John Connolly: «Los lectores son inteligentes, la gente estúpida no lee libros»
El escritor irlandés acudió a Bilbao con otra entrega de Charlie Parker
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«El Guggenheim y el resto de museos». John Connolly (Dublín, 1968) revela sin dudar sus planes para el tiempo libre que le dejen sus compromisos en la Feria del Libro de Bilbao, donde ayer recibió la Pluma de Plata, firmó ejemplares de sus obras y participó en un encuentro sobre novela negra. El género que protagoniza la 45 edición de esta cita literaria, y que ha dado fama al escritor irlandés gracias a la serie protagonizada por el detective Charlie Parker, de la que se acaba de editar en España su penúltima entrega, «El invierno del lobo» (Tusquets), donde se enfrenta a un inquietante grupo religioso.
«Estas cosas siempre siguen ciclos. Las novelas de misterio son actualmente las más populares y lideran las listas de ventas. Pero por cosas como “Juego de Tronos” veo que la fantasía se convierte en algo cada vez más importante», reflexiona durante su entrevista con ABC. «Es el género al alza. El misterio puede que vaya a estancarse un poco, y no es algo malo. Esto obligará a la gente a reinventarse».
Minutos antes, en rueda de prensa, medio en serio, medio en broma, confesaba que adora su profesión y que no desearía tener que «trabajar para ganarse la vida». Pero durante toda la entrevista deja muy claro que no coloca en un pedestal ni su labor ni su género predilecto. «En realidad, la gente no ama la ficción policíaca. A menudo se dice que lo importante es la trama. No es así. Básicamente es siempre lo mismo: hay un crimen, un detective, lo resuelve y avanzamos. La gente la lee por los personajes», asegura. «Los libros de Patricia Cornwell en los noventa eran malísimos, pero sus ventas seguían creciendo. Porque la gente paga para pasar tiempo con los personajes por los que siente afecto», explica.
Y no le importa ponerse a sí mismo como ejemplo:«Cuando escribo novelas que no son de Charlie Parker, mis ventas se desploman. Les gusta Charlie Parker», cuenta de su antihéroe, expolicía marcado por la muerte violenta de su mujer y su hija. Un rechazo que no le frena a la hora de saltar a otros géneros, como el terror. «Puede que vendas un 10 por ciento. No recibes tanto dinero y tienes que pagar la hipoteca. Pero aprendes y progresas como escritor, y lo aplicas a los libros de Charlie Parker, y mejoran».
Un convencimiento que nace de una certeza: «Puedes experimentar y confiar en el lector. Los lectores son inteligentes, la gente estúpida no lee libros. Están muy ocupados jodiendo la vida de otra gente. La gente inteligente lee libros, y tienes que confiar en que son inteligentes y te siguen».
Batiburrillo de géneros
Cierto que Connolly no es el escritor más ortodoxo del mundo. Sus trabajos policíacos están empapados de elementos sobrenaturales. Una hibridación de géneros que defiende con ardor. «A comienzos del siglo pasado aparecieron un montón de puristas y pusieron reglas. Y una de ellas fue: nada de fuerzas sobrenaturales. En el XIX nadie le habría dicho a Charles Dickens: “¡Eh, Charles, has metido un fantasma en “Cuento de Navidad”, ¿qué es eso?, no es uno de tus libros habituales!”». Y se felicita:«Ahora hay más tolerancia a la mezcla de géneros, y es en parte por las nuevas generaciones, treintañeros que vienen influidos por la fantasía y la novela gráfica».
Con 17 años de carrera a su espalda, quien dejó «frustrado» el periodismo confiesa que aún sufre al escribir nuevas andanzas para Parker. «Cada libro quise dejarlo después de 40.000 palabras. Estoy en ese punto con el que escribo en estos momentos. Simplemente pierdes la fe. Y tienes una pequeña voz en tu cabeza que dice: “Esa es una idea horrible, yo soy la brillante idea nueva”. Y 40.000 palabras después piensas: “Esta idea es horrible”».
Asegura que no está cansado de su serie más famosa, pero reconoce que «tienes que darles a los lectores una conclusión que sea adecuada». Tal vez, con el sacrificio definitivo de su protagonista. «¡Nadie va a ganar dinero con Parker cuando me muera!», bromea con voz de ultratumba.