CRÍTICA DE TEATRO
«Alma y cuerpo»: luz y sombra
El Teatro Español presenta dos espectáculos que enfrentan a Santa Teresa con Emily Dickinson, y a Charles Baudelaire con Luis Cernuda
En este espectáculo dividido en dos entregas, José Manuel Mora se embarca en una estrategia de aproximaciones, complicidades y confrontaciones entre cuatro universos poéticos. En el primer combate, «La habitación luminosa», son dos mujeres, Teresa de Jesús y Emily Dickinson , quienes enhebran sus visiones y experiencias del amor sublimado (el místico y el platónico) en un ámbito de claridad embriagadora. Versos encendidos, próximos, a veces de temperaturas gemelas, mientras esperan a que se abra la puerta ante la que aguardan. Y en el segundo, «La hora oscura», son dos hombres, Luis Cernuda y Charles Baudelaire , quienes se asoman en casa de este último, en un tiempo sin tiempo, a las simas del deseo y el turbador poder sombrío de la poesía. La honda serenidad en carne viva del poeta sevillano frente a la turbulencia provocadora del francés, en un espacio ominoso, acuciado por una fantasmal zoología de taxidermias.
«Alma y cuerpo» (****)
Textos de Teresa de Jesús
Emily Dickinson
Se dibujan así dos caminos divergentes, el ansia de luz y la pasión por la sombra, que conducen al mismo lugar donde lo elevado y lo profundo se unifican, pues, como escribió Miguel de Unamuno , «tinieblas es la luz donde hay luz sola». Un hermoso e intenso entramado de palabras directas al corazón que Carlota Ferrer lleva a escena con una dirección imaginativa y estimulante, erizada de sugerencias, hallazgos y soluciones inteligentes.
Hermosas y tan etéreas como carnales, Irene Escolar y Silvia Abascal son, respectivamente, la santa de Ávila y la tímida poeta de Amherst, acompañadas por el taconeo nervioso de Olga Pericet , que encarna a la Muerte, y las evoluciones de Paloma Díaz , el Alma. Diego Garrido , que canta aquí como ángel vestido de blanco y con blancas alas, en la segunda entrega se pasa al lado oscuro como ángel negro con alas del mismo color. Jose Coronado , un licencioso Baudelaire de verde melena y postreros aires de Joker, y Helio Pedregal , como el torturado Cernuda, mantienen el vibrante pulso que vertebra el último tramo de este díptico de espectáculos, con el bailarín Carlos López como huidiza manifestación del Deseo.