ARTE

El Bosco: cinco siglos no bastan para descifrarlo

El Museo del Prado ofrece la gran exposición del Año Bosco en España. No en vano, esta ha sido su casa durante siglos, donde ahora volverá el amante del arte

«El jardín de las delicias», una de las obras más conocidas del Bosco

JOSÉ MARÍA HERRERA

El Museo del Prado conmemora el quinto centenario de la muerte del Bosco con una gran muestra . Sus enigmáticas pinturas son una de las joyas de la institución . Cinco siglos no han sido suficientes para descubrir su misterio. Los estudiosos han brindado interpretaciones de todo tipo, teológicas, morales, psicoanalíticas, esotéricas , pero ninguno hasta hoy ha logrado convencer a los demás.

Se ha dicho que el interés por la pintura del Bosco debe mucho al «exasperado misticismo español». España tiene la suerte de poseer buena parte de su producción. Felipe II lo admiraba tanto que adquirió cuantas piezas pudo. Ya su bisabuela Isabel la Católica y su abuelo Felipe el Hermoso contaban con algunas . Quizás no sea estéril partir de esta afición. Aunque ser un apasionado coleccionista no garantiza la comprensión de un autor, vale la pena imaginar qué vio el Monarca en su obra y por qué, al final de su vida, quiso tenerla ante sus ojos.

Larga agonía

La agonía de Felipe II duró 53 días. Así lo dice un testigo, el padre Sigüenza, bibliotecario de El Escorial. De acuerdo con sus palabras, el Monarca, lleno de temor, ordenó traer a su alcoba multitud de crucifijos y reliquias . Era el mayor coleccionista de la cristiandad (siete mil piezas, entre ellas, un centenar de cabezas y diez cuerpos enteros) y creía en su poder curativo. Por si la parafernalia sagrada no bastara, el Rey pidió también que se dispusieran alrededor de su lecho de moribundo las tablas y trípticos del Bosco . Parece que esperaba hallar en ellas algo de lo que encontraría tras entregar su alma a Dios.

Hieronymus Bosch falleció en 1516, un año antes de que Lutero clavara sus famosas tesis en la iglesia de Todos los Santos de Wittemberg. No era, claro, un hombre moderno. Obsesionado con el problema de la salvación, consagró su arte a traducir la esencia del mensaje bíblico . Ni los dogmas, ni las sutilezas eclesiásticas, ni los temas tangenciales de la piedad, le interesaban en absoluto. Aunque hay mucho de visionario, de onírico y esotérico en sus pinturas, el marco donde esos elementos cobran sentido es el credo cristiano. Las aberraciones que plasmó como aviso de lo que puede sucederle a quien vuelve la espalda a Dios no tienen nada que ver con la crítica de la razón o el surrealismo. Basta con contemplar los pórticos de las iglesias románicas y góticas o los bestiarios de la época para saber que todo eso estaba ahí. Él enriqueció innegablemente ese legado, pero con un espíritu medieval . Fue, por cierto, esa fidelidad a la tradición la causa de que se le apreciara tanto en la España de la Contrarreforma.

«Tabla de los siete pecados capitales», atribuida al Bosco

«El Bosco. La exposición del V Centenario»

Museo del Prado. Madrid. Paseo del Prado, s/n. Comisaria: Pilar Silva. Desde el 31 de mayo

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación