El camelo de los toros «toreables»
Garrido toma la alternativa de manos de Ponce y Castella
![El camelo de los toros «toreables»](https://s2.abcstatics.com/Media/201504/23/garridos--644x362.jpg)
Toros de tres ganaderías (Parladé, Juan Pedro y El Pilar) y, salvo el último, con movilidad y genio, todos los demás resultan desesperantemente flojos y descastados. En Las Ventas, el escándalo hubiera sido mayúsculo. El público sevillano tiene otra psicología, mucho más paciente; el riesgo es que, así, se las den todas en el mismo carrillo.
En los últimos tiempos, escucho a ciertos ganaderos que hay que buscar la «toreabilidad». Gramaticalmente, es un pleonasmo; taurinamente, un engaño. No pedimos la «jamoneidad» del jamón: se fabrican jamones, mejores o peores, para que los comamos. Las ganaderías deben intentar criar reses bravas (¡vaya obviedad!). Lo de los toros «toreables» es una trampa para no decir manejables, fáciles, cómodos, que «se dejen» (¡horrible expresión!). Así sucede lo de esta tarde: un espectáculo plúmbeo, sin el menor interés, con el público deseando huir de la Plaza para ver el fútbol por televisión. En el quinto toro, se escucha una voz: «Os vais a cargar la afición». Me permito corregir: no es futuro sino presente, ya se la están cargando.
Han salido dos sobreros (lo que manda el reglamento). Podrían haber salido varios más. Salvo el último, de Juan Pedro, todos los demás han carecido por completo de fuerza y casta: tres de Parladé (2º, 3º y 5º), uno más de Juan Pedro (1º), uno del Pilar (4º).
Un dato más: la corrida ha durado tres horas justas. Es un verdadero disparate. La lidia se prolonga ahora con una lentitud exasperante. Todas las tardes escuchamos avisos antes de que el diestro entre a matar: un error. Se equivocan los profesionales que demandan libertad para alargar las faenas, al modo mexicano. En un espectáculo en directo, la duración es esencial, puede determinar el éxito o el fracaso. La regla de oro es la frase de Joselito a Blanquet: «Un capotazo y fuera».
Comencemos por el toricantano (como decían los revisteros) Garrido. La temporada pasada, fue el líder de los novilleros, abrió la Puerta del Príncipe y mató con éxito seis novillos en la Feria de Bilbao. Debía haber tomado la alternativa en Olivenza, su tierra. Acierta la empresa sevillana al darle la oportunidad (como a Borja Jiménez y Lama de Góngora). En una tarde tan adversa, muestra valor y entrega, se gana así al público. El primero de Parladé es devuelto tardíamente: además de cojo, es una bíblica estatua de sal. El primer sobrero, de Juan Pedro, merece el nombre de «Fariseo»: flaquea, se derrumba, queda corto, cabecea, se para. Garrido brinda a su padre, aguanta con decisión y oficio pero sin posible brillo. El último, de Juan Pedro, también flaquea al comienzo pero derriba y se viene arriba: se mueve mucho, con genio, vuelve rápido. La faena es valiente pero embarullada, se producen desarmes, falta mando. Se salva por pelos el diestro de un percance. Mata con decisión y el público, agradecido, pide la oreja, no concedida.
Segunda y última corrida de Ponce en esta Feria y nuevo desastre ganadero. El segundo, de Parladé, renquea de atrás, claudica, se queda corto. El diestro está aseado, tranquilo, traza derechazos y el toro se derrumba: ¡qué desesperación! Se para a mitad de los muletazos. Y, esta vez que no ha logrado faena, sí lo mata bien. El cuarto, de Parladé, muy flojo, es sustituido por un sobrero del Pilar, alto, que embiste a media altura, sin celo alguno. Ponce se muestra correcto y fácil (¡cómo no!), apunta su maestría en algún muletazo pero la res va y viene, sin emoción alguna, como un carretón movido por un enclenque. Así acaba su Feria. Puede quejarse de su mala suerte pero también puede elegir otras ganaderías.
En su única actuación, a Castella le toca el tercero, de Parladé, un bondadoso colaborador, al que pica bien Josele. Sí se mueve pero flaquea. Cada vez que cita, ha de llamarlo cuatro o cinco veces: ¿cómo va a haber emoción? Cuando se para del todo, aguanta con valor pero pincha varias veces y mal. En el quinto, de Parladé, se luce el picador Doblado y el banderillero Chacón, que saluda. Sebastián comienza con sus habituales pases cambiados, en el centro del ruedo. Parece que va a haber faena pero el toro se raja escandalosamente, huye, barbea a tablas: todo queda en nada.