Eurovisión
Giuseppe di Bella: «Si ganamos Eurovisión, me merezco la nacionalidad española por vía de urgencia»
El bailarín Giuseppe di Bella será el encargado de acompañar a Edurne, la representante española en Eurovisión, el próximo 23 de mayo en Viena. Él nos desvela algunos secretos de su puesta en escena
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Llegó a España hace siete años, chapurreando a duras penas nuestro idioma, para acabar su licenciatura de derecho. El baile le apartó de la notaría a la que se veía abocado en su Sicilia natal. Ahora, en un impecable español, y con mucho desparpajo, Giuseppe di Bella (bailarín y actor , habitual del cuerpo de baile de programas como Operación Triunfo, Tu cara me suena o Más que baile) se tiene que morder la lengua para no desvelar muchos secretos de cómo será la actuación de Edurne, la representante española en Eurovisión . Porque este joven italiano de 28 años, enamorado de nuestro país, será el encargado de defender junto a ella Amanecer en Viena el próximo 23 de mayo. Esta es su historia, desde la que nos desvela algunos de los secretos de lo que será una esperada puesta en escena.
¿Cómo se convierte un licenciado en derecho en bailarín?
Yo estudiaba derecho, e iba para notario en Sicilia. Se me planteó la posibilidad de hacer el Erasmus o bien en Madrid o en Santiago de Compostela, en Córdoba o en una localidad cerca de Helsinki… Y, teniendo en cuenta que yo ya venía de otro pequeño pueblo, preferí trasladarme a una capital. Por entonces yo bailaba, pero por deleite personal. Hacia baile de salón, hip hop, pero en mi vida me había planteado dedicarme profesionalmente a esto.
«Al anunciar que habría coreógrafo, se pensó que Edurne bailaría»
Pero para ganarme algo de dinero, comencé a dar aquí clases de baile. Y un día, una amiga me habló de la posibilidad de presentarme a un cásting de Operación Triunfo . Era el año 2009. Mi amiga insistía porque decía que yo cumplía con el perfil que le gustaba a Miryam Benedited, la coreógrafa, una mujer que siempre digo que me ha cambiado la vida, porque si no me hubiera seleccionado, yo estaría ahora mismo en Italia llevando mi notaría.
El caso es que al final hace caso a esa amiga…
Me presento al cásting, junto a 320 personas, donde todos se conocían entre ellos. Yo hablaba a duras penas español. Pero fui pasando una prueba, otra y otra… Y me quedé. Llamé a mi madre para decirle que me quedaba tres meses más para hacer un programa de televisión. Ella me pidió que volviera. Yo se lo prometí. Pero acaba OT y me fichan para el musical de Los 40 Principales . «Mamá: que ahora hago un musical. Una temporada más y vuelvo». Termina eso y engancho con Más que baile. Desde entonces, han pasado siete años…
Habla de casualidades, pero, ¿por qué España?
Pues no lo sé, porque yo no hablaba ni español. Y para acceder al Erasmus, tienes que pasar una prueba de idiomas y que te declaren «idóneo». A mí me consideraron «casi idóneo». Pero tuve la suerte de que la chica que sí que era apta, no pudo finalmente ir. De hecho, cuando tuve que pasar la entrevista de español en Italia, yo llegué con cuatro frases hechas de cómo me llamaba, de dónde era y el número de hermanos que tenía. Pero mi problema fue que la profesora me hablaba de usted. Y yo no tenía controlada las correspondientes formas verbales. A ese desastre de conversación se sumó que el mes antes de venirme, casi me echo para atrás. Me entró miedo de viajar solo, de enfrentarme a una gran ciudad…
Y ahora se va a subir a un escenario en Viena para que le vean millones de personas. A mí eso me daría más miedo.
