Raphael: «No soy un adicto al trabajo»
El cantante estará desde el miércoles en Madrid para ofrecer una veintena de conciertos dentro de su gira «De amor y desamor»
Es imposible escribir una historia de la música española reciente sin dedicarle un capítulo a Raphael , uno de sus protagonistas desde que, hace más de medio siglo. Pero no ese capítulo todavía no se puede cerrar, porque el artista de Linares contradice sus propias palabras -«no soy un adicto al trabajo»- y está actualmente embarcado en la gira «De amor y desamor», fruto del disco del mismo título que publicó en octubre. El día 26 llega al teatro Compac Gran Vía de Madrid , donde permanecerá hasta el 21 de diciembre. Después, vacaciones de Navidad, y en enero vuelta al trabajo con la grabación de un nuevo disco. Y eso que la música está en crisis. «La industria está sufriendo un gran revés -dice-, y la música está luchando por encontrar su sitio. Pero lo va a conseguir, como lo ha hecho toda la vida. Un mundo sin música sería un mundo sordo, horroroso».
-En este disco vuelve a un puñado de sus antiguas canciones. ¿Es por nostalgia?
-¡No! Hay mucha gente joven que me sigue, que viene a mis conciertos y no conoce la mayoría de estas canciones. Conocen, sí, las que han traspasado fronteras y épocas, pero el catálogo de fondo no lo conocen, como no conocen el de Sinatra o el de otros cantantes... Y yo me he empeñado en que esa juventud no tenga que ir al baúl de los recuerdos de la abuela para sacar un disco del año de la pera, ni que que se tenga que tragar cada Navidad un disco mío antiguo remasterizado… No. Como la voz está aquí, que no se ha ido (porque esto sin la voz no se puede hacer), mientras siga ahí yo voy a seguir regrabando estas canciones históricas para que la gente las conozca de primera mano. Pero yo entiendo que tengo que grabar cosas nuevas también... Me he puesto en manos de gente joven para que me escriba nuevas canciones, a ver cómo me ven ellos, y eso también lo voy a grabar.
-A usted no hay quién le jubile, pero no tiene ya ganas de parar?
-¡Pero si yo paro! Lo que pasa es que esas cosas no se saben. Pero tengo mis días y me voy con mi mujer a tal sitio, a tal otro... Lo hacemos bastante; si no ella me hubiera dicho hace tiempo: «Hasta aquí hemos llegado». Lo que no hacemos es viajar lejos, pero damos vueltas por Europa constantemente. Se nos puede ver en cualquier ciudad en cualquier momento.
-Mantener ese equilibrio no debe de ser fácil...
-Se va haciendo solo. Si hay buena voluntad entre los dos, esas cosas se van haciendo. Como no falto nunca a una cena importante en mi casa; y mis amigos se siguen sintiendo bien atendidos, porque sigo invitándoles a mi casa como hacía antes. Lo único es que hay que buscar la fecha, pero se hace. Lo hago, pero eso no se sabe. Ni tiene por qué saberse.
-Pero mucho tiempo para la improvisación no tiene...
-¡Sí! ¡Que se puede! Porque no es cuestión de cantidad, sino de calidad. Se puede hacer...
-¿Suele mirar hacia atrás?
-No. Bueno, si echo la vista atrás lo recuerdo todo perfectamente y le puedo contar mi vida entera. Pero si se refiere a tener nostalgia, no. Yo no hablo del pasado. El pasado pasó, y no hay nada que lamentar. Y no es porque no me haya ido bien en el pasado, que me ha ido muy bien.
-Pero sabe que hay artistas que viven del recuerdo.
-Eso es muy malo, porque nada va a volver a ser como era. Estamos en otros años, en otra época, y no se puede obviar el paso del tiempo. Lo que hay que hacer es adherirse.
-De usted se suele decir que está constantemente reinventándose, pero ¿es consciente?
