Cuatro Leonardos de Isabel II muestran la alquimia del dibujo a punta de plata

El Museo Británico expone cien bocetos de maestros del arte que cultivaron la técnica durante seis siglos

Cuatro Leonardos de Isabel II muestran la alquimia del dibujo a punta de plata museo británico

luis ventoso

Aunque en la era del iPad suene raro decirlo, la humanidad vivió muchísimos siglos sin algo tan sencillo a mano como un simple lapicero. El grafito comenzó a divulgarse de forma extensiva a partir de 1550 y antes de su aparición realizar un dibujo en un papel resultaba bastante complicado. Los maestros italianos del Renacimiento empleaban para ello la técnica de la punta de plata, con la que trazaban los bocetos para sus cuadros, o simplemente hacían bosquejos de su intimidad o dejaban que volase su libre fantasía. Alemania y los Países Bajos se aplicaron también con gran calidad a la nueva disciplina, un centenar de cuyos frutos muestra el Museo Británico de Londres en una delicada y sugerente exposición: «Dibujando en plata y oro, de Leonardo a Jasper Johns». Se inaugura hoy y estará abierta hasta el 6 de diciembre.

El proceso del dibujo a punta de plata tenía algo de alquimia , pues primero había que preparar el papel con un tratamiento químico, incluido un barniz con una pasta elaborada mediante cocción de huesos animales. Una vez a punto el soporte, se dibujaba sujetando un mango con una punta de metal en su extremo, normalmente de plata. Al rasgar el papel emergía el trazado, que con el paso del tiempo cobra una cálida coloración marrón claro. La técnica decayó desde finales del XVII, con el reinado del grafito. Pero se recuperó en el XIX, debido a la fascinación romántica por los logros del Renacimiento, y hoy en día se continúa cultivando.

El gran reclamo de la exposición son cuatro pequeños dibujos en punta de plata de Leonardo Da Vinci, cedidos para la ocasión por la persona de moda estos días en el Reino Unido, Isabel II, la Reina récord, que los custodia en su colección privada. La punta de plata era un arte a cara o cruz. No admitía borrar o repetir. Había que tener la idea muy clara y el pulso muy certero. Por eso admira tanto ver la airada cabeza de un guerrero de Leonardo, que se ha elegido como cartel de la exposición, o su boceto de un desnudo masculino inacabado.

Los nombres de los dibujantes son historia. El superdotado Alberto Durero, que retrata a un perro con su precisión habitual; Rafael, con un dulce y sereno retrato de la Virgen y otro alegre de ella con el Niño, Fray Filippo Lippi, Rembrandt… hasta llegar artistas que recuperaron la técnica en el siglo XX, como el alemán Otto Dix, Jasper Johhs, que sabía hacer algo más que pintar banderas americanas, o su compatriota Bruce Nauman.

La muestra recoge obras de seis siglos, desde 1390 a 2013, y ha contado con préstamos de la Galería Nacional de Arte de Washington. Es una pequeña delicia, por su rareza y porque al considerar que era un soporte menor, que solo estaban haciendo meros esbozos, los artistas de los siglos XIV, XV y XVI se salen del carril de los grandes temas sacros y militares y a veces dibujan su entorno cotidiano y sus fantasías más privadas.

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