Finito de Córdoba: «No estoy de acuerdo con el precio de las entradas de los toros»

El torero lamenta la desunión del sector: «Hay cinco que están a un nivel muy alto, otros quince que podemos vivir de esto y un 70% que no pasa de cinco paseíllos»

Finito de Córdoba: «No estoy de acuerdo con el precio de las entradas de los toros» ROLDÁN SERRANO

v. m.

¿El nuevo Fino? A Juan Serrano «Finito de Córdoba» se le adivina una segunda juventud que quizá no sea más que la prolongación de la primera. Es un torero veterano, reputado en el escalafón, que mantiene su particular aroma taurino, que mantiene su esencia en la forma artística. Sigue sintiéndose puro gracias a un estilo propio y ahora más refinado en cuanto a técnica. Porque la veteranía es un grado. El torero de El Arrecife, en cambio, parece otro sin dejar de ser el mismo. Y lo parece por muchos motivos. El principal, porque ha cambiado de vida, que no de estilo de ella. Continúa siendo el de siempre pero ahora maneja sus situaciones, personales y profesionales, amparándose en la perspectiva que le deja su propia experiencia.

Juan ha sido un niño que ha crecido demasiado rápido porque a los artistas no se les enseña a vivir. Por eso ahora es más consciente de lo que ha conseguido. Así lo demuestra cuando se habla con él. Su vida ha variado. Después de haber residido en Córdoba, de haberse trasladado a Madrid, ahora ha vuelto a casa. «Por calidad de vida», apunta. Desde el pasado septiembre, ha instalado su residencia en Córdoba. Sus hijos están escolarizados aquí. Con ellos se presenta a esta entrevista, la primera que concede tras fijar su nueva residencia.

«El sector está muy desunido. De los 1.700 registrados, apenas 100 pueden vivir de ello»

Su mujer siempre ha dicho que es «un gran padre». No hace falta más que verlo. Su hija Lucía, casi una mujer, lo mira con admiración mientras escucha las respuestas a sabiendas de que no tiene un padre cualquiera. Su hijo Juan Rodrigo ejerce de niño. Es despierto e inquieto. Juan habla con ellos con temple. Confía mucho en su hija mayor porque sabe cuidar de su hermano. Se les ve felices. En Córdoba pueden desarrollar actividades que en Madrid no practicaban por cuestión de tiempo. En la jornada en la que se produce la cita, el torero regresa de montar a caballo. Ha estado toda la tarde con sus hijos. Se hace interesante ver cómo compagina sus aficiones con ellos, cómo mima su paternidad. En la entrevista, se atreve a hablar de todo. Se muestra ilusionado y expectante. Acaba de concluir una nueva temporada que deja atrás con veintiséis paseíllos entre los producidos en España, Francia y el continente americano. Ha sido un año interesante donde han sucedido cosas tremendamente imprevistas.

-Han ocurrido sucesos antes nunca vistos. Y me refiero a su incomparecencia en Córdoba, a esa conferencia de prensa que ofreció… No toreó en su tierra.

-Es una espina que tengo clavada. Que se haya consentido o que se le haya permitido a un gestor de una plaza que haya tenido semejante trato con una afición, con una ciudad, con la propiedad de la plaza, con los toreros… Me parece patético. Para mí ha sido tremendamente duro. Una empresa que, además, se ha ido casi sin dar explicaciones.

-Se le nota dolido.

-Y fíjese que lo avisé. Se lo dije incluso a los propios compañeros. Pero, en ese sentido, no vi unión ni apoyo. Como expliqué, iba viendo que se acortaba mi plazo (en alusión a la negociación con la empresa) y que la historia no se resolvía. Si me hubieran tratado de manera caballerosa, nunca hubiera entrado en detalles. Pero me obligaron a hacerlo, a dar esa rueda de prensa porque me sentí traicionado.

-¿Esas cosas se pueden perdonar?

-Puedo llegar a perdonar, pero no olvido. Con cualquier persona que haya tenido un problema me puedo dar un abrazo y volver a hablar de nuevo. Pero tiene que saber rectificar. Si no rectifican, no me vale. He dejado de actuar en mi tierra y eso duele. Ha sido un mal trago.

-Pero, ¿volverá a torear en Córdoba?

-Volveré a torear, por supuesto. Tengo esa ilusión y las mismas ganas.

-Hablando de la plaza, por curiosidad, ahora que se busca a un nuevo gestor para Los Califas, ¿usted se ha planteado alguna vez ejercer de empresario como han hecho otros compañeros?

-No he pensado en ello del todo, aunque se me pasa por la cabeza. Estando en activo, en cualquier caso, no es fácil. No sería sencillo que la gente lo encajara y lo aceptara. Tiempo habrá… Una vez decida descansar, quizá.

-Habla del futuro descanso , ¿está cerca?

-No lo sé. De momento, estoy muy feliz y me siento con fuerza. Siempre digo que el día que no me vea capaz con el toro bueno, ese día tendré que plantearme dejarlo.

-Acaba de concluir una temporada donde ha actuado en ocho plazas de primera y en nueve de segunda, de un total de veintiséis paseíllos. Ha cortado trece orejas y un rabo. ¿Qué balance hace?

-Muy bueno para mí. Se sabe que el número de corridas, el volumen de festejos, ha decrecido. Estoy muy satisfecho porque ha habido tardes de éxito. He afrontado los compromisos con mucha ilusión y me he visto muy capacitado. Me he preparado mucho.

«El día que no me vea capaz con el toro bueno, ese día tendré que plantearme dejarlo»

-Da la sensación de que se le ve, en ese sentido anímico, mejor que nunca.