Es otra locura. Primero, porque vengo de un país, Italia, en el que no existe la cultura eurovisiva de España. Nosotros tenemos San Remo . Siento la magnitud del asunto, pero no lo percibo. Todo el mundo me está diciendo que alucinaré cuando llegue allí. Que es una semana en la que todo es a lo grande. Falta un mes. Estoy expectante. Pero no podemos olvidar que esto es un programa de televisión más. ¡Pero es un señor programa de televisión! Hace unos días me reía con mi madre, pues por primera vez me va a poder ver bailar desde Italia. Yo no lo he hecho nunca en la televisión italiana.
El año pasado se quedó a las puertas del festival: participó en el vídeo de promoción de la canción de Ruth Lorenzo .
Hicimos un gran videoclip, quedo muy elegante, a la gente le gustó. Eso se realizó en tres días; con un mes de ensayo habría salido perfecto. Tal vez fue una idea que se planteó pero que nunca llegó a materializarse en las cabezas pensantes. Y hace poco lo comentaba con Miryam, que este era el año que menos me esperaba que me llamaran para hacerlo con Edurne.
No soy el protagonista de «Amanecer»
De hecho, hace un mes, en el programa de radio en el que trabajo, Sospechosos Habituales, con Borja Terán , entrevistamos a Miryam y ella confesó que no era la coreógrafa de Eurovisión , mientras que a mí me preguntaban por el cuerpo de baile, dado el revuelo que generó la imitación de Pink con Edurne en Tu Cara Me Suena , con movimientos en redes sociales pidiendo «Giuseppe a Eurovisión ». Por entonces, ni yo me lo había planteado, ni nadie nos había tanteado. Y ahí estamos ahora…
No le voy a hacer elegir, pero sí le voy a pedir que me defina a Ruth Lorenzo y a Edurne.
No tienen nada que ver. Ruth es impetuosa, muy de corazón. Y Edurne es la perfección en sentido técnico. Es una chica muy objetiva a la hora de trabajar, que busca la máxima concentración en lo que hace. Cuando empezamos a plantearnos que haríamos para Eurovisión , los de RTVE temían que no fuera a llegar o que fuera a ahogarse. Y yo les respondía: «Señores, si hay una persona con la que pueden ustedes estar tranquilos de que no se le va a ir la voz, porque en el mes que tiene para prepararse lo va a machacar todo tanto, esa es Edurne». Edurne es así y llegará a Viena controlando a la perfección su actuación. Yo en lo de Pink veo mil fallos en mi interpretación, pero, si soy objetivo, ese número se organizó en seis horas y media de ensayos. Si pudo hacer eso y no desafinar, en Viena lo puede bordar. Ahora: eso no significa que allí vayamos a ponernos a volar y dar saltos. Fue muy bonito trabajar con Ruth y tiene pinta de que va a ser muy bonito hacerlo con Edurne.
«No vamos a ponernos a volar ni a dar saltos». ¿Qué se puede desvelar de lo que preparan para Viena?
Lo que se puede contar a día de hoy es que la puesta en escena la lleva Gestmusic , que creo que es una idea muy interesante, pues supone que se haya sectorializado el trabajo. El realizador se ocupa de la realización, el iluminador de la iluminación… Cada uno se responsabiliza de una parte y todo deja de depender de una única persona. Ellos tenían muy claro el concepto de puesta en escena que querían hacer, pero se dieron cuenta de que precisaban de un coreógrafo. Y más tarde, se dieron cuenta de que hacía falta un bailarín.
«Sé perfectamente cuánto pesa Edurne, cómo cogerla...»
Y decidieron que la coreógrafa fuera Miryam Benedited y que el bailarín fuera yo. Cuando se anunció que habría un coreógrafo, la gente empezó a pensar que Edurne iba a bailar todo el rato. Tranquilos. Lo que se va a hacer es contar una historia, explicar lo mejor posible de qué va Amanecer, de forma que quien no entienda el español, pueda meterse en su letra y vivir la canción.
