La década tragicómica de Consuelo Ciscar al frente del IVAM

El poder omnímodo de la gerente valenciana y la ausencia de mecanismos de control externo pusieron los cimientos de la decadencia del museo

Consuelo Císcar, junto a Gao Ping, en la inauguración de una exposición en Pekín ABC

MARTA MOREIRA

El levantamiento del secreto de sumario sobre el «caso IVAM» ha puesto negro sobre blanco un dislate que, al menos en sus contornos, era ya sobradamente intuido en los círculos culturales y políticos. Las 24 páginas del auto que se dio a conocer el jueves identifican decenas de irregularidades cometidas durante la etapa en que Consuelo Císcar estaba al frente del museo valenciano (2004-2014): sobreprecios en la compra de obras de arte, contratos sin publicidad, gastos desorbitados e injustificados, pagos por servicios inexistentes, facturas duplicadas , etcétera. La investigación penal -que sigue su curso tras la imputación de la ex directora, cuatro subdirectores y un empresario- evidencia que durante toda una década el IVAM fue un enorme caladero para oportunistas. También deja claro que el saqueo de este centro público fue posible gracias a la colaboración necesaria de jefes de departamento y asesores externos. De ahí que no se descarten nuevas imputaciones.

En estos momentos, la causa actúa contra la cúpula del IVAM en el citado periodo: el subdirector de Administración y Finanzas, Juan Carlos Lledó; Juan Bría Gómez (Gestión Interna); Norberto Martínez (Publicaciones) y Raquel Gutiérrez (Área Técnico-Artística). El sexto de los imputados es Enrique Bienvenido Martínez, amigo personal de la ex directora y propietario de las empresas de transporte de obras de arte con las que el IVAM comenzó a trabajar en 2004.

Muy valenciana

En la cúspide de este entramado de intereses creados a costa del prestigio y las arcas de la institución encontramos a una gestora avispada y ambiciosa. Una mujer de personalidad explosiva, barroca… muy valenciana.

Consuelo Císcar nació hace casi 71 años en Picaña, una pequeña población rodeada de huertas. Se educó en el seno de una familia acomodada y liberal. De vez en cuando, su madre dejaba que su hijo mayor -el socialista Cipriano Císcar-, celebrara en casa reuniones clandestinas del Sindicato Democrático Universitario. Fue en estas asambleas de izquierdas donde Consuelo conoció a Rafael Blasco, con quien se casaría años más tarde. En una entrevista concedida a Telva en 2011, Consuelo describe su historia de amor con palabras que hoy suenan poco afortunadas: «Él me enseñó la templanza. Me ha transmitido la austeridad. Con él he aprendido que en la vida no hay culpables, ni excusas... Uno hace lo que puede siempre que lo haga de corazón».

Limitar los hechos investigados en el IVAM a un simple caso de codicia económica sería un error. Císcar anhelaba ser admirada como mecenas , y consagró su vida a perseguir este objetivo. En los años setenta abrió una galería de arte contemporáneo. Posteriormente obtuvo una plaza como funcionaria en el Museo San Pío V. Entró en la primera línea política de la mano de Eduardo Zaplana, que la nombró sucesivamente directora general de Museos y de Promoción Cultural y Patrimonio. «Hay que reconocer que su labor en esos primeros años fue muy eficaz; consiguió ganar para el PP a una parte importante de los artistas de izquierdas prometiéndoles exposiciones», comenta una fuente cercana.

Ascenso

Císcar ascendió a secretaria autonómica de Cultura, y conforme aumentaban los presupuestos que manejaba, también crecían en coste las ideas que alumbraba. A esa época pertenecen proyectos multimillonarios y fallidos como la Ciudad de las Artes Escénicas de Sagunto o la Bienal de Valencia. Ya con Francisco Camps como presidente de la Generalitat, se discutió la necesidad de desalojarla del cargo. Pero la protección de su marido -uno de los pesos pesados del PP hasta su reciente encarcelamiento por el desvío de fondos destinados a cooperación- impedía sacarla de la nómina del Gobierno autonómico. El «premio de consolación» fue nada menos que la dirección del IVAM: el sueño de Císcar.

La sucesora de Kosme de Barañano se trajo a los suyos y conformó un férreo círculo de confianza que no solo incluía a los subdirectores del IVAM, sino a comisarios, artistas y empresarios a los que presuntamente adjudicaba «a dedo» servicios para el museo. El poder omnímodo de Císcar, sumado a la falta de mecanismos de control externo, allanaron el camino para la comisión de los delitos que investiga el Juzgado número 21 de Valencia. Mientras tanto, el clima de trabajo en el centro empeoraba al mismo ritmo que lo hacía la programación expositiva. Las cifras de visitantes comenzaron a caer en picado. Pero se maquillaban.

Excentricidades

A Císcar le gustaba moverse entre artistas, pero le incomodaban las conversaciones exigentes en el plano intelectual. Era conocida por dejar « ojipláticos» a sus interlocutores con chistes verdes y comentarios extemporáneos. Más que «epatar a la burguesía», parecía querer pasar por excéntrica antes que por poco entendida. A lo largo de su trayectoria, Císcar consiguió rodearse de una buena camarilla de amigos y aduladores, logró incluso el respeto callado de aquellos que la temían, pero nunca fue capaz de pasar creíblemente por una mecenas cultivada.

En su intento de revestir de honorabilidad su gestión y compensar las lagunas de su formación especifica en las artes plásticas -en su currículum consta una licenciatura en Empresariales por la Universidad de la República Dominicana -, Císcar se atribuía comisariados de exposiciones que organizaban otros y se esforzaba por recibir reconocimientos. Así se interpretaron sus pintorescos nombramientos como dama de la Orden en el Château Béla de Eslovaquia o como ministra de Cultura de la Orden de San Juan de Jerusalén (para lo que contó como valedor con Julio Quaresma, uno de los artistas beneficiados con el sobrecoste de compra de obras). También se acordaron de ella en los III Premios de «Descubrir el Arte», a la que pagaba cerca de 500.000 euros al año por la edición y distribución de los «Cuadernos del IVAM». Pero el más llamativo fue el Premio Woman Together 2006 «por su promoción de la paz y la lucha contra la pobreza», reconocimiento que recibió en la sede de la ONU de Nueva York junto con la reina Rania de Jordania, Hillary Clinton y Angelina Jolie.

El «caso IVAM» ha tocado la línea de flotación de una de las figuras más prominentes de la política cultural valenciana, pero no la ha derribado. A día de hoy, Consuelo Císcar conserva su puesto como vocal del Consell Valencià de Cultura , órgano consultivo del Gobierno hoy preside el socialista Ximo Puig.

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