Triunfan la maestría de Ponce y la entrega de Fandiño en su mano a mano en Francia
Ambos salen a hombros en Mont de Marsan
![Triunfan la maestría de Ponce y la entrega de Fandiño en su mano a mano en Francia](https://s3.abcstatics.com/Media/201507/26/hombros--644x362.jpg)
Tarde algo triunfalista la celebrada el viernes en la ciudad francesa de Mont de Marsan, que, sin embargo, no defraudó a un público totalmente entregado con Iván Fandiño, que volvió por sus fueros con un triunfo de tres orejas, y Enrique Ponce, que confirmó su maestría con dos trofeos.
Cinco toros de Victoriano del Río y un sobrero -el cuarto- de Juan Pedro Domecq, bien presentados y manejables en distintos grados.
Enrique Ponce: oreja tras aviso, vuelta al ruedo tras aviso y oreja tras aviso.
Iván Fandiño: oreja tras aviso, ovación y dos orejas.
Los dos toreros salieron a hombros envueltos por el entusiasmo general y acompañados por el mayoral, algo que pareció exagerado.
La plaza rozó el lleno en los tendidos, en una tarde en la que molestó el viento.
El primer toro de Ponce fue algo contrahecho, alto y bonito de cara, con movilidad de salida, bravo en la primera vara que tomó desde veinte metros, noble, pero justo de fuerzas. Faena pulcra y limpia del valenciano por ambos pitones, seguida con verdadera religiosidad por el público.
La espada caída y algo atravesada, dos descabellos y un aviso no impidieron la concesión de la oreja, ni la petición de vuelta para el toro.
En segundo lugar le tocó a Ponce un toro de embestidas exigentes, al que impuso su oficio y su dominio. Mató regular, y el premio se quedó en una vuelta tras aviso.
Después de sobarlo mucho, Ponce metió en su muleta al deslucido quinto y consiguió sacarle más partido de lo que parecía poder ofrecer. Otra vez mató de aquella manera, pero era lo de menos para el público que pidió otra oreja, sinónimo de puerta grande.
El primer toro del lote de Fandiño, siendo bueno mientras duró, no tuvo la calidad del primero de Ponce. Fandiño lo toreó bien de capa en una faena larga y algo esforzada, en la que lo mejor fueron tres tandas por el pitón derecho, con hondura y firmeza. La espada tardó en surtir efecto y Fandiño escuchó un aviso, lo cual no impidió la concesión de una oreja.
El cuarto se inutilizó de salida y fue sustituido por un soso sobrero de Juan Pedro Domecq, que duró poco y al que Fandiño sacó todo el partido posible sin llegar a alcanzar el nivel deseado.
Frente al sexto, Fandiño echó toda la carne al asador, recibiéndole de rodillas primero, antes de cuajar una faena de entrega y valor en el centro del ruedo. Mató a la segunda y cortó las dos orejas, algo generosa la que dio la presidenta por su cuenta.