Pasión Vega: «Haberme podido dedicar a lo que me gusta ya es mucho»

La cantante celebra sus veinticinco años de carrera con el disco «40 quilates», que presenta en el Teatro Real

Pasión Vega Ángel de Antonio
Julio Bravo

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Pasión Vega ríe mucho. Ríe siempre. Con una risa alborozada y argentina, que se cuela también entre los versos de sus canciones, acariciadas más que cantadas, y envueltas siempre en el terso terciopelo de su voz. Mañana, 23 de octubre, Pasión Vega pone de largo en el Teatro Real su nuevo trabajo, « 40 quilates », con el que celebra los veinticinco años de su carrera musical. El Liceo barcelonés (9 de diciembre) y el teatro Cervantes de Málaga (13 de diciembre) son las primeras etapas de una gira que le llevará también, de momento, a Pamplona, Gijón, Bilbao, Burgos, Zaragoza y Sevilla.

Cumple veinticinco años de carrera. ¿Qué pasa cuando mira hacia atrás?

Que tengo la sensación de que todo ha ido muy rápido, y eso es señal de que ha sido positivo. Cuando a uno se le pasa el tiempo más rápido es porque está feliz... En líneas generales. En estos veinticinco años no he tenido una felicidad absoluta, pero he podido dedicarme a lo que me gusta.

Y además celebrarlo en el Teatro Real, donde ha cantado ya en más de una ocasión. ¿Es un sitio especial para usted?

Es un lugar donde he vivido noches muy, muy, muy especiales, con aplausos que hacen que no sepas ya cómo despedirte del público, por la intensidad de la relación con él y el cariño. Es un teatro con una sonoridad y una actústica maravillosas. Pero es especial, sobre todo, cuando eres consciente de que por aquí han pasado las mejores voces y los mejores directores de orquesta del mundo. Estar aquí, con toda esa energía, es un honor.

En su carrera hay dos etapas muy distintas; de sus primeros discos no está demasiado satisfecha.

Todo es parte de mi carrera... Pero puede decirse que cuando empecé a grabar las canciones que escribían para mí, y decidí dar el salto desde la copla clásica a canciones nuevas e inéditas, empezó de verdad mi aventura... Y mi verdadero riesgo. De hecho, en los primeros conciertos en los que cambié mi repertorio la gente me seguía pidiendo que cantara copla. Pero ese cambio, o esa evolución, fue realmente una necesidad. Sin renegar por supuesto de mis comienzos y de la copla, que me ha nutrido y me nutre todavía. Me gusta, pero es importante tener tu lenguaje, tus canciones, tu estética.

Ha contado con un colaborador de lujo, Fernando Velázquez, uno de los grandes nombres de la música de cine actual.

Ya estuvimos juntos en «Pasión por Cano». Pero éste ha sido un trabajo diferente. Fernando es una persona tan creativa que sabe atrapar las canciones. No hemos tenido prisa en hacer este disco; hemos elegido los temas con mucho cuidado, y a la hora de grabarlas las hemos mimado, las hemos acariciado... Y eso ha sido porque Fernando y yo queríamos hacer el trabajo de esta manera. No teníamos prisa, queríamos hacerlo con mucha serenidad. y hemos extraído de cada canción lo que se necesitaba, hemos ido a su esencia.

Los artistas, quizás porque se lo exige el mercado, buscan siempre la novedad. ¿La novedad en este trabajo es precisamente el reposo?

Sí; y también haber trabajado en equipo. Fernando ha hecho los arreglos, pero todos los músicos que hemos participado hemos aportado nuestro granito de arena. Nos reunimos en un caserío en Bilbao para jugar con las canciones, para darles forma hasta encontrar el ritmo y el color de cada una. Después se han reposado antes de entrar en el estudio de grabación, y allí tampoco hemos tenido ninguna prisa.

¿Y hay algún guiño a los veinticinco años de carrera?

Son canciones que podrían ser de siempre... Hay un tema que me ha regalado Armando Manzanero, «Te creí», o una versión de «Como la cigarra», de María Elena Walsh; está porque creo que todo intérprete, incluso todo ser humano, se puede sentir identificado con su letra. Y de alguna manera resume el proceso por el que ha de pasar un artista antes de cada trabajo: necesitar hacerlo, y que la canción sea como su cura, tu manera de sanarte o tu manera de expresar todo lo que has ido recopilando en ese tiempo de barbecho que también es necesario. Esa canción también resume mi compromiso con el ser humano a través de la música, mis deseos de darle esperanza y apoyo al que lo necesita con mi música... Y también hacia mí misma y a mi necesidad de sonreír cada nuevo día, y seguir cantando siempre.

Porque para usted la música es la vida...

¡¡Sí!!

No se ha animado tampoco esta vez a componer.

Siempre voy tomando notas, pero no me atrevo... Sí me involucro en el proceso de producción y trabajo con los propios autores, pero es algo que me produce mucho respeto. Componer requiere mucho trabajo, creo que no tengo los conocimientos suficientes...

Esto es elegir entre papá y mamá, pero ¿hay alguna canción que tenga un pellizco especial para usted?

Hay una muy especial. Es la primera que me llegó, de un autor con el que trabajé hace muchos años, Antonio Martínez Ares -que me hizo canciones como «María se bebe las calles» o «Lunares»-, y con el que tuve un desencuentro. Hemos estado trece años sin trabajar juntos y de repente me trajo esta canción, que habla de mi historia y de todo lo que me ha pasado durante este último año; pero todo muy bien escrito, se puede identificar cualquier persona que haya tenido un desamor. Creo que esta canción le va a sobrecoger, porque me parece una obra maestra; a mí me ha sobrecogido.

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