López Simón, por la Puerta Grande con las infalibles armas de siempre
Con entrega, valor y toreo serio, se convierte en el primer matador en salir a hombros en San Isidro
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Por primera vez, abre la Puerta Grande, en la Feria, un torero de a pie: un diestro relativamente modesto, López Simón. Ya lo había logrado, sin poder disfrutarlo, el 2 de mayo. Esta tarde, se gana del todo al público, jugándosela de verdad, con valor sereno, sin trampa ni cartón; lo mismo en el tercero, un manso manejable, que en el muy complicado sexto. Además, sabe lo que hace y ha mejorado en su estilo: ya torea más natural, menos rígido que hace un par de años, cuando tomó la alternativa. Los tres diestros, que no son de primera fila, dan una tarde francamente entretenida. David Galván muestra sus buenas maneras; Víctor Barrio, su valor estático. Los toros de Las Ramblas, muy serios, tienen un juego desigual: manejables, los tres primeros; con muchas complicaciones, los otros tres.
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Muchos profesionales elogian el buen estilo del gaditano David Galván, que ha sufrido ya percances graves. (Fue tremendo el de Jaén, en octubre del 2013: a portagayola, fue arrastrado muchos metros, por el brazo derecho). El primero de esta tarde se llama «Tableado» (un nombre de falda o blusa, creía yo), es manejable pero flojo. El diestro aprovecha las nobles embestidas, se luce en muletazos templados, con gusto, deslucidos por las caídas de la res. Prolonga la faena, con parsimonia, recibe un aviso antes de entrar a matar (un vicio actual, que repite en su segundo enemigo). Sufre una voltereta y mata bien. El cuarto, que brinda a sus compañeros, cabecea, embiste como dormido hasta que pega el derrote, es muy complicado, acaba rajado. David se muestra aseado y pasa un quinario para matarlo, pegado a tablas.
Brindis a Perico Delgados
El segoviano Víctor Barrio triunfó este año en Valdemorillo y el Domingo de Resurrección, en Las Ventas. Recibe al segundo en el centro, muy quieto; improvisa un farol de rodillas. El toro es noble pero flojo, cogido con alfileres, y le cuesta cogerle el temple. Logra una buena estocada pero la res se amorcilla. En el quinto, incierto y complicado, se lucen Briceño, en varas, y Jarocho, con los palos. Brinda a su paisano Perico Delgado. Víctor aguanta, se justifica con valor pero no impone su mando. Tiene personalidad pero creo que abusa de hacer el poste.
El tercero se llama «Diablo»: no es para tanto pero sí impresiona por sus pitones, casi alirados; es manso pero se mueve mucho, se duele en banderillas. López Simón lo llama de largo, aguanta mucho, liga bien las encastadas embestidas. La faena no es perfecta pero tiene emoción y mérito. Estocada a toma y daca, de valiente: una oreja. El sexto luce también dos velas muy serias. Mueve bien el caballo y mide el castigo Tito Sandoval. El diestro está firmísimo: aguanta con los pitones en el pecho, emociona al público por su valor consciente, auténtico. Aunque pincha una vez, la gente exige la oreja: triunfal salida a hombros.
¿Es tan difícil Las Ventas como algunos dicen? López Simón se la ha ganado con las infalibles armas de siempre: entrega, valor y toreo serio. Merece que lo vean también en otras Plazas.