CRÍTICA DE TEATRO
«Triunfo de Amor»: el amor todo lo vence
La compañía Nao D'Amores celebra en el teatro de La Abadía su decimoquinto aniversario
![Üna escena de «Triunfo de Amor»](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/1899/12/30/triunfo-amor--620x349.jpg)
«El Amor todo lo vence» (Omnia Vincit Amor) era la cita de las «Bucólicas» de Virgilio elegidas en principio como pórtico de este primoroso y divertido montaje con el que la compañía Nao d’amores celebra sus primeros quince años de singladura por los mares de la escena. Un título estupendo y acorde con el contenido de la función, pues Juan del Enzina , autor de los textos y las músicas que componen este espectáculo, tradujo al castellano las también llamadas «Églogas» del escritor latino; pero tampoco es malo el elegido, «Triunfo de Amor», de idéntico sentido y que además alude a una composición de Enzina para los esponsales del Príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos .
«Triunfo de Amor» (****)
Espectáculo a partir de textos y músicas de Juan del Enzina. Dramaturgia y dirección: Ana Zamora. Arreglos y dirección musical: Alicia Lázaro. Espacio escénico: David Faraco. Coreografía: Javier García Ávila. Iluminación: Miguel Ángel Camacho y Pedro Yagüe. Vestuario: Deborah Macías. Intérpretes: Sergio Adillo
Javier Carramiñana
Considerado como el gran iniciador del teatro español y muy popular en su época, Juan del Enzina (1468-1529) fue poeta, cantante, músico, autor teatral, viajero, funcionario de cortes ducales y papales, y sacerdote tardío, ya que se ordenó talludito, pasada la cincuentena, en 1519, para cantar su primera misa en el monte Sinaí , lugar en el que no puede negarse que confluyan la significación religiosa y el empaque escénico. Murió diez años después en León como prior de la catedral. Antes dejó una obra que si bebe de lo medieval se asoma ya al Renacimiento, alternando lo religioso y lo profano y hasta permitiéndose intervenciones de deidades paganas como ocurre en la « Égloga de Plácida y Vitoriano », donde Mercurio hace revivir a una enamorada muerta tras suicidarse por haber sido abandonada.
Esa pieza es la tercera del espectáculo, completado por «Égloga en requesta de unos amores», porfía entre un pastor y un escudero por los favores de una pastora, y «Égloga de Cristino y Febea», en la que Amor logra que un pastor abandone su vocación eremítica. Ese alado Amor, ciego y turulato, sirve de conexión entre las tres historias que Ana Zamora ha cosido y dirigido con inteligencia, humor y encanto para redondear un montaje precioso, bien pautado y empaquetado con mimo, y en el que suenan un órgano, un salterio, bajones, flautas, gaitas y chirimías armoniosamente acompasadas por Alicia Lázaro . Muy bonitos la escenografía de David Faraco , un gran biombo de pórticos y cortinas que forman diversos espacios, y el vestuario de Deborah Macías . Y formidable la interpretación de ese machihembrado de músicos y actores –da gusto oírles hablar en un fragante castellano antiguo, donde se nota la mano de Vicente Fuentes – que componen Nao d’amores.