ARTE
José Jiménez: «Lo difícil es pintar como un niño»
En 1986, José Jiménez publicó «Imágenes del hombre. Fundamentos de estética». Treinta años después, se edita una versión adaptada a los nuevos tiempos del arte
José Jiménez (Madrid, 1951) se explica cómo un libro abierto. Los años de enseñanza -es doctor en Filosofía y catedrático de Estética y Teoría de las Artes Visuales- se notan y se sienten en cada uno de los argumentos que han guiado su vida intelectual. Podríamos hablar con él de muchas cosas , pero, al final nos centramos en su último libro: la reedición (ampliada) de su ensayo de cabecera: «Imágenes del hombre» (Tecnos).
¿Cuál es el motivo de que revisite el pasado? ¿Para conocer mejor el presente?
Cuando escribí el libro en 1986 todavía no existía la cultura digital de ahora. Mi sensación es que, con matices, lo que allí se planteaba -una teoría de la estética basada en una concepción antropológica de la imagen- sigue teniendo validez.
Con los nuevos discursos y lenguajes artísticos, ¿cómo se interpreta ese concepto de la estética y de la imagen?
Percibo que tiene más vigencia y vitalidad que nunca. La imagen es una construcción simbólica que depende de las culturas en las que se produce, y tiene una amplia gama de variantes. A partir del mundo griego, donde a la vez que hay una abstracción del pensamiento y del lenguaje -que se produce por la escritura y la alfabetización-, en paralelo hay también una abstracción de la forma, es donde sitúo el nacimiento del arte.
Habla de la vigencia y vitalidad de conceptos clásicos cuando todo se hace líquido, como diría Bauman
Eso es un gran reto para el arte, y es un gran reto porque la capacidad de interiorizar la imagen y apropiarte de ella en profundidad se hace más complicada. Cuando la imagen se repite vertiginosamente, te vienen muchas a la vez y todo se mezcla. Entonces no eres capaz de diferenciar. Creo que el gran reto del arte de hoy es tener en cuenta que estamos en esa superposición de imágenes envolventes, invasoras, repetitivas; fugaces y, sin embargo, a partir de ahí, el arte lo que hace es singularizar. No se trata de renunciar a los soportes digitales.
«Duchamp fue el primero que comprendió que la tecnología había cambiado radicalmante el arte»
Rapidez, necesidad de procesar... ¿Cómo se conjuga esta paradoja? ¿Dónde se para el reloj?
Es muy importante, por ejemplo, tematizar el silencio. John Cage lo planteó con «4’33’’». Esa pieza, 4 minutos 33 segundos, donde no se interpreta ningún sonido pero lo que se oye son los sonidos ambientales y la dificultad de alcanzar el silencio. Ese es el buen trabajo de los artistas. En las artes visuales pasa igual: diferenciar, singularizar una imagen que entonces ves de otro modo. Ahora que se cumple el centenario de la famosa fuente de Marcel Duchamp, eso marca ya la pauta de por dónde van las cosas. Duchamp comprendió que había una gran pluralidad de imágenes absolutamente disponibles, y lo que hizo fue darle la vuelta a un urinario y hacerlo único, sacarlo de su ubicación. Y lo que te queda es la forma. Y ver la forma. Esto es Kant, lo dice Kant. Es lo que permite un juicio estético universal.
¿Y eso cómo se lo explica a una sociedad tan ajena al arte contemporáneo? Por ejemplo, ¿qué le diría a quien afirma frente a un cuadro de Rothko que «eso lo pinta mi hijo»?
Eso es lo más difícil: pintar como un niño, porque implica tener el espíritu abierto y, sin embargo, con una construcción plástica muy compleja, que luego después, si es necesario, se explica por qué. Es el proceso de depuración de las formas.
Voy más allá: ¿y si le preguntan cómo es que se pueden pagar millonadas por eso que haría un niño?
Para mí, la comercialización es uno de los elementos negativos del arte. Pero también hay que matizar. Una cosa es que vivimos en un mundo donde todo, absolutamente todo, se comercializa. Entonces, el arte, en ese mundo, no puede ser una excepción. Tenemos que tener la idea de que, a la larga, el arte que permanece es el arte que no se guía por factores meramente comerciales. La prueba del tiempo es la que deja qué arte realmente enriquece la mirada del ser humano.
«El arte que perdura es el que no se guía sólo por lo comercial»
¿Duchamp es el principio de todos nuestros males y nuestros remedios?
Sí. Creo que los dos grandes artistas del siglo XX son Picasso y Duchamp. Picasso es la gran estación de llegada, es el artista con una fuerza mental y de expresión visual impresionante que no desmerece frente a Velázquez o Rubens. Duchamp es otra cosa. Fue el primero que comprendió que la expansión de la tecnología había cambiado radicalmente la situación del arte y, entonces, el arte tenía que situarse en otro plano. Se habla de Duchamp casi siempre a base de prejuicios. Por ejemplo, se dice que fue el asesino de la pintura. Duchamp nunca dejó de pintar. Lo que pasa es que comprendió que la pintura tenía que buscar una ubicación diferente en este universo donde había todo tipo de imágenes disponibles. Duchamp fue toda su vida un ignorado, y empezó a comprenderse su importancia en los años sesenta.
Un pionero aún hoy.
Sí. Además, no soportaba la idea de la comercialización. Buscó toda su vida no repetirse y no ceder a la comercialización.
¿Duchamp, el gran incomprendido, y la mujer, la gran olvidada en la Historia del Arte?
Sin duda, lo creo. Pero son condiciones culturales. En un marco de cultura donde se considera que la mujer es, fundamentalmente, esposa y madre es muy difícil que pueda ejercer su creatividad. Esto viene de la Grecia antigua. Si allí se descubre el arte, sin embargo, las mujeres estaban recluidas, eran las que regían el oikos, la casa, pero no salían de la casa. Es el momento en el que se concibe la abstracción de la forma, pero se entiende que eso es tarea masculina. A pesar de todo, a lo largo de la Historia, ha habido excepciones. Ahora la mujer tiene una presencia creciente, reconocida, y que debe ser afirmada desde todas partes en el conjunto de las artes.