-No, no, en absoluto. Pero yo, si hay algo que me va, me adhiero. O la hago mía, le pongo mi sello. Si hay una canción que no han escrito para mí pero me gusta, la canto a mi manera. No me importa que sea de otra persona.
-¿No le resultaría más cómodo vivir de su repertorio de siempre?
-Eso sería lo fácil. Cantar las canciones de siempre, ir a los programas del recuerdo... ¡Quite, quite... Menuda depresión!
-Su hijo es el productor del disco, ¿qué tal resulta trabajar con él?
-Pues mire: muy bien. Nunca he sido partidario de que la familia entre dentro del trabajo, pero con Manuel ha sido fantástico. Es un chico que te dice lo que piensa sin herir, sin ofender... Está muy bien educado. Tiene razón en muchas cosas y me facilita mucho mi trabajo.
-También trabaja con Jacobo, el hijo de Juan Carlos Calderón. ¿Cómo se ve con las nuevas generaciones?
-Con Jacobo me llevo de maravilla, funcionamos y nos entendemos muy bien. Los arreglos que hace son fantásticos, y tengo un proyecto para él, que aún no conoce. Con todos estos chavales -que algunos ya no son tan jóvenes...- me llevo muy bien. Para este nuevo disco están escribiendo Enrique Bunbury, Pablo Alborán... Yo, en eso, no tengo ningún complejo. Les digo: «Yo no soy compositor, ¿me quieres hacer una canción?»
-¿Nunca ha tenido la tentación de componer o de escribir canciones?
-Le voy a decir una cosa, que seguramente sea lo más pedante que ha escuchado en la vida. Yo, como compositor, no le llego a la altura del zapato a Raphael. Así que, ¿para qué voy a fastidiarlo? Por ser yo, no voy a pensar que todo lo hago bien, Yo no soy un buen compositor. He tenido la tentación, sí, pero nada más... Igual que con la pintura. ¿Por qué no expones?, me preguntan. Porque no, mis cuadros son para mí o mis amigos. Hay que saber dónde se está.
-¿Ese puede ser uno de los secretos del éxito de Raphael?
-Sí. Hay que saber dónde estás y quién eres. No te puedes engañar. Un ejemplo: tomar la decisión de regrabar mis canciones históricas no es cosa de un día. Se viene madurando desde hace mucho tiempo, porque había que saber si ésta (la garganta) iba a responder.
-¿Y ésta responde porque ha aprendido de errores pasados?
-No lo sé. Eso nunca se va a saber. Cada ser humano es diferente. Pero yo, cuando voy a emprender un proyecto largo -y más cuando el dinero no es mío, soy incapaz de que un empresario invierta si no le puedo dar garantías-, hago que los médicos me vean de arriba a abajo, para ver si yo puedo responder. Eso es ser decente con uno mismo. Si los médicos me dicen que adelante, me comprometo. Porque esto no es solamente salir un día y cantar, estás firmando una temporada larga, y tienes que saber que estás bien. Que eso no quiere decir que luego vayas por la calle y te pille un coche. Pero tú vas con la conciencia tranquila.
-Deduzco entonces que ahora está bien de salud.
-Sí, estoy muy bien, y cada vez mejor, porque el cuerpo ha ido trabajando poco a poco, y lo noto mejor.
-Y está lleno de proyectos.
-Sí... Pero no soy adicto al trabajo. Me gusta mucho y estoy muy bien. Soy incapaz de parar por parar. ¿Por qué tengo que dejar este regalo de Dios? Yo sería una persona insoportable si estuviera ocioso porque sí, sin un motivo. Ahora, el día en que ya no pueda seguir como hasta ahora, yo no voy a hacer el ridículo. Antes de que ocurra mi conciencia me avisará de que esto no marcha. Yo no quiero hacer una gira de despedida ni más parafernalia. No se enterará nadie. Bueno, se enterarán porque ya no estaré. Pero es algo que no me preocupa. Lo que sí me preocupa es saber tomar la decisión de dejarlo cuando llegue el momento.
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