El intercambiador de Calatrava en el World Trade Center echa por fin a volar
Lastrado por retrasos y sobrecostes, el diseño del arquitecto valenciano en Nueva York se inaugurará la primera semana de marzo
En 2004, cuando Santiago Calatrava compareció en Nueva York ante los medios para presentar su diseño de un intercambiador de transportes para el World Trade Center, el arquitecto español tiró de un giro teatral para explicar el proyecto. «Dejadme que os dibuje lo que no puedo expresar con palabras», dijo, y esbozó a mano la imagen de una niña soltando una paloma. La primera semana de marzo esa paloma echará por fin a volar, lastrada durante años por retrasos, sobrecostes y polémicas .
Los problemas de presupuesto y de ejecución de la obra no tardaron en aflorar. George Pataki, gobernador de Nueva York en el anuncio del intercambiador, aseguró que estaría acabado en 2009. En 2008, cuando ya se contaba que la obra no concluiría al menos hasta 2011, se retrasó su apertura para 2014. Y los problemas de dinero afectaron a la esencia del diseño de Calatrava. Los cerca de 2.000 millones de dólares presupuestados no eran suficientes para que la bóveda del edificio, formada por cristal y columnas de acero que se extienden en forma de alas, fuera retráctil, como el pájaro que se echaba a volar en la mente del arquitecto.
Luces y sombras
Calatrava concedió que las alas no se movieran (aunque sí lo hará la espina dorsal de la bóveda, formada por dos hileras de paneles de cristal). Antes, tuvo que aceptar duplicar el número de columnas de acero para mejorar la resistencia de la estructura ante las dudas de las autoridades. Como definió «The New York Times», un medio que ha sido muy crítico con el proyecto, «la estructura en forma de pájaro empezaba a parecerse a un dinosaurio» (y es difícil no pensar en un costillar monumental cuando se ve el edificio).
«La crisis y los sobrecostes alimentaron la polémica. Incluso hubo filtraciones de agua de otras obras adyacentes»Mientras el diseño evolucionaba, los costes se disparaban. En una ciudad aturdida por la crisis financiera de 2008, las noticias del creciente presupuesto sentaban como un golpe en la cartera de cada neoyorquino. El presupuesto final de la obra, alrededor de 4.000 millones de dólares, resulta sobredimensionado para un intercambiador que no será el que mayor tráfico tenga en una ciudad con un sistema de metro plagado de cortes y poblado por ratas.
Los contratiempos no acabaron ahí. A finales del año pasado, se detectaron goteras en uno de los espacios del proyecto dedicados a locales comerciales -el estudio de Calatrava aseguró que provenían de una obra vecina en el World Trade Center- y algunos detalles, como el acabado final de las costillas de acero, no se pudieron ejecutar por falta de financiación.
Diseño espectacular
Con todo, es innegable la espectacularidad del diseño de Calatrava, con unos espacios interiores bañados de luz natural que apuntan a convertirse en otro de los grandes atractivos del World Trade Center (y un espacio comercial que se han disputado las grandes marcas). «Creo sinceramente que la estación va a entroncar con otras estructuras icónicas de la ciudad, como los puentes que cruzan el Hudson y el East River», aseguró Calatrava con motivo del anuncio de la inauguración, y entroncó su diseño con «la tradición estadounidense de ir más allá de los límites, de probar capacidades».
«El diseño es espectacular, Calatrava puede reconquistar el corazón de la ciudad»«El intercambiador será la puerta y el catalizador del desarrollo del área, de la misma forma que lo han sido Grand Central y Penn Station», añadió en referencia a los dos grandes nudos de transporte de la ciudad. Grand Central es una estación adorada por los neoyorquinos y por los turistas; la de Penn Station, denostada. El futuro dirá si la de Calatrava reconquista el corazón de la ciudad.
