Joana Vasconcelos: «Los artistas consiguen abrir un camino nuevo para la belleza»
La creadora portuguesa conquistó Moscú, Venecia, Versalles... donde 1.600.000 personas visitaron su exposición
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En Lisboa, a orillas del Tajo, se encuentra el estudio donde la artista Joana Vasconcelos (París, 1971) despliega toda su creatividad . Con ella pude hacer un recorrido a través de las salas de tecnología, de fundición, de arquitectura y de costura que conforman el mundo de esta artista portuguesa que conquistó Versalles.
— Su nacimiento en París fue consecuencia del asilo que pidieron sus padres en Francia tras su huida de la dictadura salazarista. ¿Qué configuró la presencia y reafirmación de sus raíces e identidad en su obra?
—Que sea una artista portuguesa hoy es el resultado político de la dictadura que condicionó a mucha gente en Portugal, como en España. Mis padres estaban en Francia y yo nací allí y la verdad es que su vida seguiría en Francia si no se hubiera producido la Revolución de los Claveles. Creo que se habrían quedado allí y yo sería hoy una artista francesa. Internet permite que el artista viva en su país y pueda exportar su trabajo sin problema. La gente refleja su identidad, pero no solamente de dónde viene sino dónde está. Es decir, los artistas pueden existir en sus países. Lo que permite a una persona como yo, mujer, portuguesa, estar en Portugal. Es como otra visión del arte.
— ¿Qué puede contarme de su infancia que haya sido relevante en su trabajo?
—Mi infancia fue muy normal, como todos los niños. Lo que hice de diferente fue kárate durante muchos años. Me enseñó a tener una exigencia muy grande, a tener un nivel de resultados, tiene que ver con hacer una cosa del principio al fin. Los entrenamientos de alta competición son muy exigentes. Si lo aplicamos al arte, diría que ante un desafío o un encargo me siento como frente a un campeonato, debo entrenar hasta obtener el resultado. Podía haber tenido una carrera en el kárate, pero hubo un momento en que quise ir a una escuela de artes, e hice las dos actividades en paralelo. Pero después de una semana en Arco, vine para un entrenamiento y me rompí la rodilla. En ese momento entendí que no podría seguir más en el karate pero que podría utilizar todos estos entrenamientos siendo artista.
— Es una artista comprometida con los derechos humanos y, en particular, el papel de la mujer en nuestra sociedad. ¿Qué quiere transmitir con su obra, qué diálogo busca?
—Depende de la obra. Yo soy una artista, no pensamos como los hombres. Puedo estar hablando de los derechos de las mujeres pero también de la belleza, de Oriente, como la pieza que hice para Macao. Es otro concepto que no tiene que ver con cosas políticas, tiene que ver más con la idea de belleza, de volumetría... Puedo estar hablando de comunicación. Las mujeres son así, hacen muchas cosas al mismo tiempo, los hombres no. Los hombres tienen un discurso más lineal, es otra forma de pensar, ni mejor ni peor, diferente. Nosotras somos así. Ya no es necesario tener un solo discurso.
— ¿Que ha supuesto para usted exponer en Versalles?
—No puedo responderte sin antes contarte dos o tres cosas. Yo soy el resultado de un tiempo, de identidades, de un cambio en la forma en que nosotros miramos al mundo. Versalles no hubiera podido ocurrir sin antes haber hecho la Bienal de Venecia en 2005 con Rosa Martínez y María Corral, porque de hecho fueron las primeras mujeres en la Bienal de Venecia y españolas. Yo era la primera mujer de la exposición de Rosa Martínez y el mundo se dio cuenta de que yo existía como artista y estoy muy agradecida. Estuve ahora con María Corral en Venecia y hablamos de que hay personas que están en momentos históricos y no tienen ni idea. Era mi caso en 2005. Luego hice más cosas que me llevaron a Versalles. En 2005 el mundo se dio cuenta de que existía pero no tenía obra. Luego hice un par de exposiciones: una en el Garage de Moscú, que fue la primera exposición de arte contemporáneo de grupo, y yo había formado parte de ella. Fue un momento muy importante también. Luego hice otra en el Palacio Grassi de Venecia y allí estaba delante de todos los grandes nombres: Struth, Jeff Koons, Murakami... Y otra vez tuve ocasión de estar, mucho más joven y mujer, en medio de un grupo de gente impresionante. Luego me invitaron a hacer una muestra en Versalles. Nunca hubiera sido posible si no hubiera hecho estas exposiciones internacionales donde tu trabajo está a lado de todos estos grandes artistas del mundo, donde tienes una presencia.
