Festival de Salzburgo: «La bodas de Fígaro», en casa del padre
El miércoles se contabilizaron las doscientas cincuenta representaciones de esta obra desde 1922
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«Las bodas de Fígaro» es un título referencial en el Festival de Salzburgo. El miércoles se contabilizaron las doscientas cincuenta representaciones desde 1922. Tiene, por tanto, un valor simbólico importante la presentación este año, en la Haus für Mozart, de una nueva propuesta escénica firmada por Sven-Eric Bechtolf , director artístico interino del festival en sustitución de Alexander Pereira. En ella participa Dan Ettiger, arrollador talento de la dirección musical cuya carrera debe mucho al apoyo y consejo de Daniel Barenboim.
Bechtolf presentó el año pasado un polémico «Don Giovanni» frente al que estas «Bodas» son un antídoto. Situada en una mansión de la campiña inglesa en el arranque de siglo XX, el enredo se desarrolla «arriba y abajo», dentro de una casa de muñecas que sucesivamente se focaliza hacia el dormitorio de la Condesa, el sótano y la cocina donde se celebran las bodas entre Fígaro y Susanna, Bartolo y Marcelina, y el invernadero en el desenlace del equívoco. La riqueza escenográfica, la calidad del vestuario de Mark Bouman , el movimiento incesante, la entretenida gestualidad marcan el carácter de una producción en la que es fácil ver sentido común y decoro.
También lo tiene la versión musical de Dan Ettinger, responsable de una viva lectura cuyo carácter vistuosístico debe mucho a la presencia de la Wiener Philharmoniker . Prontitud y experiencia que se traslada al reparto. De un lado, los veteranos Ann Murray, Franz Supper y el español Carlos Chausson, que hace un Bartolo de antología, ya en la recta final de su carrera. En el otro extremo, el corpulento Fígaro de Adam Plachetka, el carismático Conde Luca Pisaroni y el ufano Cherubino de Margarita Gritskova .
Quedan aparte Anett Fritsch por el carácter seductor con el que interpreta a la Condesa y la estupenda Martina Janková , quien alcanza un punto culminante tras el eterno, premeditado y elocuente silencio («Giunse alfin il momento») con el que se prologa el aria «Deh vieni, non tardar», ejemplo prototípico de un Mozart actual. Es fácil entender cómo ha pasado el tiempo escuchando a Elisabeth Schumann en YouTube . Ella cantó el papel en Salzburgo en aquel 1922.