David Bowie se pasa al lado oscuro con su nuevo disco
Así suena «Blackstar», el álbum más negro del Duque Blanco, que se publica el 8 de enero
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Bowie está en otra dimensión. Junto con Björk, consigue que su obra -música y parte visual-, encaje perfectamente en un museo. A la vez, es la única veterana megafigura del pop, junto con Bob Dylan, capaz de sorprender y descolocar a los fans con cada nueva entrega. Lo hace otr vez en su disco número 25, titulado, al estilo de Prince, con un símbolo, ★, que se lee como «Blackstar» .
El británico ha ido más allá que en su entrega de hace dos años, «The Next Day». Si entonces regresaba por sorpresa tras una década de silencio con un álbum más o menos convencional, aunque a su estilo, ahora Bowie se desmelena y nos invita a adentrarnos en un mundo fantasmagórico, de inquietantes coros, de atmósferas siniestras , de mensajes crípticos. No es extraño que espere a después de Navidad para estrenarlo. Con él abre una nueva (otra más) dimensión en su carrera, y cuya clave se resume en esta frase: no quería músicos de rock tocando jazz, sino músicos de jazz tocando rock. Y, como pudimos comprobar ayer en la audición organizada por el sello Sony, la jugada le ha salido perfecta.
Todo empezó en la primavera de 2014 en un club de Nueva York llamado 55 Bar. Allí acudió para escuchar a un grupo de jazz que le habían recomendado. Es fácil imaginar la cara de sorpresa de aquellos artistas cuando vieron allí sentado al mismísimo Bowie; pero nada comparado cuando días más tarde el saxofonista Donny McCaslin recibió una invitación para participar en la grabación, junto a su batería Mark Guiliana , de un tema llamado «Sue (Or in a Season of Crime)» . Tan contento quedó el británico que les volvió a llamar, ya junto a todo el grupo para acompañarle en el álbum completo.
Pero Bowie no ha descansado desde la aparición de «The Next Day» . Dos de los temas que aparecen en este «Blackstar» ya formaban parte del recopilatorio «Nothing Has Changed », de 2014. El primero fue el citado «Sue (Or in a Season of Crime)», para el que empleó a la Maria Schneider Orchestra ; el segundo, «‘Tis A Pity She Was A Whore», basado en la obra de teatro del mismo título de 1633 firmada por John Ford (no confundir con el director de cine). Ambas canciones han sido regrabadas para el nuevo disco, y ambas ya señalaban la dirección musical ahora formalizada.Además, ha estado enfrascado en el musical «Lazarus» , que se acaba de estrenar en el off-Broadway de Nueva York. Está inspirado en la novela «El hombre que cayó a la Tierra» , de Walter Tevis, cuya versión cinematográfica protagonizó el propio Bowie. Incluye otra de las canciones presentes en «Blackstar», precisamente la que da título a la obra de teatro.Universo apocalíptico.
Con todos estos antecedentes, el 8 de enero de 2016, día de su 69 cumpleaños, saldrá a la venta el nuevo disco. En él encontramos un combinado nada comercial de krautrock, hip hop, new wave, una batería muy presente que marca los cambios de ritmos, sintetizadores, mucho saxo y jazz hardcore. O más bien free jazz domesticado, adaptado a las exigencias de una canción pop. El tema del mismo título del disco, y primer single lanzado, dura casi diez minutos, para introducir de lleno al oyente en su universo apocalíptico. En realidad, iba a tener más de once minutos, pero la imposibilidad de comercializarlo a través de iTunes obligó al recorte.
En el vídeo que lo acompaña, filmado por el realizador sueco Johan Renck y ya publicado, Bowie aparece como una especie de predicador de alguna religión poco recomendable. Cuerpos que se contorsionan, hombres crucificados, la calavera de un astronauta que sirve para oscuros rituales... todo ello envuelto en una música algo más que inquietante y una voz de plegaria agónica -en todo el álbum Bowie hace un esfuerzo vocal muy encomiable-. McCaslin comentó que la historia se refería al ISIS, algo que el resto de los músicos dice ignorar . La historia encajaría bastante bien, pero la explicación de Bowie ni está ni se la espera: no concede entrevistas.
En lo que sí coinciden todos es en la influencia de Kendrick Lamar, un rapero muy poco convencional. El tono críptico y melancólico continúa a lo largo de los 42 minutos que dura el disco. El coproductor, junto al propio Bowie, ha sido Tony Visconti , quien ha trabajado con la estrella pop desde 1969. Fue él quien dijo que lo más probable es que no volvamos a ver a Bowie en directo. James Murphy, quien estaba destinado a desarrollar un papel más destacado, solo aparece como batería en dos de los temas. Es igual. La sorpresa está servida.