-Coincide, sí, con lo me suele decir mucha gente en la plaza. Quizá sea la ilusión. Cuando uno se encuentra bien, nota así el calor de la gente. Veo ese respeto de la afición, de los profesionales. Y tengo salud, que es lo más importante.

-¿Con qué se queda de la campaña?

-Pues tuve una tarde muy importante en Madrid. La de otoño. Fue sin presión y me tocó un toro que me permitió dar quince muletazos. Sentí ese respeto de la gente. Me aceptaron y dejaron expresarme. Y las dos tardes de Nimes, las más importantes desde que voy a Francia.

-Allí la Fiesta se contempla de una manera diferente. ¿Hacia dónde cree que va el toreo en España?

-Siendo sincero, lo veo complicado si seguimos así. En nuestro país están mal casi todos los sectores, pero el ámbito del ocio es uno de los más afectados por la crisis. Necesitamos reestructurarlo de alguna manera. Hay que reunir al sector y corregir los errores.

-Matíceme.

-No estoy de acuerdo con los impuestos que se pagan. Son muy elevados. Tampoco con el precio de las entradas. El sector, además, está desunido. Si somos dos centenares en el escalafón, hay un grupo de cinco que están a un nivel muy alto, otros quince o veinte que podemos vivir de esto y disfrutarlo de alguna manera, pero más del setenta por ciento del escalafón apenas pasa de cinco paseíllos al año. ¿Qué pasa con ellos? Con esas cuadrillas, con ese personal. De los mil setecientos registrados del sector, apenas cien pueden vivir de ello. Algo está pasando.

-Desde luego, por el panorama que dibuja, no es como para hacerse ilusiones…

-Es una profesión que nos debemos al día a día. Vivimos así. Podemos tener un día la ilusión por las nubes y en poco tiempo por los suelos… Por eso es muy importante no dejar de tener unas disciplinas. Por eso, en mi caso, prefiero disfrutar del momento.

«Simón Casas y yo tenemos una reunión pendiente. Ahora mismo estoy con él»

-En su trayectoria, con un cuarto de siglo sobre el albero, echando la vista atrás, ¿ha conseguido lo que se propuso? ¿Ha alcanzado ese reto que se fijó, si es que tuvo alguno?

-Nunca me fijé ningún reto concreto. Es ahora cuando de verdad me lo propongo. Tengo el reto de disfrutar con mi profesión, de vivir de ella. Con el paso de los años, he adquirido una madurez. Trato de no amanerame, de no coger vicios feos, de expresarme con la máxima naturalidad posible. En una primera etapa, casi no te daba tiempo a vivir. El reto era torear y torear, de sumar el máximo número de actuaciones. Ahora, no. Ahora disfrutas cuando los toros te responden y te sientes orgulloso por entenderlos, por torear con esta edad. Antes no eras consciente de la importancia que eso tenía. Ahora sé donde me encuentro cada día, en cada lugar. Detecto la importancia de cada tarde. De cómo suceden las cosas.

-¿Qué relación mantiene con su apoderado, va a continuar con Simón Casas?

-Tenemos pendiente una reunión en fechas venideras . Ahora mismo estoy con él. Y le estoy muy agradecido por todo lo que ha hecho por mí. En lo personal y lo profesional, ha creído en mí. Se ha hecho cargo de una carrera, la mía, que no era la de un novel. De repente, él decidió bajarse diez escalones para agarrase a un veterano. He ido muy bien acartelado con él.

«Puedo llegar a perdonar, pero no olvido»

-¿Se exige ahora igual que antes?

Me exijo mucho más que antes. Tengo más tiempo para prepararme. Antes era todo más rápido. No paro. Eso ha permitido que, durante la temporada haya vivido momentos donde me he notado a un gran nivel. Me he olvidado de mi cuerpo toreando y eso es gracias a la preparación.

-Una preparación que ahora, más que nunca, lleva a cabo por tierras del sur. ¿Cuál ha sido el motivo por el que ha vuelto a vivir en Córdoba?

-Por calidad de vida. Viví cinco años en el centro de esta ciudad. Luego he estado otros doce viviendo en el centro de Madrid. Y ahora, mi mujer, mis hijos y yo tenemos la idea de construir nuestro hogar aquí. He sacrificado mucho mi vida, por mi profesión. Quiero vivir aquí. Los tentaderos, la mayoría los hago por el campo andaluz. Las vacas, por el clima, aquí en invierno son distintas a las de las tierras del norte. Mi gente. Son muchos motivos.

-¿Ha notado ya el calor de la gente?

-Mucho. Es sumamente bonito. Aquí vivimos unos años maravillosos donde había fervor, admiración, fanatismo… Eso era bonito, pero también incómodo. En serio, no era fácil llegar a un sitio y que te vieran de aquella manera en esas circunstancias. Lo agradezco mucho, que conste. Ahora es diferente. Ahora detecto mucho respeto, la admiración, el cariño. Estoy muy agradecido. A mi familia, a mi mujer, a mis hijos les encanta estar aquí. Hacemos cosas que en Madrid no podíamos realizar por los desplazamientos. Estamos muy satisfechos de la determinación que hemos tomado.

-Y nada más llegar, pregonero de la Semana Santa. ¿Ha preparado algo?

-Me llena de responsabilidad. Es un compromiso muy fuerte. Quiero mostrar mi máximo agradecimiento y admiración por ello. Aún no he preparado nada. Cuando vaya llegado el momento… Aún es pronto.

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