¿Significa eso que usted es el protagonista de la canción?
No. Soy un medio, un instrumento para que se entienda lo que Edurne quiere contar con esta canción. Pero soy un medio más. Habrá otros…
¿Y serán dos personas en el escenario?
Eso sí te lo puedo confirmar. Si no, habría salido otro nombre a relucir…
¿No habrá apoyos vocales?
De momento no se ha planteado lo de un coro. Pero tampoco es un tema que me competa, por lo que no puedo decirte mucho. Lo que sí sé es que no habrá más bailarines. Si así fuera, me enfadaría (bromea). También se ha rumoreado lo de los coros ocultos. No. No hacen falta. La canción tampoco se ha grabado con ellos. Hay quien piensa que en un directo favorecen las emociones. Amanecer va a emocionar pero por otras cosas.
Comentaba ahora lo que se dice y lo que no se dice de lo que van mostrando. ¿Influyen las críticas? ¿Se puede vivir al margen del «feedback» informativo?
Yo me lo leo todo. Y no me puedo quejar de la parte que me toca. De hecho, el día que se hizo pública mi participación, mi móvil echaba humo. Yo intentaba grabar un ensayo con él y era imposible. La aceptación, por suerte, ha sido más que positiva… De momento.
«Antes de salir al escenario, me santiguo. Allí lo haré dos veces, porque es más grande»
Lo gracioso de Eurovisión , que no lo malo, es que todo el mundo opina. Todo el mundo es de repente coreógrafo, cantante, bailarín… Pero eso es bueno porque demuestra que es un evento muy participativo. Y te paras a leer comentarios y, aunque se dicen cosas muy absurdas, hay otras de las que puedes sacar algo. Y si llega un mensaje malo, pues lo tomas como lo que es. No le puedes gustar a todo el mundo.
Con Edurne ya había coincidido en «Tu cara me suena» y «Más que baile». ¿Eso ayuda a la hora de preparar algo como Eurovisión
Es fundamental. Sé perfectamente cuánto pesa Edurne, cómo cogerla, de dónde, cómo se mueve, qué rapidez de reacción tiene... Ha pasado un año, y algo habrá cambiado, pero, cuando trabajas en pareja bailando, es básica la confianza. Como te lleves mal con alguien, eso se transmite. Porque además, muchos movimientos son de empatizar al máximo con el otro. O casas anímicamente, o nada cuadra. Conocernos de antes, ayuda mucho. Ella ya me ha dicho que saber que bailaremos juntos la tranquilizará bastante. El objetivo final es que ella brille y que convenza a Europa.
Como italiano, que no apostemos por el inglés, ¿cree que es un «handicap» para la canción?
Cuando llegué a España y vi de que iba Eurovisión , era de los que pensaba que todas las canciones tenían que ser en inglés. Pero luego es verdad que las lenguas latinas no tienen ningún problema para triunfar en la música. Italia ha vuelto muy fuerte a Eurovisión y son los favoritos este año. Il Volo ahora mismo son como los Auryn de Italia. Cantar en inglés te abre al mercado más fácilmente. Pero entre una canción en español y otra en búlgaro, es posible que la primera llegue más. Hay idiomas que llegan mejor para transmitir emociones. Y el español es el segundo idioma más hablado en el mundo…
Lo que ha demostrado Eurovisión en los últimos años es que una puesta en escena puede decantar la balanza de los votos. ¿Siente esa responsabilidad sobre los hombros?
Es una gran responsabilidad. Una canción puede ganar el festival solo por su escenografía. Al ser un programa de televisión, con 120 millones de espectadores, puede que un quince o diez por ciento sean eurofans de verdad que conocen a todo el mundo, que se conocen las canciones, pero son muchísimos más los que lo ven solo ese día. Y de estos, hay que ver cuántos votan. Por otro lado, todo está ya inventado. Y allí siempre tienes unos límites técnicos. No puedes meter en el escenario el león que sacó Katy Parry en la Superbowl porque no tienes tiempo material para hacerlo y porque el escenario se hunde. Lo que nosotros vamos a presentar es bonito, elegante, resultón, explicativo y creo que va a gustar.