— Entabla un diálogo entre el pasado y el presente. ¿En qué momento cree que se produce el gran cambio en el arte?
—Me estabas preguntando qué fue Versalles para mí. Versalles me cambió todo. La exposición tuvo un 1.600.000 visitantes. ¿Por qué? Primero, yo soy portuguesa. Segundo, no tengo una gran galería. Tercero, no tengo un gran comisario detrás. Cuarto, nadie me conoce. ¡1.600.000 visitantes! Jeff Koons tuvo 850.000, Murakami más o menos y tú te preguntas:¿por qué? La verdad es que la repercusión para una mujer es mayor, y además soy europea.
— Está más cerca de nuestra cultura.. .
—Es una cultura que yo entiendo, que nosotros compartimos en Europa. Yo integré mi obra, no confronté mi obra con el palacio. Había una unión divina entre la obra y el espacio.
— La gran belleza de Versalles. ¿Dónde reside para usted la belleza en el arte?
—Para mí el arte tiene que ser bello. Yo creo que belleza y arte son sinónimos. Yo no creo que resida, yo creo que es.
— Ese momento en que sujeto y objeto coinciden...
—Sí. Creo mucho en el momento, la emoción, la intensidad... Creo mucho en la verdad, en la idea de que no hay mentiras, que la comunicación es directa, es sincera. Si tú miras estas piezas no están escondidas, no están aisladas del visitante, están ahí presentes. Y luego tiene muchas leyes de entendimiento, puedes buscar esto o aquello, pero la verdad es que están escondidas por detrás de una teoría. Luego puedes generar la tuya, pero no necesitas la teoría para existir. La belleza no necesita de teoría, la belleza es.
— La gran pregunta, ¿cuál es el concepto de arte para Joana Vasconcelos?
—Yo creo que el arte es lo que estamos describiendo. Es la capacidad de generar una dimensión de belleza y de luz nueva, es decir, para mí es más interesante hablar de obras que de artistas porque aquellos que son artistas son los que consiguen, a través de una obra o de muchas, depende, abrir un camino nuevo para la belleza, para el entendimiento del mundo y para en el fondo, tener una nueva perspectiva del mundo. El arte es la necesidad de representarnos en total libertad, el arte es la capacidad de mantener el mundo vivo, de mantener nuestra construcción de seres humanos viva. Por eso 1.600.000 personas visitaron mi exposición porque de una forma natural representé Europa. Y cuando estás en una crisis es más importante que el artista esté en su país y represente su cultura porque sino, como en el paleolítico, tú no sabes que pasó con la tribu que no hizo el dibujo, tu sabes de la que sí lo hizo. Lo que yo hago no es solo representar mi país, sino también esta idea de cultura común que generamos nosotros en Europa.
— Recuerdo nuestro primer encuentro en Venecia. La conexión entre Lisboa y Venecia a través de un ferry reconvertido en obra de arte después de haber sido recubierto por sus lanas, telas y croché y los famosos azulejos portugueses fue una experiencia sorprendente.
—Sí, el barco fue el proyecto más complejo y difícil que hice en mi vida. Nos llevó un año. Tampoco teníamos mucho presupuesto y la verdad es que mi país me ha ayudado, empresas y particulares me enviaban dinero y acabó siendo un movimiento de ayuda para que yo llegara a Venecia. En momentos de crisis es cuando la gente quiere tener voz, quiere ser representada, no perder su identidad. Fue un proyecto nacional. Tuve que reflejar qué es Lisboa hoy, qué elementos son particulares de nuestra identidad, como los azulejos, qué cosas tenemos en común con Venecia, como los barcos, el río, el hecho de que somos dos ciudades turísticas, el hecho de que en el siglo XV estuvimos muy conectados. Hay una conexión histórica pero también contemporánea. Para mí, la conexión era el agua, por Lisboa y por Venecia, el agua ejerce el control total sobre la ciudad. Entonces cogí la barca y la transformamos. Ha sido una experiencia de vida increíble. Es posible hacer todo en lo que crees. Era sincero porque la gente se da cuenta y te ayuda. Es necesario seguir representándonos en el mundo. Yo llegué a Venecia porque los portugueses quisieron que llegara y estoy muy agradecida. Fue muy duro todo, los transportes, la inauguración... pero se hizo.