John Higgs: «El siglo XX es una colisión de Martin Luther King y Keith Richards»
Publica «Historia alternativa del siglo XX» donde se adentra en los recovecos más diversos y menos explorados de nuestro reciente pasado
Es periodista, guionista de televisión, productor... Y también escribe libros, y a veces hasta ensayos. John Higgs sobrevive como hombre orquesta en un tiempo en el que está mal visto ser versátil. Después de escribir la biografía de Timothy Leary, un psicólogo americano que experimentó con toda clase de estupefactientes, publica ahora «Historia alternativa del siglo XX» (Taurus), un libro de esos en los que, con muy pocas páginas de distancia, te pueden explicar la Teoría de la Relatividad General, la carrera espacial o el origen de Super Mario.
—¿Cuánto tiempo le ha llevado este libro con toda la bibliografía que tiene detrás?
—Necesité como unos dos años y cinco borradores para escribirlo. No fue fácil, porque todo el proceso de pensar y concebir el libro se extiende a casi diez años. En 2006 escribí una biografía de Timothy Leary y cuando la escribí me di cuenta de que no comprendía todo lo que es la cultura de Silicon Valley, la tecnología en California, hasta que me di cuenta de que aquella era la cuna de la contracultura hippy. Y eso fue lo que me hizo pensar que quizá la historia del siglo XX tiene muchos más recovecos y es mucho más divertida de lo que nos han hecho pensar.
—En un momento del libro dices que «Al progreso le importaban muy poco emociones humanas como la empatía»
—¿Yo he escrito eso? (se ríe y le enseñamos el capítulo donde aparece). Vale, vale. Las cosas se escriben para no tener que acordarse luego de ellas (vuelve a reír). Efectivamente, ya desde principios del siglo XX se vio la tecnología como algo positivo. Pero a medida que avanza, el siglo XX llegan otras cosas no tan positivas como el Titanic el accidente del Hindemburg. Y nos damos cuenta de que el hombre es capaz de crear desastres de una magnitud similar a la de cualquier catástrofe natural. La Primera Guerra Mundial fue tan devastadora que la gente decía que sería la guerra que acabase con todas las guerras precisamente por eso, por lo terrible que fue. Fue una idea que se nos escapó, porque la guerra ha sido una constante del siglo XX hasta nuestros días.
—Uno de los personajes que aparece en el libro es Salvador Dalí. ¿Cuánto ha influido él en lo que somos?
—La verdad es que Dalí ha influido mucho también para la creación del libro. Hace tiempo hubo una exposición en County Hall sobre Dalí, y al comienzo aparecía la escultura de uno de sus relojes derretidos. Todo el mundo conoce esas obras, pero yo no me di cuenta de la importancia que tenía hasta que no vi la fecha en la que fue creada, que es una fecha muy próxima a cuando Einstein desarrolla sus teorías sobre el espacio y el tiempo. Respondiendo a tu pregunta, creo que nadie como Dalí ha plasmado de manera más realista y elocuente nuestro subconsciente.
—Pero Henry Miller dijo que era el mayor estúpido del siglo XX.
—Sí, bueno, una cosa es el artista y su trabajo y otra el artista y su persona. ¿Quién entiende a Dalí sin ese filtro de superego que tiene? Dalí es así, siempre obedeció más al demonio que le hablaba que al ángel que se le pedía que fuera más cauto. Y esto creo que a Henry Miller le puso los pelos de punta.
—¿Qué representa mejor el siglo XX? ¿El «I have a dream» de Martin Luther King o el «Necesitábamos hacer lo que quisiéramos» de Keith Richards?
—Creo que el siglo XX es una colisión de esas dos ideas. El siglo pasado fue un siglo muy violento y de mucha confusión. Un siglo de contrastes y de oponer ideas. El siglo XX lo que trata es de reconciliar esas ideas que parecían ser opuestas; por eso creo que el siglo XX necesitaba a Martin Luther King y a Keith Richards.
—¿A quién le debemos más los nacidos a partir de los 90? ¿A Roosevelt o a los Beatles?
—Obviamente le debemos más a los Beatles (ríe). Bueno, vamos a ver. Si pensamos en Roosevelt y en lo que consiguió con el New Deal después de la recesión... Pues fue algo importantísimo. Lo que pasa es que estos logros vemos como que están retrocediendo ahora mismo, sobre todo en el Reino Unido, donde se consiguió un Estado del Bienestar fantástico. Pero desde la Segunda Guerra Munial todo esto está dejando de existir, está desapareciendo. Hizo cosas buenas Roosevelt, pero quizá no duren tanto como los fuegos que comenzaron los Beatles, que siguen ardiendo y que hacen que el mundo hoy sea un lugar mejor.
—Cita un dato terrible en el libro. Y es que en el año 2000, entre las cien economías más potentes del mundo había 51 empresas y 49 países.
—Es un dato alarmante sobre todo por el poder que obtienen las empresas, que son entidades no democráticas y que están intentando delimitar las leyes de los estados. Jurídicamente las empresas son individuos muy peculiares, porque son individuos a los que no puedes llevar a la cárcel, no mueren y su naturaleza no es otra que la de crecer, crecer y crecer. Creo que una de las tareas pendientes del siglo XXI es aplicar un control más democrático a estas empresas.
—Habla mucho del individualismo. ¿Vivimos inmersos en un «Sálvese quién pueda»? ¿Un «coge la pasta y corre»?
—Este individualismo llegó a su cénit en los años 80, pero con la llegada de internet las cosas han cambiado muchísimo. Esto se ve en la gente más joven, en la generación del milenio. Fíjate, si estuviéramos en el siglo XX y viésemos a alguien hacerse un selfie pensaríamos: «Este tío es un narcisista que quiere hacerse una foto para luego mirarse». Pero un chico que se hace un selfie hoy no lo hace para verse él. Ese chico que se está haciendo la foto le está sonriendo a sus amigos, creando unos lazos con la gente que le rodea. Creo que se ha dado un cambio importante en cuanto al individualismo. Los chicos tienen ahora mucha responsabilidad porque todo lo que escriben y cuelgan en las redes, les guste o no, puede recibir comentarios negativos. Precisamente por eso creo que ya no sirve el «Coge la pasta y corre».
—Le he visto pesimista en cuanto al futuro según avanzan los capítulos.
—Sí, hay un capítulo que es muy deprimente, pero también es un capítulo muy honesto. Es un capítulo fruto de todo lo que he tenido que estudiar sobre los efectos del crecimiento en el medio ambiente. Pero creo que hay una nota de esperanza gracias a ese cambio del que hablábamos. En general soy optimista, pero con lo que nos dicen sobre el clima, los cambios en nuestra calidad de vida... A veces es un tanto aterrador. Pero pienso que si hay una generación que puede acabar con esto es la generación del milenio.
—¿Qué hubiera cambiado del siglo XX?
—(Se lo piensa mucho) En la Universidad yo estudié las Matemáticas del caos y sé que el mínimo cambio cambio que se haga puede llevar en el futuro a la mayor de las locuras. Pero si esto no lo supiera y pudiera cambiar algo en la historia del siglo XX yo creo que habría impedido que los médicos de Hitler le hubieran dado tantísimo speed. Hay un momento de la Segunda Guerra Mundial en la que parece que todo está estancado y de pronto Hitler le declara la guerra a Estados Unidos y la Unión Soviética conjuntamente. Es la mayor locura que se puede hacer. Creo que esa decisión no la hubiera tomado.