Juanjo Mena: «Hay un mundo más allá de Google»
El vitoriano dirige en el Auditorio Nacional las seis sinfonías de Chaikovski en tres conciertos con tres orquestas distintas
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Como una figura del toreo, Juanjo Mena se encierra hoy en el Auditorio Nacional con seis astifinos:las seis sinfonías de Piotr Illich Chaikovski . Las interpretará a lo largo del día en tres conciertos incluídos dentro de la tercera edición de «¡Solo música!», que organiza el Centro Nacional de Difusión Musical . Nadie hasta ahora lo ha hecho. El director vitoriano dirigirá las seis obras en tres conciertos: a las 12, con la Joven Orquesta Nacional de España , tocará la Primera y la Cuarta; a las siete, con la Orquesta Nacional de España , la Segunda y la Quinta; y a las diez, con la Orquesta Sinfónica de RTVE , la Tercera y la Sexta. Este último concierto se podrá seguir también a través de una pantalla gigante situada en la plaza de Rodolfo y Ernesto Halffter, junto al Auditorio.
Tres conciertos en un mismo día suponen una exigencia física grande. «Llevamos ya varias sesiones dobles de ensayo, y además no he dejado mi habitual ritmo de estudio», explica Juanjo Mena en su camerino, apenas concluido un ensayo con la Sinfónica de RTVE. Esto significa levantarse a las seis o seis y media de la mañana y acostarse tarde. Pero el cansancio se agudiza, dice, por el aspecto emocional :«La música de Chaikovski es tan expresiva que no se puede estar al margen; físicamente se debe entrar en la emoción; no puedes esperar al concierto para hacerlo. La música se debe crear en cada instante.y hace falta entenderla en los ensayos para entenderla después, en el concierto, La exigencia emocional de las sinfonías de Chaikovski es grande, requiere implicación, y eso el cuerpo lo nota».
–La dirección de orquesta es una actividad con un importante desgaste físico. ¿Un reto así requiere una preparación física especial?
–Debería. Pero al final la preparación es que llevo tres semanas sin parar de dirigir. Pittsburgh, Copenhague, Madrid. Pero ya, con la edad, noto que no es igual que antes;que debo cuidarme, pero no lo hago porque no tengo tiempo. Teóricamente es después de la jornada cuando debería salir a hacer un poco de deporte, Pero estoy totalmente machacado;si tuviese un compañero que me animase, quizás saldría a corrrer, pero nuestra vida es solitaria y transcurre del auditorio al hotel.
–¿De dónde partió la idea de hacer las sinfonías de Chaikovski?
–Fue un planteamiento de Antonio Moral. Se buscaba algo que tuviese la sensación de un gran trabajo como había sido la integral de las sinfonías de Beethoven, pero que al tiempo estuviese cercano al público. Y Chaikovski tiene un lazo de conexión grande. Por su estructura, por su forma –tan unida a la danza y a los cantos populares–, es una música tan expresiva y tan emocional que resulta muy cercana.
–Hay quien cree que Chaikovski es un autor popular y menor .
–Para nada. Su lenguaje sea claro y directo, pero de ahí a que sea popular... Utilizar melodías populares en una sinfonía, y hacer las variaciones maravillosas que él hizo no es algo liviano. Se puede decir que la estructura, a nivel armónico, es demasiado básica y esencial. Él mismo reconocía que tenía, sobre todo en sus tres primeras sinfonías, un problema para estructurarlas formalmente, porque tenía una dura pelea con el «Grupo de los Cinco» –Balakirev, Borodin, Cuí, Músorgski y Rimski-Kórsakov, nacionalistas–, que querían que se uniese a ellos; él, sin embargo, intentaba entrar en la sinfonía con el modelo germánico, de estructura de sonata. Chaikovski reconocía que se estaba intentando superar, pero no conseguía todo lo que él quería. A partir de la Cuarta, sin embargo, hubo un gran cambio en su vida, tras el fracaso de su matrimonio, y empezó a componer de una manera mucho más emocional y descriptivo. Ése creo que es el éxito de las tres últimas sinfonías, en la que él describe vivencias muy personales, que tienen su culmen en la Sexta, con el profundo dramatismo que anuncia su muerte.
