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«Bioshock Infinite»: Columbia, la capital de Donald Trump
«Bioshock Infinite» nos propone un 1912 alternativo en una ciudad voladora donde el nacionalismo estadounidense acabó fuera de control, con una retórica que ahora suena familiar
Booker DeWiit es un detective privado de Nueva York contratado para encontrar a una joven en Columbia, una ciudad voladora separada de la Unión por su radicalismo . Su fundador, Zachary Comstock, la levantó sobre unos pilares que pretendían reunir la esencia americana como un símbolo que se pudiera pasear por el mundo entero como un acto de propaganda viviente. A pesar de ser lanzado a principios de 2013, el juego vuelve a la actualidad por la similitud entre los postulados de Comstock y las declaraciones incendiarias de Donald Trump.
Cuando Booker DeWitt llega al faro y activa el mecanismo de llamada, al comienzo del juego, se produce el rapto celestial. El cielo se vuelve rojo, suenan las trompetas y DeWitt se ve arrebatado a los cielos. Cuando abre los ojos se encuentra en un ambiente sacro, un lugar de oración donde los fieles, vestidos con túnicas blancas, caminan por pasillos inundados de velas. Un predicador guarda la entrada a la ciudad .
Religión americana
La única forma de acceder a la magnífica urbe es aceptar el sagrado bautismo purificador, renunciar a la Sodoma del mundo inferior y abrazar la religión americana, donde los Padres Fundadores son venerados como santos con estatuas donde cada uno de ellos aparece sosteniendo un atributo significando su dádiva a los ciudadanos de Columbia. Thomas Jefferson es representado con un pergamino, simbolizando la ley y el orden; Benjamin Franklin aparece ofreciendo una llave, del conocimiento y la industria; y por último George Washington sostiene una espada, símbolo del poder ejecutor de la justicia.
La religión de Columbia parte de los postulados WASP (anglosajones blancos protestantes, en sus siglas en inglés) llevados al extremo mezclado con un misticismo ultranacionalista. Los católicos irlandeses aparecen subyugados por la élite de la ciudad como miembros de una secta hereje. El líder supremo es reverenciado como el mayor de los profetas. Comstock se presenta ante los habitantes de la ciudad como un enviado directo de Dios llamado a purificar el mundo entero con el fuego de la justicia, la potencia de su armada personal.
La tensión racial provoca un levantamiento de las clases oprimidas que desemboca en una guerra civil abierta
Toda la magnificencia y todo el esplendor de Columbia se sostiene sobre un principio de xenofobia institucional . Solo los hombres y mujeres de raza blanca son tratados como ciudadanos propiamente dichos. El resto, aunque admitidos en la ciudad, son relegados a trabajos de servidumbre en condiciones infrahumanas, explotados por magnates sin escrúpulos. La segregación racial es una cuestión de Estado, fuertemente defendida por la sociedad, hasta el punto de que las parejas interraciales están terminantemente prohibidas, con los acusados de cometer un delito semejante sometidos a lapidaciones públicas .
La tensión racial provoca un levantamiento de las clases oprimidas que termina desembocando en una guerra civil abierta entre dos facciones: los Fundadores y los Vox Populi. La facción más radical de los Fundadores está formada por la Fraternal Orden del Cuervo, una secta inspirada a medias por el Ku Klux Klan y la Francmasonería que venera como un santo a John Wilkes Booth, el asesino del decimosexto presidente de Estados Unidos, el republicano Abraham Lincoln. Lincoln es presentado en la iconografía de la Orden como un demonio, y sus integrantes se refieren a él con desprecio con el título de «El Apóstata», incapaces de perdonar la abolición de la esclavitud.
No tan inconcebible
La jugabilidad de «Bioshock Infinite» no pasa de ser una simple experiencia «shooter» con algunos poderes especiales. El combate no es muy profundo, y la acción se divide en arenas que dejan ver demasiado la estructura del juego, rompiendo la ilusión de la ciudad . Sin embargo, el mundo ficcional de Columbia destaca por su valentía a la hora de incluir temas delicados, nunca antes tratados en los videojuegos. La ciudad está cargada de detalles, sustentados por una dirección de arte prodigiosa, que profundizan en una ideología americana ultranacionalista. Aunque el juego habla de universos paralelos, a tenor del discurso de Donald Trump en su campaña presidencial, no resulta tan inconcebible.