Habrá «Más apellidos vascos» hasta el mes de enero

Después de triunfar en su primera temporada, la obra de Gabriel Olivares volvió ayer al Teatro Marquina, donde seguirán haciendo «humor territorial» hasta el año que viene

Habrá «Más apellidos vascos» hasta el mes de enero JOSÉ RAMÓN LADRA

JORGE S. CASILLAS

Algo debió funcionar muy bien en la primera temporada de «Más apellidos vascos» para que la obra de Gabriel Olivares volviera ayer al Teatro Marquina de Madrid . Regresó renovada, pulida con respecto a sus primeros meses en taquilla y mejorando aquellos puntos de «humor territorial» que tanto éxito les generó. Como en la primera temporada, Leo Rivera y Rebeca Valls darán vida a una extraña pareja formada por un ertzaina y una Policía Nacional.

Alrededor de esta singular historia —que nada tiene que ver con la película «Ocho apellidos vascos» —, se desarrollarán otras ocho tramas secundarias ideadas para reírse de uno mismo en un ejercicio de lo más saludable. «Va a ser una versión 2.0 en toda regla», asegura Leo Rivera . «Hemos potenciado lo que funcionaba, hemos quitado lo que menos funcionaba y tenemos una obra mucho más dinámica». «Ha quedado mucho más redonda», añade Rebeca Valls .

Ya lo decía Woody Allen

Si algo bueno ha traído «Ocho apellidos vascos» y todos los productos (televisivos y teatrales) que han nacido a su alrededor es cómo han normalizado el hecho de reírse de uno mismo. Hasta hace no mucho, llevar al cine o el teatro chistes de vascos habría sido incómodo, casi conflictivo. «No sé si era Woody Allen el que decía que “Comedia es tragedia más tiempo”», comenta Carlos Heredia , otro de los actores del reparto. «Y hay cosas que cuando están en efervescencia resulta más difícil reírse de ellas. Pero cuando consigues reírte es que algo se ha transformado».

Esa sensación de normalidad la experimentaron también lejos de Madrid , en Pamplona , donde hicieron tres funciones bastante exitosas el pasado mes junio. «A la gente del norte les encanta reírse de ellos mismos», explica Leo Rivera . «Además, en Pamplona cogían cosas que aquí no las pillaban, como algún que otro chiste que era muy local».

Uno de los principales atractivos de la función está en ver cómo los cuatro actores que forman el reparto — Leo Rivera, Rebeca Valls, Carlos Heredia y Cecilia Solaguren — consiguen interpretar a una treintena de personajes, con su vestuario, su acento y su personalidad propia.

—Creo que esto fue lo peor que llevamos cuando estrenamos en enero —explica Rebeca Valls .

—Nosotros ensayamos —añade Cecilia Solaguren —, pero si no tienes alguien que te recuerde dónde tienes que ir... Lo pasas mal.

Muchos de estos cambios de ropa se suceden en apenas cinco segundos. «Ahora nos sobran tres», dicen, después de varios meses en taquilla, pero cada función se juegan mucho detrás del escenario. «Son cambios de entrar por un lado y salir por el otro. Y hay que cambiar de vestimenta completa, de pies a cabeza, si se te olvida un zapato... Tela», cuenta Leo Ri vera.

Los límites del humor

El reparto asegura que todas las críticas que han recibido han sido positivas. Incluso un ertzaina que fue a ver la función les explicó la manera correcta de colocarse el traje. Ese el gran éxito de «Ocho apellidos vascos» y todos sus derivados, que han conseguido unir el norte y el sur a carcajadas, sin hacer escarnio y conociendo los límites de lo gracioso y lo mordaz. «Parece que el humor solo existe desde quien lo hace», argumenta Cecilia Solaguren , que cree que el humor, como el amor, debe ser cosa de dos. «Pero si yo hago una broma salvaje y aquí no se ríe nadie seguramente la broma no haya sido buena».

Habrá «Más apellidos vascos» hasta el mes de enero

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