¡Viven!: los supervivientes del rock
Frente al macabro goteo de músicos que fallecen últimamente, Keith Richards, Eric Clapton, Ron Wood y Ozzy Osbourne, todos ellos rondando los setenta años, son ejemplos de resistencia casi sobrehumana a los excesos

Algunas estrellas del rock han sobrevivido a pesar de que parecían empeñados en lo contrario. Lemmy Kilmister, por ejemplo, debería haber muerto bastantes años antes de 2015. Él mismo contaba que, «allá por 1980 decidí hacerme una transfusión completa de sangre» al estilo de Keith Richards, pero el médico le comentó tras los análisis que era del todo imposible, ya que el líquido que circulaba por su cuerpo era ya otra cosa. De paso, le advirtió que ni se le ocurriera donar sangre: era tan tóxica que «mataría a una persona normal».
Keith Richards, este sí, vivo, es el paradigma de superviviente. Estuvo varias décadas llenando su cuerpo de todo tipo de drogas, así que resulta curioso que uno de sus más graves problemas de salud, un coágulo en el cerebro, fuera consecuencia de la caída de una rama. «Nada de palmera. Era un árbol bajo y retorcido», cuenta él mismo en «Vida». En 1973, la revista «NME» comenzó a publicar un listado con las diez estrellas del rock que tenían más probabilidades de acabar bajo tierra. El guitarrista la encabezó durante diez años. «Me llevé un gran disgusto cuando empecé a bajar posiciones», se lamentó él.
Eric Clapton, entre el alcohol y la heroína, resulta sorprendente que sobreviviera a los años setenta y ochenta. Al menos reaccionó positivamente ha hace tiempo, en 1987, mientras que otros han mantenido la mala vida hasta casi la tercera edad, como Ronnie Wood , cuya vida es un constante entrar y salir de clínicas de rehabilitación. Marianne Faithfull , exnovia de Mick Jagger y autora de un puñado de muy dignos discos, es otro portento de supervivencia. Desde finales de los sesenta hasta mediados de los ochenta estuvo en un interminable viaje lisérgico que comenzó con LSD y continuó con horoína. Llegó a vivir en junto a un muro en el Soho londinense en aquellos dura etapa, y, por si fuera poco, también ha superado un cáncer de mama. Hoy, con 69 años, está limpia de tumores y vicios malsanos.
Ozzy Osbourne (Black Sabbath), de 67 años, ha sido uno de los que más ha castigado su cuerpo con todo tipo de sustancias, aparte de haber torturado también a otras criaturas: arrancó la cabeza de un mordisco a un murciélago (no es ningúna leyenda, es cierto) en un concierto y más tarde a una paloma durante una reunión con su discográfica.
Extraemos de su «I am Ozzy (confieso que he bebido)» la conversación con su médico, tras sonsacarle este todas las sustancias que había consumido a lo largo de su vida: «"De acuerdo -me cortó el médico". "¿Hay alguna droga que NO haya tomado, señor Osbourne?" Silencio. "¿Señor Osbourne?" "No, ninguna que yo sepa". Más silencio. Finalmente, dijo: "¿Y qué me dice del alcohol? Ha mencionado usted que bebe. ¿Cuántas unidades al día?" "No sé. Unas cuatro, más o menos". "¿Puede ser más específico?" "Botellas de Hennessy, pero depende". "¿De qué depende?" "Del tiempo que paso desmayado entre una y otra". "¿Y solo bebe Hennessy?" "Hombre, la cerveza no cuenta, ¿no?" El médico sacudió la cabeza, suspiró y se frotó los ojos. Luego pregunto: "¿Fuma usted, señor Osbourne?" "De vez en cuando". "Menuda sorpresa. ¿Cuántos al día, diría usted?" "Treinta y alguno". "¿Qué marca de cigarrillos?" "No, no, puros. Los cigarrillos no los cuento". El médico empezó a ponerse muy pálido. Por fin dijo: "¿Cuánto tiempo hace que mantiene esa rutina diaria?" "¿En qué año estamos?" -pregunté. "2004". "Pues casi cuarenta años". "¿Hay algo más en su historial médico que deba saber?" -preguntó. “Veamos -dije yo-, una vez me atropelló un avión; bueno, casi. Y me he roto el cuello montando en quad. Durante el coma morí dos veces. También he tenido sida durante 24 horas. Y he creído tener esclerosis múltiple, pero resultó ser un temblor de Parkinson. Ah, y he tenido gonorrea unas cuentas veces. Y un par de convulsiones, como aquella vez que tomé codeína en Nueva York, o cuando me metí la droga de los violadores en Alemania. Y eso es todo, en serio, a menos que quiera incluir los medicamentos con receta”. El médico asintió. Luego carraspeó, se aflojó el nudo de la cortaba y dijo: Tengo otra pregunta que hacerle, señor Osbourne”. “Adelante, doctor” “¿Por qué sigue usted vivo?”».