ARTE
Anni Albers, tirar del hilo en el Guggenheim
Entre los actos del XX aniversario del museo bilbaíno se sitúa esta cita sobre uno de los máximos exponentes del arte textil. Pero Anni Albers, a la sombra de su marido, fue mucho más que eso, puntal de la Bauhaus y el Black Mountain College

¿Por qué merece la pena acercarse al Museo Guggenheim de Bilbao a ver una exposición como «Tocar la vista», dedicada a Anni Albers? Son muchas las razones . La primera, por ser una muestra que arroja luz sobre una artista prácticamente desconocida para el gran público, pese a haber sido una pieza fundamental de la Bauhaus (allí dirigiría su taller de textil) y, años más tarde, del Black Mountain College en EE.UU.
Estaba muy concienciada con la búsqueda de mecanismos que democratizaran las ideas y ayudaran a expandirlas para hacerlas accesibles a todos
Segundo, por ser una creadora a la que e n pocas ocasiones hemos podido ver en una individual (sobre todo en Europa), más allá de la retrospectiva del MoMA de 1949, y alguna comparecencia en el Guggenheim de Venecia. En España tuvimos más suerte: hace una década, el Museo Reina Sofía se interesó por ella, pero fue por una parcela específica de su imaginario (sus viajes por Latinoamérica), y siempre de la mano de su marido, el pintor Josef Albers , al que conoció en la Bauhaus y que, consciente o inconscientemente, influyó en su «productividad» (lo cuenta el director de la Josef and Anni Albers Foundation: la creadora nunca olvidó su –antiguo a nuestros ojos– papel de esposa).
Y tercero, y casi más importante: porque pese a que no fue una creadora prolija (aún así, esta muestra de Bilbao es una de las que ha reunido hasta la fecha el mayor número de sus «tejidos pictóricos» ), fue una mujer que encarna a la perfección el desarrollo del siglo XX, ya que fue muy longeva.
Uno de los máximos exponentes
Nació en 1899 en Berlín, donde vivió el devenir de sus vanguardias, pero donde también sufrió el peso del nazismo (pertenecía a una familia de origen judío), lo que obligó al matrimonio a huir a América; allí falleció en 1995. Deseó ser pintora y escultora, pero problemas de salud la convirtieron en uno de los máximos exponentes de lo que hoy se conoce como arte textil, que, no obstante, abandonaría en EE.UU. para trasladar sus conclusiones al grabado y la fabricación industrial.
Eso, y una idea que interiorizó desde sus comienzos en la escuela alemana: la de «prototipo» . Esto es: la búsqueda de mecanismos que democratizaran las ideas y ayudaran a expandirlas para hacerlas accesibles a todos. Ella, como pocas, renueva la idea del artista como diseñador , la de una capacidad creativa que no se compartimenta en disciplinas. Además, desarrolló una labor como teórica a la que la muestra se asoma tímidamente , pero que queda bien plasmada en el catálogo, con la traducción por primera vez al español de «Del tejer», uno de sus textos fundamentales, de 1965.
Pese a que no fue muy prolija, Anni Albers encarna a la perfección el desarrollo del siglo XX, ya que fue una creadora muy longeva
La cita, pequeña pero potente, ocupa las tres salas de la tercera planta que el Guggenheim dedica a los nombres fundamentales del siglo XX (y que en las últimas entregas han sido en gran medida mujeres). Su comisario, Manuel Cirauqui , ha planeado un viaje cronológico que se asienta en dos ejes: el paso de la creadora «del arte al diseño» , y su transitar del «texto al textil» . La primera sala funciona como una muestra dentro de la muestra, con sus «highlights» de la Bauhaus –cuando vierte sus intereses por la abstracción pictórica en lo textil– y la Black Mountain –donde esa abstracción rompe costuras y se vuelve lírica, con guiños al paisaje–.
Pero también se incluyen, según avanzamos, sus joyas de materiales poco ortodoxos ; sus series de grabados fundamentales (de «Relación de líneas», la primera, de 1964, al protafolio «Conexiones», en el que ella misma repasa los hitos de su carrera); sus «Colgaduras» o trabajos textiles en colaboración con grandes empresas para seguir democratizando sus resultados (algo que la Fundación continúa haciendo hoy)... Albers –Anni, no Josef– bien merece que tiremos del hilo.