Hoy se estrena
Llega al fin al Teatro Real el «testamento artístico» de Britten
Inspirada en la novela de Thomas Mann, «Muerte en Venecia» está dirigida musicalmente por Alejo Pérez y escénicamente por Willy Decker
Por fin llega al Teatro Real la producción «Muerte en Venecia», firmada por Willy Decker. Realizada en coproducción con el Liceo, se estrenó con gran éxito en Barcelona en 2008 y resultó galardonada en los premios líricos del teatro Campoamor . No tuvo la misma suerte en Madrid, donde el relevo en la dirección artística de Antonio Moral la condenó al ostracismo hasta el aterrizaje -en un nuevo cambio en el teatro madrileño- de quien fuera cómplice en este proyecto, Joan Matabosch . Así, con varios años de retraso, se puede ver a partir de hoy, y hasta el 23 de diciembre, el considerado «testamento artístico» de Benjamin Britten.
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Inspirada en la novela homónima de Thomas Mann, y tras su adaptación a la gran pantalla por Luchino Visconti en 1971 , el compositor británico creó en 1973 un universo sonoro para envolver las reflexiones sobre la belleza y las pasiones prohibidas de Gustav Aschenbach. Será en Venecia, ciudad de luz transformada en ciudad de muerte, donde el protagonista conoce a un adolescente que representa el ideal de belleza, Tadzio (extraordinario el parecido de Tomasz Borczyk con el actor del filme de Visconti). Si en la obra literaria Mann vierte algunos de sus deseos personales, Britten refleja en la ópera parte de su existencia, hasta el punto de transformar al escritor Aschenbach en compositor, también era músico el protagonista de Visconti, al que puso voz en el estreno mundial el que fuera su pareja durante décadas, el tenor Peter Pears.
La delicada salud de Britten retrasaría la conclusión de la ópera, que finalmente fue estrenada en junio de 1973 en Aldeburgh, en el marco del festival creado por el compositor en 1948. «Quería apasionadamente terminar esta obra antes de que sucediera cualquier cosa. Tenía que avanzar y luego, cuando la hube terminado, me puse en manos de los médicos», afirmaría meses después.
Introspectiva y simbólica
«Esta última ópera de Britten es fundamental en su catálogo, y es una magistral adaptación de la obra de Thomas Mann», asegura Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real. En ella se aprecia la contradictoria existencia emocional del protagonista y «cómo la pasión puede desembocar en el abismo». A diferencia de la versión cinematográfica, realista, «la operística debía ser diferente y evitar cualquier parecido con el teatro tradicional. Esta es una obra muy singular, diferente a lo que conocemos como ópera», señala Matabosch. En ella, un único personaje «representa los elementos contradictorios del protagonista».
«Es el testamento artístico de Britten», subraya Willy Decker, que define «Muerte en Venecia» como una obra «introspectiva», con una «gran carga simbólica», que habla del viaje del protagonista que termina con la muerte. Un viaje a través de diecisiete escenas -«Britten tenía una visión muy cinematográfica»-, que el director de escena ha contado a través de una estructura construida con «imágenes, visiones e ideas». Un montaje de extrema dificultad y profunda belleza que transmite la tragedia y la emoción de este último viaje. «Se trata de mostrar lo que esta pasando en el alma del protagonista, transformando el monólogo interior de Aschenbach (interpretado por John Daszak) en algo visible teatralmente».
Obsesión por la belleza
Esta reflexión interior del protagonista la reflejó Britten musicalmente «a través de recitativos secos», indica Alejo Pérez, director musical que destaca otros rasgos particulares de la partitura. «Está compuesta alrededor de la percusión, muy abundante, frente a una orquesta casi de cámara». Lo que no le impide abordar «una paleta rica de colores».
En cuanto al tema principal de la ópera, tanto Decker como Matabosch se resisten a reducirlo a una mera relación de amor no convencional. «La belleza es el centro de la reflexión del protagonista. Piensa, se expresa y finalmente se abandona a ella». Afirmación que Decker remata con la frase del poeta alemán Karl August von Platen: «El que ha visto la belleza ha caído en manos de la muerte».