Es italiano. ¿Con qué país estará su corazoncito en la «Green Room», cuando el trabajo ya esté hecho?
Con España. De hecho, yo digo ahora de broma que, si ganamos, a la vuelta, solicito la nacionalidad española. ¡Me la tendrían que dar vía express! Llevo muchos años aquí y creo que he crecido aquí. Es de los 20 a los 30 que uno se forja, y esos años yo los he pasado en España. Un porcentaje elevado de mí se siente español, aunque no sabría decirte si un 40 o un 70 por ciento. Evidentemente, si gana Italia, sentiré alegría. ¡Gana la mamma! Pero nosotros vamos a ir para que gane España. Que gane o que, por lo menos, quede muy bien, mejor que el noveno puesto de Ruth Lorenzo.
Por lo que haya podido ver hasta ahora, ¿quiénes son los rivales más fuertes?
He visto cosas. Me gusta la canción sueca , que, aunque se hable de plagio, tuvo una puesta de escena muy buena en su preselección nacional. Y también se habló de que el dibujito que usaban se inspiraba en no recuerdo qué dibujante, hasta el punto de que han tenido que retirarlo. A ver ahora qué se inventan para sustituirlo, que era muy entrañable. Y también me seduce la albanesa , que me va a hacer un fiasco a mí con los doce puntos italianos, porque ganó The Voice en Italia y allí es muy conocida.
¿Cómo veía usted el festival cuando era una persona anónima?
Mi primer contacto con Eurovisión fue en mi sofá, en mi piso de Erasmus, el año del Chikilicuatre . Y pensé: «¡Dios mío! ¿Qué es esto?». Además fue un año bastante friki. No me enteré muy bien ni de qué iba, ni de lo qué era eso. Solo veía a un montón de países que votaban y que Italia no estaba. En estos años me he hecho más seguidor, pero básicamente porque es un espectáculo televisivo, y a mi me gusta la televisión, me gusta el medio. Hay suficiente dinero para hacer cosas bonitas, para hacer un espectáculo perfecto. Y, sobre todo, porque trabajando allí nunca te aburres.
«No olvidemos que Eurovisión es un programa de televisión más. ¡Pero un señor programa!
Me encantaría estar en una obra de teatro, pero si me das a elegir, prefiero la televisión, no por sueldos, sino porque en la tele estás sometido al cambio constante. En el teatro, como cuando estuve en el musical de Los 40, en la actuacción 220, salía al escenario y pensaba en la lista de la compra. Su aplauso es otra cosa, las sensaciones son otras, pero en televisión nunca se te atrofia el cerebro. ¿Lo malo? Que a veces salen cosas muy chulas, pero las haces una vez. Y nunca más. Es un producto fast food.
¿Es supersticioso?
Sí. Tengo las manías típicas de salir de la cama con el pie derecho, aunque luego te das cuenta de que son tonterías porque en España tocáis madera y en Italia tocan hierro y huevos. En el escenario, allí el morado es el color imposible; aquí, el amarillo. Y estas supersticiones mías, las tengo tan mecanizadas, que no me doy cuenta cuando las hago. Antes de salir al escenario, me santiguo. Allí lo haré dos veces, porque ese escenario es muy grande.
Uno de los secreto mejor guardados de la representante es siempre el vestido. ¿A usted no le irán a vestir de morado?
Primero habrá que enterarse de cuál es el color que trae mala suerte en Austria. Conmigo tienen algunas ideas: que si con camiseta, que sin ella… Es esta semana cuando comenzaremos a probar el vestuario de Edurne para ver si funciona conmigo, y en función de lo que ella se ponga, me vestirán a mí.