125 AÑOS DE «BLANCO Y NEGRO»
Cuento blanquinegro
El primero de los maridajes de este juego de tiempos entre escritores del pasado y artistas del presente pone en relación a José Alcalá Galiano con la pintura del premio Nacional Rafael Canogar
![El relato de Alcalá Galiano da forma (y fondo) a esta obra de Canogar](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2016/06/20/m239_arte_canogar_galiano_Papel_xoptimizadax-U102544288750KMC-U1025449117362iB-620x700@abc-Home.jpg)
Sobre la mesa está la cartera; sobre la cartera, un montón de cuartillas; sobre las cuartillas, para que el viento no se las lleve, está el tintero, y en el tintero la tinta, y en la tinta la pluma , y sobre la pluma, la tinta, el tintero, el papel, la cartera y la mesa está el poeta Policarpo Blanco y Negrete, contemplando desde lo alto de las pirámides de su vanidad cuarenta siglos futuros de inmortalidad. Palpitándole el corazón, clava sus ojos en el papel , blanco como su apellido paterno, y en la tinta, negra como el materno y como su suerte.
¿Y cómo no palpitar, si va á lanzar el fíat creador, á poner la primera piedra, el primer verso de la «Ilíada» moderna , su monumental y crono-cósmico poema «La Humaníada»? Por eso, antes de esgrimir la pluma y exprimir la mollera, se santigua en el nombre del Padre, que es él mismo, de la Madre, que es su muy cara, es decir, antibarata esposa Úrsula, y de sus seis Espíritus «non sanctos», Policarpito, Ursulita, Crispulito, Brigidita, Tiburcito y Agapita, frutas ellas y frutos ellos, más ó menos maduros, de su conyugal y casi hipostática unión con Úrsula. Y después de santiguarse, exclama con fervorosa devoción :
–Bendito seas, tintero, y tú, milagrosa tinta, sangre del espíritu, que al recibir entre tus gotas las divinas chispas de mi genio , hervirás como la magnesia efervescente, y desbordarás y caerás sobre este papel en forma de ideas; y, guiada por la magnética punta de esta pluma, tomarás forma de letras, y las letras se agruparán en palabras, y las palabras se alinearán en versos, y los versos se abrazarán en estrofas, y las estrofas se aliarán en cantos, y los cantos se eternizarán en este inmenso poema que me abrasa el cerebro y me rompe él cráneo , apoplético de inspiración! ¡Oh tintero! ¡Tú serás el teléfono con que hablaré al siglo XXIX, y al XXXIX, y al LXIX, y al XCIX, y «per omnia saecula»… ¡Por ti, cada una de estas cuartillas se tornará billete de 100 pesetas! ¡Por ti arrojaré por la ventana esta raída ropa, digna de Sakyamuni , y me haré seis trajes de Pool en Londres, y seis de Worth, en París, para Úrsula, y treinta y seis, seis por cabeza, para mis pequeñuelos; y después seré célebre, y acaso académico, y quizás diputado; y ¿por qué no? ministro ; y tendré ¿quién lo impide? coche y hotel y… ¡Oh tintero! ¡Tú eres mi Providencia, mi fe, mi esperanza, y al emprender mi obra magna, yo te bendigo «in nomine»…
Y al ir entuasiasmado, como la lechera de la fábula , á bendecir casi sacerdotalmente el cáliz tintó rico, el «vas spiritualis», el «vas honorabile», el «vas insignis devotionis»…
Los que saben dar forma al fondo de sus ideas, saber y cualidades, son los grandes, los artistas, los vates, los maestros, los inmortales
¡¡¡Pataplúm!!! La bendiciente y neurósica mano da un golpe al tintero, que, dejándole estático, pierde su estática, y rueda, y se vuelca sobre las cándidas cuartillas, y en vez de llenarlas de palabras, versos, estrofas y cantos, las llena de inmensos borrones, manchas, garrapatos y arroyuelos , y la emancipada tinta, mal saciada de cuartillas, se extiende por la mesa, se esparce por el claro traje y puños y manos de Policarpo, y de éste desciende á chorros sobre la humilde y desflorizada alfombra… y vamos, aquello se torna el mar Negro, el mar de Azoff ó de Azabache, el mare mágnum de la tinta. El atontado y atintado Policarpo pide socorro á gritos , y á ellos, como brigada de incendios, acuden atolondrados sus tres bomberitos y tres bomberitas, Tiburcito, Agapita, etc., etc., etc. Y con el «trop de zéle» infantil, en un momento convierten sus caras en cruces, las manos en guantes de luto, sus trajes en mapamundi, y hasta en papamundi el traje del infeliz papá, quien, repartiéndoles sopapos y puntapiés, llama con voces de Stentor á su protectora Úrsula.
