Morante de la Puebla: de oftalmólogo a goyesco bicolor
Más genialidades: se ha disfrazado de lince, ha ejercido de topógrafo y ha regado la plaza
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12345El oftalmólogo
Alicante, 21 de junio de 2012. Monumento a la torería del artista sevillano. Así lo contó Rosario Pérez en ABC: «Imposible torear más despacio que Morante. El de La Puebla del Río rompió todos los moldes y devolvió la libertad de la pasión con un «Libertador» por el que pocos apostaban. José Antonio tuvo fe en el toro, apostó e incluso se atrevió a citarlo en la distancia. Valor, arte y profundidad. Tres en uno, sin mentiras ni aditamentos, y no como esos productos que se venden en el mercado. Agarró una estocada fulminante y la plaza se pobló de pañuelos y algarabía. La faena era de dos orejas del mismísimo Madrid (vale, el torete, no), pero el presidente debió creer que se la iban a cortar a él y escondió un pañuelo. Bronca monumental al concederle sólo una.
Genio y figura Morante: entre los aplausos del público pidió unas gafas al mozo de espadas y se las lanzó al señor usía, que dio la impresión «de no ver bien». Ya se sabe, ojos que no ven, corazón que no siente, porque lo de ayer fue puro sentimiento y verdad de aquí a la Antártida. ¿Y la oreja? La tiró con desprecio en un arrebato».
«Bienaventurados los ojos que vieron a Morante», se título la crónica abecedaria. Para los que no lo vieron... Pasen a consulta del oftalmólogo de La Puebla.
El regador
La Feria de Hogueras de Alicante fue testigo de otra genialidad de Morante. Ocurrió este año, el 23 de junio, cuando Morante -que oyó una bronca en su primero y saludó en el cuarto- sorprendió a todos cogiendo la manguera y regando la plaza durante la merienda. «Salen a hombros El Juli y Talavante. Las figuras están encantadas con «el toro que se deja»: una horrible expresión, que expresa con fidelidad lo que hemos visto esta tarde (y muchas más). En el descanso, Morante ha regado la arena con una manguera. Dentro de unos días, quizá es lo que más recordemos, de esta corrida», escribió Andrés Amorós.
Y tituló: «Una manguera para el recuerdo».
El topógrafo
Solo toreó una tarde este año en Las Ventas, el 27 de mayo. Madrid es una plaza que pesa a cualquier torero, y a Morante le incomoda mucho el desnivel del ruedo. El de La Puebla se presentó esa mañana que toreaba en la misma arena y cual topógrafo indicó cómo rebajar el montículo. Se rebajó y allanó el piso, pero...
Luego la tarde del cartel estrella, con El Juli y Sebastián Castella de compañeros de cartel, sería para la figura francesa, que desorejó un gran toro de Alcurrucén tras una inolvidable faena.
«Sebastián Castella, tan jabato como Jabatillo», tituló Andrés Amorós su crónica isidril.
Lince ibérico
Morante de la Puebla sorprendió a niños y mayores al acudir disfrazado de lince ibérico en una de las paradas de su Tour. Fue a finales de julio en Huelva, en vísperas de Las Colombinas, donde formó un auténtico alboroto y repartió sonrisas entre los más pequeños: «Lo he hecho para que los niños se rían un rato. Pero lo cierto es que me siento como un lince, en peligro de extinción ante las amenazas a la Fiesta», dijo el genio sevillano.
El torero de La Puebla del Río no para de causar sorpresas dentro y fuera de los ruedos: lo mismo coge una manguera para regar la arena, como hizo en la Feria de Hogueras de Alicante, que se enfunda el terno de topógrafo para rebajar la pendiente del ruedo de Las Ventas. O se viste de lince...
De goyesco bicolor
La última «genialidad» ocurrió este sábado en la tradicional corrida Goyesca de Ronda. Todas las miradas se dirigieron a Morante de la Puebla, vestido con un atuendo sui generis: la chaquetilla era carmín con adornos blancos y la taleguilla de color turquesa con pasamanería azabache. Un terno bicolor.
Escribió Amorós: «Morante da la nota con un vestido goyesco estrambótico: chaquetilla carmín, con hilo blanco, y taleguilla turquesa, con hilo negro. Es un contraste muy chocante: a un bromista le recuerda la camiseta azulgrana...»
El sevillano pecharía con el peor lote y, pese a dejar estampas torerísimas, se marchó a pie, mientras que sus compañeros, Manzanares y Cayetano, lo hicieron por la puerta grande.