Manolo Valdés: «El arte me completa la vida»

El artista valenciano exhibe en la Place Vendôme de París seis monumentales cabezas de mujer en una exposición organizada por Marlborough

Manolo Valdés junto a una de las piezas de su exposición EFE

ELENA CUÉ

Manolo Valdés (Valencia, 1942) suele encontrar su inspiración no en la realidad, sino en la representación de esa realidad imaginada por los artistas que admira. Como una búsqueda involuntaria que le impele a descifrar los signos que emiten esas obras, Valdés las interpreta en un continuo aprendizaje a través del arte en busca de la verdad.

En sus inicios con Equipo Crónica (1964-81) convirtió el Museo del Prado en Pop con un arte más reivindicativo debido a la situación política del momento. Su arte actual se basa en una interconexión con la historia del Arte y sus protagonistas. Velázquez , Matisse, Rembrandt, Picasso... han visto sus obras icónicas transfiguradas con las múltiples interpretaciones del artista, que las ha dotado de un nuevo sentido. Valdés crea formas y volúmenes trabajando la materia : arpillera y pigmentos para sus cuadros; madera, bronce, aluminio... para sus esculturas.

Desde el 8 de septiembre se pueden ver en la Place Vendôme de París seis monumentales cabezas de mujer en una exposición organizada por la Galería Marlborough. Ramas de helecho, hojas de palmera, mariposas... ornamentan las cabezas monumentales de sus mujeres como tocados naturales.

Pieza de la exposición de Manolo Valdés- JP QUIÑONERO

–Las repeticiones son una constante en su obra. Es como un coleccionista de testas femeninas. ¿Es una obsesión?

–Yo creo que la historia del arte se ha ocupado mucho de la mujer, y hay grandes cuadros en esa dirección. No me lo planteo, pero tengo esa inclinación. Desde luego no la aparto, la llevo con mucho gusto.

–En algunas de ellas los rasgos desaparecen perdiendo su identidad. Pero no es una evolución como las cabezas de Brancusi hacia la abstracción y la simplicidad en las formas, sino que es aleatorio, unas veces les pinta rostros y otras no.

–Tú misma has dado la respuesta. La mirada de la historia del arte lleva eso. Brancusi me ha enseñado a que puede haber una cabeza sin ojos. Brancusi y otros. Con lo cual no es un problema para mí. Si resulta que esa nariz o ese ojo es algo que me fastidia, las quito. Afortunadamente, antes alguien ya me lo ha enseñado, y ya está aceptada. Eso está ahí, afortunadamente.

–Está todo interconectado.

–Afortunadamente hay un pasado y una cultura asimilada, y hay un gusto por esa cultura.

–También encuentra la inspiración en la literatura. Colaboró con Mario Vargas Llosa en las esculturas «Las tres Damas de Barajas» (aeropuerto de Madrid) para las cuales el premio Nobel escribió un texto que forma parte de la obra. ¿Qué le aportó la inclusión de otro lenguaje artístico, como es lo escrito, para esta obra?

–Yo quería hacer eso, porque en la historia del arte hay muchas inscripciones, tanto en tumbas como en mil sitios. Hay muchas obras de arte donde ese grafismo, esa letra escrita para contar algo, tiene un valor estético. Yo estaba dándole vueltas a eso, y en un viaje a París se lo conté a Mario.

«Lo que yo odio son esos textos que tienen que ser explicados»

Al principio no lo veía, pero al cabo de unos días me dijo de hacer, con esa inteligencia que le caracteriza, una escultura que hablase, una escultura parlante. Entonces hizo unos textos, que son fantásticos. Ninguna de las dos cosas está antes, sino están a la vez, porque con ese texto yo tengo que hacer una escultura que hable.

¿Y cómo introducir la letra? No quería que eso estuviera al lado, porque ya te he dicho antes que lo que yo odio son esos textos que tienen que ser explicados. Tengo que decir que aún me quedan algunos textos que no he utilizado, por incompetencia, porque no he encontrado aún la imagen. Pero lo haré.

–Fundador junto a Rafael Solbes y Juan Antonio Toledo de Equipo Crónica (1964-1981). ¿Se pierde lo personal cuando se crea en grupo?

–Evidentemente, algo de cada uno se queda fuera. Fíjate que es curioso que, en pintura –a diferencia del cine, que se trabaja en colaboración, también en arquitectura–, algo se queda fuera. Cuando el equipo desapareció, yo tuve que aprender a tomar decisiones. Eso fue un aprendizaje.

–¿Es más pulsional?

–Claro, a la hora de crear, lo que quieres contar es más directo, y sin colaboración entra más en juego la subjetividad y desde luego toda tu responsabilidad.

–Para terminar, ¿Cuál sería su personal definición de arte?

–Te puedo decir lo que significa el de los demás para mí. Cuando yo veo una obra de arte, leo una novela, etcétera, me produce tanto placer, tanta felicidad. Me hace reflexionar, me completa la vida, no puedo pensar un caso en que eso no exista. Si consigo que, con mi arte, le pase algo así a alguien, soy feliz.

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