LIBROS

«Malandar», la descacharrante arcadia de Mendicutti

Con ganas de ajustar cuentas con el pasado llega esta nueva novela de un autor que siempre se ha reído hasta de su sombra

El escritor gaditano Eduardo Mendicutti Belén Díaz
Juan Ángel Juristo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Sigo la obra de Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1948) desde aquella temprana «Tatuaje», hay que remontarse a 1973, libro que no he leído porque fue censurado y sigue inédito, a la que han seguido obras fundamentales. Tengo a Mendicutti como uno de los más secretos y grandes autores de su generación y, desde luego, uno de los mejores escritores actuales respecto al sentido del humor y de la sátira , algo a lo que doy enorme importancia porque tal talante no abunda en nuestra literatura, hecha de sucesos graves o por lo menos con grave retórica.

Lo menos que se puede decir de la escritura de Mendicutti es que es divertida y lúcida, de ahí que muchos piensen que es el Manuel Puig español , pero con todos los respetos hacia el autor de «Boquitas pintadas», Mendicutti emplea ese sentido del humor con un tono dionisíaco que no es precisamente el más adecuado para definir la prosa de Puig. Cierto es que existe un tono similar, pero ese aspecto liberador está más cerca de un Severo Sarduy, dejando aparte ciertas connotaciones vanguardistas que a Mendicutti parece le importan menos que al cubano. En cualquier caso el mundo descrito por Mendicutti es lo suficiente personal como para no hacer excesivas comparaciones con otros.

Lo menos que se puede decir de su escritura es que resulta divertida y lúcida

Mendicutti acaba de sacar nueva novela, «Malandar», una especie de memorias , algo recurrente en los escritores de la generación a la que pertenece, que parece les ha dado por ajustar cuentas con su pasado al mismo tiempo. Pero en Mendicutti siempre se oculta la sorpresa: «Malandar» es la recreación de una Arcadia, que obligadamente resulta ser la de la infancia o la juventud. Aquí nos enfrentamos con la juventud, pero vista de manera harto alejada y, por lo tanto, sujeta a ironía, a humor e, incluso, a cierta farsa de tono surreal.

Sin juzgar

Miguel Durán es un joven que decide ir a Madrid y deja atrás el paraíso de Sanlúcar y las amistades eternas, como la de Toni. Es decir, el olor de los pinos, el olor del mar, el amor entrevisto a los doce años, la juramentación de quedarse en el mundo de Tristán e Isolda junto a Elena, compañera futura de Toni. En realidad, «Malandar» es una bella evocación de una educación sentimental vista con distancia, ironía y humor, también de cierto tono descacharrante. Así, el comienzo del capítulo titulado «Toro, torero y viceversa», sobre cómo ligaban los homosexuales en los aledaños de Gran Vía, al lado del cine Avenida, en una tienda cercana al Palacio de la Música: la comparación del ligue con la suerte del toreo es sencillamente un hallazgo. Y no es el único de esta muy buena novela.

Además, en «Malandar» asistimos de manera idónea a esa «ética de la homosexualida» por haberla ya cumplimentado y de la que Mendicutti fue pionero y que ahora parece apropiarse todo el mundo. Con ello me refiero a cierta ética habida en un mundo margina l, y que en ese sentido está en abierto contraste con la transgresión sin límites de «Nuestra Señora de las Flores», de Jean Genet . Pocos como Mendicutti abogaron siempre por una normalización de la homosexualidad. En «Los novios búlgaros» adquiere matices extraordinarios, se intenta no juzgar y sí comprender. «Malandar» está ya por encima de esa tendencia hacia la comprensión, son ya otros tiempos, pero el talante es idéntico.

«Malandar», la descacharrante arcadia de Mendicutti

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación