María Pagés escribe «Una oda al tiempo»
La coreógrafa sevillana presenta su nuevo trabajo, una reflexión sobre el paso del tiempo, en los teatros del Canal
«El río me arrebata y soy ese río. / De una materia deleznable fui hecho, / de misterioso tiempo. / Acaso el manantial está en mí. / Acaso de mi sombra / surgen, fatales e ilusorios, los días». Estos versos del argentino Jorge Luis Borges constituyen el principio poético de «Una oda al tiempo», el nuevo espectáculo de María Pagés , que se estrenó ayer en los teatros del Canal después de ver la luz en Albacete hace unos meses. «Es una reflexión sobre el tiempo y la contemporaneidad -explica la bailaora y coreógrafa-; no existe nada contemporáneo si no está en constante diálogo con la tradición».
Con dramaturgia y textos de El Arbi El Harti , «Una oda al tiempo» lo componen doce episodios, asentados sobre doce palos flamencos -tonás, seguiriyas, soleá, alegrias, vidalita, peteneras...-, con uno de los habituales cócteles musicales que suele realizar María Pagés, y donde el flamenco de su músico de cabecera, el guitarrista Rubén Levaniegos , se entremezcla con autores como Chaikovski, Vivaldi o Händel. El vestuario, revela la bailaora, está dominado por el gris.
El espectáculo, presidido por un péndulo que es al tiempo luna, sol o reloj, atraviesa las cuatro estaciones. «Yo estoy en el otoño; hay aún mucho tiempo, pero no queda ya tanto...», reflexiona María Pagés. A pesar de este comentario y del color dominante del vestuario, dice la bailaora que no es un trabajo pesimista . Sí hay en él, reconoce, una preocupación social y política. «La política nos organiza la vida, y es en este sentido como se refleja esta preocupación. El arte refleja lo que está pasando, y es evidete que no vivimos los mejores tiempos. Hay desilusión ; también por la democracia, que tanto nos esperanzó. Ya no la vemos como un ideal, está cansada, pero no solo aquí en España». Y sigue la creadora con otra reflexión: «el ser humano ha dado la espalda a la Naturaleza, la ignora, cuando sin ella no es nada».
Y por encima de todo, el tiempo, « el enigma de la existencia , pero también la clave, la sustancia y el reto -escribe El Harti-. Tiempo de nacer, tiempo para el amor, tiempo de desamor, tiempo de la juventud, de la pasión y el entusiasmo, tiempo del aprendizaje y la sabiduría, tiempo de la melancolía que anuncia las inminentes transformaciones , tiempo de guerra, tiempo para la trascendencia y la esperanza».
A juzgar por las palabras de María, este es un espectáculo teñido por su momento vital -todos lo son, pero algunos de manera más evidente-. «Una oda al tiempo» es una obra de madurez en la que la coreógrafa reafirma su credo artístico: el «necesario diálogo con la memoria». «En la coreografía está presente desde el flamenco más “primitivo” hasta ese flamenco “hospitalario” , que acoge otros estilos, otras músicas y otras culturas y las lleva a su terreno. «La coreógrafa continúa -escribe El Harti- su diálogo permanente con la memoria del baile flamenco, que constituye su propia memoria. Lo hace de manera serena y sin tabúes para extraerle su mejor savia e interpretarla desde su singularidad y su modo de ver y concebir el baile, la coreografía y el espectáculo flamencos. Para María Pagés la tradición ha sido siempre su fuente y su ágora . No concibe el arte fuera de la incesante escucha y observación de la herencia cultural, creada a fuerza de genio y perseverancia por todos los que se han dedicado a él».
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