Axl Rose estrena trono bajo la lluvia de Lisboa
El cantante se estrena con AC/DC sin haberse recuperado de la fractura de su pie y en medio de una enorme expectación
El estreno mundial de Axl Rose como cantante de AC/DC se produce este sábado 7 de mayo en Lisboa con una cortina de agua para recibirle. Aparcada su labor al frente de los remozados Guns N'Roses con Slash a su lado, le llega la hora de la verdad.
Y lo hace estrenando un trono. Es decir, una silla de ruedas de alto «standing» para ayudarle a dar sus alaridos, en vista de que no se ha recuperado del todo de la fractura del pie que sufre.
Atrás queda el trono que le cedió gentilmente Dave Grohl , de Foo Fighters, para que pudiese arreglarse en el Festival de Coachella.
Una megaestrella como él precisaba de una silla especial, a su medida, y así se muestra al mundo en la capital portuguesa, anticipo de su único espectáculo en España, el martes 10 de mayo en Sevilla (Estadio de La Cartuja)
Axl lleva 15 días en Lisboa, donde ha ensayado en los estudios Smiling, en el Parque de las Naciones. De hecho, fue visto saliendo una de estas noches del restaurante Solar dos Nunes, un vivero de marisco que sigue fielmente los cánones de la cocina tradicional portuguesa.
La lluvia tuvo piedad y remitió en Lisboa justo cuando AC/ DC salió al escenario en la noche del sábado 7 de mayo. Todas las miradas estaban puestas en Axl Rose, sustituto de Brian Johnson al micrófono.
La polémica por semejante cambio quedó atrás en cuanto se apagaron las luces y las 30.000 almas congregadas en el Paseo Marítimo de Algés se apercibieron de que la historia del rock llamaba a sus puertas.
No había margen. Todo o nada. O ingresar en los anales de la banda australiana o naufragar sin paliativos.
Axl no dudó en hacer frente al envite, pero sus limitaciones a estas alturas quedaron en evidencia. Primero porque no se ha recuperado del todo de la fractura en un pie y se permitió estrenar su propio trono para poder cantar sentado.
De paso, resultaba menos patente que cada cierto tiempo le viene bien una dosis de oxígeno después de tantos excesos. La descarga de decibelios arrancó con 'In Rock we trust', sobre imágenes de una hipotética llegada de AC/DC a la luna, y 'Shoot to thrill', dos de los clásicos que atronaron como la apisonadora.
Nadie puede decir que Axl se arrastró para mantener el tono vocal. Su adaptación encajó en la locomotora del incombustible Angus Young, sólo que resultó un poco raro verle tanto tiempo con la pierna en alto.
La tormenta eléctrica se sucedía como un guión automatizado. Y sí, llegó 'Back in black', cómo no. También obsequiaron al público portugués (con cientos de españoles en la explanada antes del concierto de Sevilla) a través de una insólita recuperación de 'Riff raff', fuera de su repertorio desde 1979.
El boogie-hard-rock de AC/DC no ha sufrido ningún bajón y los que se rasgaron las vestiduras por el desembarco de Mr. Rose tuvieron que tragarse sus prejuicios. Porque Axl lucía como la megaestrella que es en el juego de tronos al que se abandonó. No va más
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