novillero Ginés Marín). ¿Creerán que saben más por mostrar esa severidad? Valle-Inclán diría: por ponerse «estupendos»...

No me gusta que cada diestro se apunte a una ganadería : así, se evita el sorteo, un elemento básico. Tampoco entiendo que López Simón elija la de Vellosino, que tan flojo juego dio en la Feria de Otoño.

Devuelto el primero por flojo, al sobrero del Pilar apenas le pican pero flojea, dura muy poco. Talavante está correcto, mata con facilidad. En una costalada, de salida, el tercero se descoordina. El segundo sobrero, del Puerto de San Lorenzo es otra birria y él falla con los aceros. Pero el quinto, serio, empuja en el caballo: magnífico, como tantas tardes, Trujillo, con los palos. Comienza Talavante con una arrucina , liga muletazos emocionantes al único toro de la tarde que embiste con fuerza y movilidad, comiéndose la muleta. Faena brillante, completa, a un gran toro. Estocada volcándose, a toma y daca, y descabello. (La gente, feliz, canta: «¡Que viva España!») .

El segundo, altito, cerrado de pitones, embiste con suavidad, hace floja pelea en el caballo. Saluda Domingo Siro. El toro flojea pero es noble. López Simón comienza haciendo el poste; mejora al bajarle la mano, muy quieto y templado , metido entre los pitones. Ha conectado con la gente, aunque había muy poco toro. Mata a la segunda: oreja. El cuarto, alto, rebasa los 600 kilos, pero también flojea. Apenas lo castigan pero queda corto. Alberto, muy seguro, aguanta sin moverse las embestidas claudicantes. Vuelve a matar a la segunda (su punto flaco). El sexto flaquea en varas, se apaga mucho, cae varias veces. López Simón se queda quieto, muletea con suavidad, se pega un arrimón que impresiona pero no tiene el toro para competir con Talavante. Mata muy caído.

Olvidemos el disparate presidencial: queda el recuerdo de una de las grandes faenas de la temporada.

Postdata. La gran noticia de la Feria del Pilar ha sido el «No hay billetes» del primer día (algo que no sucedía desde hace años): un éxito indudable de la empresa. Los buenos carteles, la atención al Tendido Joven y la llamativa campaña de publicidad han ayudado, pero lo más importante es que Zaragoza, de nuevo, ha apostado por la Fiesta. Junto a eso, la emocionante reivindicación de la libertad para los aficionados catalanes y Baleares, el ambiente de expectación y los éxitos de varios diestros: Talavante, Urdiales, El Juli, Padilla, Luque, Varea, Juan del Álamo, el heroico Rafaelillo. Sin cortar la segunda oreja, Talavante ha confirmado su dimensión de figura; Ginés Marín va a serlo. La Fiesta no se acaba; en Zaragoza, sin duda ninguna.

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