–¿Había dirigido todas las sinfonías de Chaikovski antes?
–Todas menos la Tercera. La Segunda la trabajé con Enrique García Asensio, que fue maestro mío, y la Primera con Hans Graff, cuando fui asistente suyo en la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Las otras tres se hacen muchísimo y ya las había dirigido otras veces y con varias orquestas.
–Trabajar en tan poco espacio de tiempo con tres formaciones diferentes resultará enriquecedor .
–Sí, porque hay que reaccionar de manera diferente a lo que suena. A veces los directores –y durante algún tiempo yo también cometí este error– preparamos los detalles en nuestro estudio personal, y luego se llega a la sala de ensayos y sucede otra cosa. Yo cambio mi manera de dirigir con los jóvenes, y hay que trabajar de manera diferente con cada orquesta. Recuerdo que hace años, cuando era titular de la Sinfónica de Bilbao, me tenía que levantar muy temprano a estudiar y preparar el ensayo, y mis hijos, que eran pequeños entonces, no me dejaron dormir, así que no pude madrugar y fui al ensayo sin prepararlo; pues fue uno de los mejores ensayos que recuerdo en mi vida. Solo porque tienes una actitud más natural de escucha, y reaccionabas a lo que estaba ocurriendo mucho mejor.
–¿Necesita la música clásica este tipo de reclamos para llegar al público actual?
–Es obvio que la sociedad está cambiando y que el avance tecnológico está afectando. Está cambiando nuestra cultura, nuestro humanismo, el respeto... Me hago viejo cuando hablo de estas cosas... Pero me preocupa lo que está pasando;creemos que con internet lo sabemos todo y lo tenemos todo, y creemos que no necesitamos leer. Y hay un mundo más allá de google. En este sentido, la sociedad tiene mucha más actividad recreativa, muchas más cosas que le pueden atraer, y al mundo de la música clásica le preocupa cómo atraer al público. Yo estoy en contra de cambiar la música clásica para llamar al público, porque entonces le daremos algo descafeinado. A mí me gusta lo que ocurre en Estados Unidos, donde los patrocinadores son todos privados, y hay que inventar mecanismos para lograr esos patrocinios dando música a cambio. Por ejemplo, que en un ensayo estén, mezclados entre los músicos, los principales donadores de la orquesta, porque quieren vivir la sensación. Y tienen todo el derecho porque donan, a lo mejor, un millón de dólares anuales. Este tipo de iniciativas, sin embargo, no desvirtúan lo que es la música. Cuando damos al público música fácil y simplona para cautivarle le hurtamos lo más grande que tiene: su profundidad, su vivencia personal, diferente cada día. La música se produce en el instante; lo que creamos hoy mañana será otra cosa. No es el caso de este proyecto;nuestro trabajo es intensísimo y ofrecemos las sinfonías con absoluta seriedad. Aparte de lo que es el «show» de hacerlas todas juntas, no hacemos nada que no esté escrito en las partituras.
–Los «Proms», en los que usted dirige habitualmente, como titular de la Sinfónica de la BBC, son también conciertos populares en los que no se rebaja el nivel musical.
–A los conciertos de los «Proms» acuden seis mil personas cada noche de julio y agosto. Y yo siempre hago en cada concierto una obra contemporánea. Este año, por ejemplo, la «Turangalila» de Messiaen... Pero la gente lo disfruta con otra actitud; especialmente los «prommers». los espectadores que siguen los conciertos de pie, en el centro del auditorio, que son en muchos casos gente muy entendida y que está allí no porque sea más barato. Es un concepto distinto y les gusta disfrutar así la música.