Fresca y blanca como una azucena llega la ursulina esposa, y, al verla, los seis llorosos parvulitos se precipitan en el materno seno de aquella Niobe , que queda petrificada de dolor al ver en medio minuto convertido su vestido, de blanca batista, en cretona de negras flores y caracteres chinos . Y al concertante de los maternos, paternos y filiales gritos, acude la fregona, armada de paños, aljofifas, rodillas y estropajos, para contener la niagaresca inundación de la tinta (que, como la sangre y el aceite, tiene la virtud de la propagación); y tal maña se da, que, á los pocos minutos, muebles, suelo y paredes se ven atacados de una verdadera erupción de viruela negra ; tantas y tales son las innumerables pintas, manchas y rosetones negros salidos del infernal tintero.
¡Mísero Policarpo! Ese tintero bendecido, de cuyo fondo debían salir tan estupendas cosas, ahora le cuesta: primero, un traje nuevo para él; segundo, otro ídem para Úrsula; tercero, seis, para los seis angelitos tintudos y patudos; cuarto, nuevos cuadernillos de papel; quinto, nueva alfombra… ¡qué sé yo! una verdadera palingenesia de indumentaria, mobiliario y escritorio .
Y todo por cuestión de forma. Si aquella tinta hubiera caído sobre el papel gota á gota, como rocío pensante , evocada y ordenada por la pluma del gran vate, hubiera producido «La Humaníada», es decir, la fortuna, la inmortalidad de Policarpo.
«Después seré célebre, y acaso académico, y quizás diputado; y ¿por qué no? ministro; y tendré ¿quién lo impide? coche y hotel»
Pero cayó de golpe y porrazo, en forma de borrones y manchas, y salió… ¿qué había de salir?... «La Tintíada»: el poema de la ruina, los préstamos, pagarés , no pagarés, sablazos y bayonetazos del lírico-místico Policarpo.
El poema escrito era la Fama, la Dicha, la Gloria .
El poema derramado fué la Infamia, la Ducha, el Infierno .
¡Ah! ¡La forma! ¡la forma! «Ecco il problema». «That is the question», como dicen los eruditos.
Muchos hombres tienen fondo, y hasta doble fondo. ¡Qué pocos tienen el don de la forma!
Los que saben dar forma al fondo de sus ideas, saber y calidades, son los grandes, los artistas, los vates , los maestros, los inmortales, los héroes de «La Humaníada», el gran poema de la historia.
Muebles, suelo y paredes se ven atacados de una verdadera erupción de viruela negra
Los que derraman la tinta intelectual sin orden, ni concierto, ni plan, á boca de tintero, sólo hacen manchas y borrones ; son los pequeños, los inútiles, los charlatanes, los «clowns», los pobres actores de «La Tintíada», el negro poema de la obscuridad y la insignificancia,
Por eso el éxito es cuestión de forma .
Se ignora si Policarpo, con nueva tinta y papel, acabó su gran poema .
Hay quien pretende que, al emprenderle de nuevo, sólo le salieron borrones rimados, garrapatos líricos , y que aquellas cuartillas, emborronadas por el tintero vertido, fueron las más claras é inteligibles que escribió en su vida.
Lo cierto es que, desengañado y hambriento, renunció á las letras , cambió de rumbo, estudió su fondo, y encontró su forma.
Logró ir de visita á Puerto Rico, y hoy es rico y en puerta para ministro.
Dio á su genio forma de ingenio, y á su ingenio forma de ingenios… de azúcar . Era cantador de poemas, y se hizo contador de rentas.
¡Cantar! ¡Contar! Mera cuestión de forma .
Que es cuestión de fondos .
Aplicaos el cuento lectores , y aprovechad la lección de Policarpo.