«Milagro en casa de los López»: Mihura es para el verano
Llega al teatro Reina Victoria esta obra del dramaturgo madrileño, protagonizada por Nuria González y Nacho Guerreros

Miguel Mihura es para el verano; como las bicicletas. El dramaturgo madrileño, uno de los grandes genios de la comedia española del siglo XX, es un autor al que se recurre frecuentemente para cubrir las carteleras veraniegas. Sucedió hace tres temporadas con « Maribel y la extraña familia », bajo la dirección de Gerardo Vera , y también arrancó en el período estival la producción de « Milagro en casa de los López » que, nuevamente en verano, sube el miércoles próximo al escenario del centenario teatro Reina Victoria.
Manuel Gancedo , director del montaje, se refiere a « Milagro en casa de los López » como «el secreto mejor guardado» de Miguel Mihura. Se estrenó en Barcelona en octubre de 1964, con Mari Carmen Prendes, Pedro Porcel, Ángel Terrón y José Sazatornil . Cuenta la historia de Mercedes y Jerónimo, un matrimonio acomodado que vive, desde diez años atrás, encerrado en su casa sin salir a la calle, y cuya vida es ver la televisión y beber martinis. Fantasean con recibir huéspedes, y de repente, sin explicación alguna, aparece un huésped; su llegada será el detonante para una serie de situaciones disparatadas.
Nuria González y Nacho Guerreros -que regresa al teatro después de una década centrado en la televisión- encabezan el reparto, que completan Juan Antonio Molina, Maika Jurado, Ana Mayo y Nacho del Valle .
«Un magnífico primer acto -escribió el crítico de ABC con motivo de su estreno en Madrid, en febrero de 1965-. Con gran fidelidad a su teatro, Miguel Mihura inicia “Milagro en casa de los López” haciendo correr paralelas sus dos constantes predilectas: la ternura y el humor». Tras deshacerse en grandes elogios hacia la «agilidad del diálogo y la oportunidad del sarcasmo », sobre la altura del texto y «el maravilloso mundo mágico que crea», el crítico enfría su entusiasmo. «Y viene el segundo acto. Y en él la desilusión».
Manuel Gancedo reconoce que «esta obra tiene probablemente el mejor primer acto que escribió Miguel Mihura y el peor segundo acto. Pero el propio autor lo reconoció». Aun así, asegura el director que la obra «es brutalmente actual , y vi en ella grandes posibilidades de adaptación, porque su espíritu esencial sigue vigente». Sin perder ese espíritu, Gancedo ha cambiado una «razón, muy peregrina, de ese segundo acto, y lo he llevado a una clave actual. También he eliminado un personaje que aparece en el segundo acto. Y creo que ha quedado dinámico, con el ritmo y la vida que Mihura le dio». Esta pieza es, concluye, «el Mihura más enigmático y absurdo presentado ante el público de una manera tan distinta y envuelta en un aire de modernidad que a él mismo, estoy convencido, le divertiría por absurdo y arriesgado y le dejaría satisfecho en su butaca de palco».