LIBROS

«Nuestro mundo muerto», en los desiertos de Marte

La tradición del relato en la literatura latinoamericana tiene en Liliana Colanzi una digna sucesora

Liliana Colanzi, autora de «Nuestro mundo muerto»
Arturo García Ramos

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Uno de los relatos incluidos en este volumen presenta a una joven estudiante de la universidad de Cornell tratando de escribir acerca de la Ola, un nombre que ella atribuye a una realidad indefinida y acechante , una presencia extraña que no es más que el ímpetu creador mismo. Cortázar confería a la catarsis de escribir un relato el valor de la alimaña que pretendía salir y revelarse desde esa amenaza imprecisa que pugnaba en su interior. La autora de «Nuestro mundo muerto», Liliana Colanzi (Santa Cruz, Bolivia, 1981), podría identificarse con esa joven del cuento, tratando de escribir un relato para «sintonizar los conflictos imaginarios de estos personajes imaginarios» que luchan por llegar hasta ella. Esa búsqueda de los otros y la inclinación a recorrer las galerías de lo imaginario son la seña de identidad de este libro que parece alinearse con la tradición del relato fantástico hispanoamerican o. Las supersticiones indígenas, las creencias populares, las leyendas ancestrales reviven en la escritura de Colanzi como antaño en Miguel Ángel Asturias, Arturo Uslar Pietri o José María Arguedas.

Magia ancestral

La escritura de esta narradora boliviana aparece como un intento de dar voz a esos ríos profundos de la magia ancestral, del mito colectivo, de la imaginación que pervive en la cultura de los indios collas, de los ayoreos, en pugna con el mundo moderno, al que alecciona con escuetas aperturas o túneles que permiten la intrusión de los muertos, la adivinación o la fatalidad. Las fantasías de Colanzi cobran presencia a través de un lenguaje vivo, cuyos dones hacen «temblar la tierra», como asegura uno de los personajes, pero que además les otorgan la apariencia de un universo coherente y reconocible. Aunque los cuentos de «Nuestro mundo muerto» no se limitan a redescubrir lo sobrenatural en el pasado. El relato que da nombre al volumen nos lleva a los desiertos de Marte, como las ficciones de Ray Bradbury , en una suerte de pesadilla que resume una desesperanzada visión del futuro. Sorprenden la variedad de los tonos, la pericia técnica y la seguridad narrativa al servicio de una prosa eficaz, a veces poética, y otras oral, pero siempre seductora.

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