CRÍTICA DE TEATRO
«La última boqueá»: la isla menguante
La sala Cuarta Pared presenta la obra escrita y dirigida por Selu Nieto
Se perciben ecos de la épica desvencijada y la carcajada agónica de La Zaranda en la impronta estilística de la compañía Teatro a la plancha , y más al fondo, el latido de la memoria ritual de Tadeusz Kantor , y todavía más adentro, la lucidez esperpéntica del Valle-Inclán de «Las galas del difunto» y «La rosa de papel». Como comedia de velatorio se define en el programa de mano de la función «La última boqueá», una tragedia que da risa mientras sus personajes viajan en espiral hacia su consumación, como si los arrastrara el vértigo pringoso de un sumidero.
«La última boqueá» (***)
Autor y director: Selu Nieto. Vestuario: Margarita Ruesga. Iluminación: Guillermo Jiménez. Espacio escénico: S. Nieto
M. Ruesga y Carlos Villarreal. Intérpretes: María Díaz
Una taberna miserable , un fiambre momificado, su verrionda viuda que lo echa de menos y dos amigos, uno de ellos el dueño del local, predispuestos siempre al penúltimo brindis a la memoria del finado, al tiempo que la isla donde se encuentran va menguando. « Las penas hay que enterrarlas o te acaban enterrando a ti», es el lema de este infinito velorio de la cochambre que se repite en un bucle cada vez más deteriorado. Impactante metáfora de las cegueras rituales que nos conducen hacia el precipicio mientras vaciamos una vez más las copas de la penuria disfrazada de juerga. Buen trabajo de texto, dirección e interpretación de Selu Nieto , acompañado por María Díaz y Manuel Ollero «Piñata» en esta parranda terminal.