MÚSICA
Górecki a quemarropa
Mercenario a sueldo de las estrellas del pop alternativo, el saxofonista Colin Stetson dirige una adaptación tremendista, sobrada de electrónica, distorsión y percusión, de la popular «Sinfonía nº 3» del compositor Górecki
![Colin Stetson, junto a la violinista Sarah Neufeld, que le acompaña en «Sorrow»](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2016/04/18/stetson1_xoptimizadax--620x349.jpg)
Además de una colección de viejos y venerables instrumentos de metal –alguno con más de un siglo de antigüedad, piezas cuya solera contrasta con la experimentación a la que los somete el músico de Michigan–, Colin Stetson acumula colaboraciones con la aristocracia del pop alternativo. Arcade Fire, Bon Iver, LCD Soundsystem, Animal Collective o The National , entre muchos otros, han contado con la ayuda de Stetson, un músico cuyo talento de alquiler corre el riesgo de caer en el saco roto de la generación de músicos que lo contrata. No es el caso. El autor de la trilogía « New History Warfare » se deja querer y pagar, pero no se compromete . La doble vida de Colin Stetson le permite alternar con las estrellas del «indie» norteamericano, cuyo tirón comercial aprovecha para publicitar sus propias obras. Lo comido por lo servido.
Dice Stetson que la fabricación de instrumentos de viento comenzó a viciarse, por la utilización de materiales de baja calidad, en los años setenta , justo antes de que a través de los videoclips de la Nueva Ola le picara el gusanillo del metal. De Men At Work , banda australiana de cuyo saxofonista se quedó prendado en los ochenta, nada queda en la obra de Stetson. Tampoco de los grupos que lo llaman en busca de una nota de disonancia y distinción que personalice y enrarezca sus canciones, al gusto de un público adicto a lo exclusivo. La última obra del músico norteamericano confirma, sin embargo, que Colin Stetson va por libre y muy por delante . El corte lo pone este año la « Sinfonía nº 3 » de Górecki .
Sobrecarga emocional
Lo más parecido a un «one-hit wonder» que se puede encontrar en los catálogos de la música clásica , Górecki convirtió en superventas su lamento polaco, a lo que en los últimos años han contribuido circunstancias extramusicales, muy peliculeras, que lo han convertido en recurrente fondo sonoro para unas producciones cinematográficas, como « La gran belleza », necesitadas de sobrecargas emocionales.
El pesado lastre tradicional que la primera crítica advirtió en la «Sinfonía nº 3» de Górecki, un conformista paso atrás en los ensayos que hasta entonces desarrollaba el compositor de Katowice , es el punto de partida y de ruptura de Stetson para reimaginar, como apunta en el título de su nuevo trabajo, u na obra a la que el saxofonista trata de dar una nueva oportunidad a través de la distorsión de su fina y reconocible estampa sonora, demasiado clásica para destacar en los escaparates del nuevo y viejo sensacionalismo musical.
«Sorrow» es una lección magistral sobre la viabilidad del rock en tiempos de asfixia y encajonamiento
No ha modificado Stetson la partitura original que Górecki escribió en 1976. Solo le ha metido caña y añadido ruido . De sintetizadores, de batería, de guitarras eléctricas y también de un saxo cuya gravedad conduce al oyente hasta el pozo sin fondo de una letanía que en sus manos y pulmones reaparece contaminada del eco del «black metal» , la música electrónica de primera o segunda generación y el tremendismo que el sello Constellation ha popularizado a través de sus más conocidas formaciones y deformaciones. No es «Sorrow» un disco de saxo. Colin Stetson es uno más.
A los instrumentos de cuerda que con extrema corrección y absoluta fidelidad al guión original tratan de fijar la línea melódica trazada por el compositor polaco –junto a la voz solista de Megan Stetson , hermana del promotor de este desconcierto– se suma una orquesta de metales, teclados y percusión que de manera intuitiva e improvisada fabula un nuevo horror, hecho de drones y visceralidad, sobre los rezos de Górecki .
La voz inhumana
Pese al protagonismo que, por su definición y nítido fraseo, cobra aquí la voz de Megan Stetson, contrapuesta al forcejeo del resto de la banda reunida por su hermano , no es «Sorrow» un álbum perteneciente a esa nueva categoría musical que algunos autores, quizá cansados de apretar clavijas y tensar cuerdas sintéticas, han lanzado en versión beta para probar sonido a partir de la manipulación de la voz humana , convenientemente maleducada para dar juego y estar a la altura de retos como los propuestos por Christine Lanx y Benjamin Forest en « Tsalal » o, aún más radical, por el Beacon Sound Choir liderado por Peter Broderick . «Sorrow» cuenta en su reparto con una «mezzosoprano», pero no es Megan Stetson la que lleva la voz cantante. Como su hermano, es una más en una función cuyo argumento no es otro que la interpretación .
Sobrevaloradas, rebuscadas y cada vez más discutibles, la creatividad y la originalidad, tanto montan, han contribuido a evitar que la interpretación sea considerada como una de las bellas artes . Más allá de los previsibles cantantes de «standards», no abunda en la parte alta del cartel gente que cante o toque bien, aún menos si lo hacen a partir de obras ajenas. Colin Stetson imparte con «Sorrow» una lección magistral sobre la viabilidad del rock en tiempos de asfixia y encajonamiento y propone una irreprochable salida, natural o artificial, a esa creatividad que con exceso de soberbia y vanidad, genuinas bellas artes, ignora y fosiliza el pasado, tal cual estaba, para recrearse en un presente que no da tanto de sí como suelen decir sus pregoneros.