Almudena Martínez-Fornés: «María de las Mercedes fue la única Princesa de Asturias que se casó encerrada en el Palacio Real»

La corresponsal de ABC en la Casa Real relata en «Las hijas de Alfonso XII» el trágico destino de dos hermanas huérfanas que, pese a todo, lograron casarse por amor

Almudena Martínez-Fornés, corresponsal de ABC en la Casa Real MATÍAS NIETO KOENIG

INÉS MARTÍN RODRIGO

Alfonso XII murió el 25 de noviembre de 1885 en el Palacio del Pardo, en Madrid. Lo hacía, repentinamente, dejando huérfanas a las Infantas María de las Mercedes y María Teresa, de cinco y tres años, y sin tener heredero varón. Justo cuando estaba a punto de proclamarse reina a Mercedes, en una España convulsa y crispada, su madre, María Cristina , anunció que estaba embarazada. Unos meses después, nació Alfonso XIII , el ansiado varón, que garantizaba la estabilidad de la Corona, en un momento de especial trascendencia para la institución. Pero, ¿qué fue de sus hermanas? Almudena Martínez-Fornés , corresponsal de ABC en la Casa Real, responde a esa cuestión en « Las hijas de Alfonso XII» (La Esfera de los Libros), una apasionante novela que rastrea en nuestro pasado más reciente para descubrirnos la vida de dos mujeres que conjugaron, con valentía, la fuerza del amor y la de la razón.

Las pocas referencias que la periodista había oído «sobre estas niñas eran muy veladas, en biografías de Alfonso XII, de Alfonso XIII y de la Reina María Cristina . Se hablaba de ellas como unas niñas sosas, sumisas, dóciles, que no habían jugado ningún papel relevante». Sin embargo, Martínez-Fornés descubrió, a través de una conferencia de José Luis Sampedro Escolar , el conflicto que provocó el matrimonio de María de las Mercedes con Carlos de Borbón, y aquello prendió su curiosidad literaria. «Es la primera Princesa de Asturias que celebra su boda encerrada en el Palacio Real, que no puede salir a compartirlo con el pueblo, como es lo normal, y pensé que había una gran contradicción entre aquellas referencias a una niña sumisa y dócil y lo que realmente ella protagonizó». De hecho, hubo un momento en el que se puso en peligro a la Corona por mantener ese noviazgo.

Durante su infancia, María de las Mercedes vivió con la preocupación, con «el peso de la responsabilidad», de saber que si algo le sucedía a su hermano, cuya salud era muy quebradiza, sería nombrada Reina. «Crece con esa presión, bajo una madre muy controladora y, a pesar de todo, desarrolla una personalidad muy sorprendente, se pone firme y defiende su felicidad contra viento y marea». Pero, como advierte Martínez-Fornés, a la Princesa de Asturias no sólo la movía la fuerza del amor (estaba «completamente enamorada de su primo»), también se guió por la fuerza de la razón. «Sabe que Carlos es un hombre que reúne todas las condiciones para ser un Príncipe de Asturias consorte y las cualidades humanas que hacen falta: comparte el proyecto, es católico, ha servido en el Ejército…». Es entonces cuando ella «se planta, lo defiende, con la fuerza del amor y de la razón».

Una España convulsa

Y es que, en aquella España crispada, regida por unos «políticos muy convulsos», el Príncipe Carlos se convirtió en el objetivo de todas las críticas. «El pueblo tenía muchísimas razones para protestar, porque era una España pobre , en la que era muy difícil salir de la pobreza con el trabajo diario». Se habían perdido Cuba, Filipinas, las Islas Carolinas, el bipartidismo daba sus últimos coletazos, había surgido el anarquismo, Cánovas había sido asesinado y la ola de anticlericalismo empezaba a hacer mucho daño.

Las princesas María de las Mercedes y María Teresa, hijas de Alfonso XII- ABC

La Infanta María Teresa, en cambio, tuvo la ventaja de poder «dedicarse a la parte más amable de ser miembro de la Familia Real, que son todos los asuntos de beneficencia». Así, «se convierte en una Infanta muy querida por el pueblo» y disfruta, en su boda con Fernando de Baviera, «de todo el afecto del pueblo del que no pudo disfrutar su hermana». Ambas, eso sí, lograron conciliar las razones del corazón y del Estado. Martínez-Fornés confiesa que hubo «momentos en los que parecía que estaba mirando por la mirilla del dormitorio de las Infantas en el Palacio Real». Una Infantas que, como cuenta en la novela, «crecieron enclaustradas, aisladas de otros niños», sometidas a un «control férreo» por parte de su madre y siempre pendientes de su hermano, al que adoraban.

[Pincha aquí para empezar a leer «Las hijas de Alfonso XII»]

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación