arte

Matar al padre: Axel Hütte en la galería Helga de Alvear

El fotógrafo alemán Axel Hütte se reinventa a sí mismo y, desde la foto, da el sato al vídeo en la galería Helga de Alvear. Venecia es el telón de fondo de su propuesta

Matar al padre: Axel Hütte en la galería Helga de Alvear abc

francisco carpio

No debe de resultar nada fácil –ni siquiera desde una perspectiva freudiana– intentar matar al padre. Y menos aún cuando se trata de un padre-madre. Tarea doblemente costosa y dolorosa… Siempre he pensado que este debía ser el caso de los miembros de la llamada Escuela de Düsseldorf; al menos, de algunos de ellos. Hijos de Papá Bernd y Mamá Hilla Becher, han tenido que soportar una pesada y bendita carga de influencia por parte de dos de los fotógrafos más referenciales y seminales de las últimas décadas. Entre los autores pertenecientes a este movimiento, con nombres como Thomas Ruff, Candida Höfer , Thomas Struth o Andreas Gursky, por citar sólo los más conocidos, Axel Hütte ocupa no sólo uno de los lugares más destacados, sino que además siempre ha intentado ofrecer una voz propia y personal, independiente, en cierto modo, de la influencia de sus maestros.

Bernd y Hilla Becher son considerados los padres de la fotografía contemporánea. Sus instantáneas ganaron fama por salvar de la destrucción edificios industriales abandonados. Aunque el verdadero prestigio les vino por el magisterio llevado a cabo por ambos en Düsseldorf. Bernd Becher se convertiría en el primer catedrático de fotografía artística que daba clases en una academia de Bellas Artes alemana, mientras que su mujer Hilla también desarrolló una importante labor docente. Sus enseñanzas darían lugar a la invención de nuevos referentes fotográficos, así como a una nueva manera de mirar , signada por un carácter realista, distante y –aparentemente– objetivo, en el que la representación de edificios y espacios arquitectónicos se convertiría en uno de los temas principales.

Las obras se han impreso utilizando distintas capas y materiales, como el cristal

Axel Hütte (Alemania, 1951), a diferencia de otros miembros de este grupo, se interesó desde un principio no por la fotografía de interiores y arquitecturas, sino por la plasmación de un personal concepto de paisaje que buscaba ser algo más que una simple continuación de la tradición de la pintura paisajística, aunque fuera empleando diferentes medios y estrategias de expresión. Para él, siempre resultó importante desarrollar un ejercicio de reflexión relacionado con las mecánicas perceptivas, de manera que sus fotos suelen presentar sutiles «alteraciones» que consiguen atraer nuestra mirada.

Con aspecto 3-D

Shadows of Light nos presenta, sin embargo, otro tipo de paisajes, que no beben ahora de la recóndita fuente de la Naturaleza de la que hablaba Nietzsche, sino que proponen un paisaje arquitectónico centrado fundamentalmente en diversos ejemplos de una ciudad tan emblemática y artísticamente representada como es Venecia, «rica en oro, pero más rica aún en fama», según afirmaba Petrarca…

Se trata de un conjunto de fotos en blanco y negro realizadas en 1985, que actúan como introducción a otras imágenes mucho más recientes que muestran otra forma distinta de ver algunos espacios urbanos de esta ciudad, y que se combinan también con vistas nocturnas de otras urbes en Japón y Malasia.

La pieza más novedosa es, sin duda,

«Attonitus»,

su primera obra audiovisual

Una de las características más destacadas de estas nuevas obras es la peculiar forma en que han sido impresas, utilizando distintas capas y materiales, entre ellos el cristal, lo que les confiere un singular aspecto 3-D, con un gran sentido de profundidad, como si fueran decorados y escenografías emulsionadas. Un aspecto, por cierto, que las aleja de las premisas de planitud y bidimensionalidad propugnadas y experimentadas por los Becher.

Pero la pieza más novedosa es, sin duda, Attonitus –su primera obra audiovisual–, un vídeo que recoge con eficaz cadencia imágenes que parecen representar escenas estelares y galácticas, como el nacimiento y muerte de una supernova, o la órbita ondulada de un planeta incógnito, pero que en verdad «sólo» son el mudable –y mudo– reflejo de la luna en los canales de Venecia, y la efímera ascensión y caída de unos humildes fuegos artificiales.

Un espec(tac)ular montaje de imágenes reflectadas –con espejos a ambos lados de la proyección– y una adecuada banda sonora contribuyen a crear una atmósfera teatral, muy veneciana, que acaba envolviendo al espectador. No parece ser un mal comienzo en un lenguaje complejo y difícil como el del –buen– vídeo…

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