ARTE

Volver a los orígenes de la realidad

Dos exposiciones en Málaga que nos retrotraen a ciertos orígenes: los de Chagall, en el Museo Ruso; los de la vuelta a lo real de los nuevos realistas franceses, en el Pompidou

«Soudain l'été dernier», de Martial Soudain, uno de los nuevos realistas presentes en el Pompidou
Juan Francisco Rueda

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El Chagall que encontramos en Málaga es un pintor íntimo y mesurado que, en cierto modo, se halla lejano del desbordante, melancólico y fantasioso que ha marcado su comprensión e imagen. Es, de entrada y a través de 16 pinturas, un Chagall que redescubrir . Y lo es por el uso exquisito y libre –pero contenido– del color, por la elegancia y por la sencillez y empatía con la que lleva a sus telas el mundo que retrata. He ahí, quizás, la razón de ser de este Chagall: ese mundo, que no es otra cosa que sus orígenes, lo que añoraba y reencuentra en su ciudad natal (Vitebsk) tras volver en 1914 después de cuatro años en París.

Subyace en muchas de estas telas cierta «alegría de vivir» que no se halla, como en Matisse , en el lujo, la calma o la voluptuosidad, sino en recobrar sus orígenes y en colmar la necesidad del sentido de pertenencia. De hecho, Chagall es arropado aquí con obras de otros artistas judíos rusos, como Robert Falk o Nathan Altman , y con el contexto de las tradiciones y la cultura judaicas.

Autoafirmarse

Precisamente, varias de las piezas más sobresalientes de Chagall se insertan en esta suerte de reafirmación identitaria al representar algunas celebraciones de su credo; rincones y paisajes de Vitebsk, entre los que destacan el que veía desde su casa (se recrea esta con los enseres originales del pintor) y el extraordinario y felicísimo « Promenade » (1917), en el que se autorretrata junto a su esposa; así como varios arquetipos de personajes de su comunidad , como «Judío en rojo» (1915) y «Rabino con limón» (1924).

Junto a la asombrosa libertad del color –hipnotizador el uso de los violáceos–, ha de destacarse la modulación cubista que imprime en la superficie de muchas obras y que, en algunos pormenores, asume cierto expresionismo formal que recuerda al foco alemán. Entre las obras de otros artistas, además de las de Falk y Altman, deben valorarse sendos paisajes urbanos, de rigor cubista y color «fauve», de Iósif Shkólnik , así como «El cuento de la cabra» (1919), con unas sincréticas ilustraciones de El Lissitzky y en lengua yiddish. Esta última vuelve a evidenciar la extrema importancia que adquiere el arte popular en la conformación de la vanguardia rusa .

«Promenade» (1917), de Marc Chagall

«Chagall y sus contemporáneos rusos»

Colectiva Museo Ruso de Málaga (Tabacalera). Avenida Sor Teresa Prat, 15. Comisaria: Yevguenia Petrova. Hasta el 29 de enero

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