MÚSICA

«Farinelli curó al rey con su voz»

Gustavo Tambascio estrena en los Teatros del Canal de Madrid «Farinelli», un espectáculo a caballo entre música y teatro que evoca la estancia española del célebre «castrato»

Boceto de Luis González Velázquez para una representación escénica (1750)

STEFANO RUSSOMANNO

Carlo Broschi (1705-1782), más conocido como Farinelli , sigue llenando los teatros incluso después de muerto. El que fue el mayor castrato de su tiempo, y para muchos el mejor cantante de todos los tiempos , es protagonista de películas y piezas teatrales, su figura es homenajeada en discos y conciertos. Idolatrado en su época por los públicos de toda Europa, recompensado con sumas astronómicas, Farinelli dominó con su extraordinaria voz los recovecos del melodrama barroco . No obstante, en la cumbre de su carrera renunció a la gloria pública de los teatros y se convirtió en el cantante de un solo hombre, Felipe V , tras ser contratado por la corte española para que todas las noches su canto adormeciese al monarca y curase su melancolía. Ese es el argumento central de « Farinelli, el castrato del Rey Felipe », un espectáculo de Gustavo Tambascio que podrá verse en los Teatros del Canal de Madrid los días 14, 16 y 17 de enero.

–¿De dónde viene la fascinación actual por los «castrati», pese a lo aberrante que resultan para nosotros las prácticas que hacían posibles aquellas voces?

–Creo que tiene que ver con la vuelta del mito del andrógino que ya apareció hace tiempo en el rock. Y también con que vivimos una época neobarroca, por así decirlo, una época marcada por la atracción hacia lo fantástico y lo monstruoso.

–¿Qué cuenta su «Farinelli»?

–No quería hablar del Farinelli estrella del melodrama, que triunfa en los teatros europeos. Me interesaba el Farinelli que llega a España a instancias de Isabel de Farnesio para curar a Felipe V, algo que consiguió durante nueve años. Todas las noches, Farinelli canta las mismas cuatro arias para dormir al Rey…

–¿Todas las noches durante nueve años? ¿Echamos cuentas?

–Sabemos que fueron 3.611 noches. La primera vez que lo leí pensé: aquí hay una historia muy potente.

–Y tras la muerte de Felipe V, ¿qué ocurre con Farinelli?

«La fascinación con los “castrati” viene de que vivimos una época neobarroca»

–Fernando VI le nombra director de ópera y de las fiestas reales, y pasa de ser un príncipe del canto a un príncipe de la escena: él es quien hace los grandes espectáculos de ópera que nunca se habían visto aquí; él convierte el Coliseo del Buen Retiro en uno de los teatros más suntuosos de Europa; él crea la flota de falúas para los espectáculos sobre el Tajo y encarga a Metastasio los libretos. Mi objetivo es mostrar qué hizo Farinelli aquí. No el Farinelli divo, sino ese hombre que llegó a ser el emperador de la música en España, que se ganó la confianza de los Reyes y que fue de una honestidad extraordinaria, dejando escrito en el libro de las fiestas del Retiro hasta el último centavo que gastaba. Nunca nadie lo pudo sobornar, ni hubo la menor sospecha sobre su gestión.

–Pero habrá también zonas de sombra en su paso por España.

–Las hay, porque Isabel de Farnesio tras la muerte de Felipe V quería llevárselo a la Granja, no quería que hiciese música para Fernando y su mujer, Bárbara de Braganza. Ahí surgen tensiones. En mi espectáculo, Farinelli es visto desde la perspectiva de cada uno. Con desconfianza por Isabel, con cariño por parte de Fernando y Bárbara, y como un ser seráfico, angélico, y finalmente casi como un igual, por Felipe. Para contar la historia recurro a cinco actores y tres cantantes. No hay un único cantante que haga la voz de Farinelli, sino dos contratenores y una mezzosoprano para las arias de mayor agilidad.

–¿Cómo encajan la parte teatral y la musical?

–Se van alternando. Al comienzo entran las arias poco a poco y aparecen como algo que no se sabe bien de dónde viene. Luego entramos en la dinámica de Farinelli. La narración avanza por saltos cronológicos; avanza y retrocede en el tiempo porque los que narran el espectáculo están muertos, son fantasmas que van recordando. Todo lo que se cuenta en «Farinelli» ocurrió de verdad, pero lo que se dicen los personajes es especulación poética, producto de mi imaginación.

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