Arrojan nueva luz al Prado
El museo sustituye su iluminación con lámparas halógenas por otra con tecnología LED, que permitirá ahorrar energía, reducir el daño de las obras, la emisión de CO2 y los gastos de mantenimiento
El Museo del Prado ha presentado hoy los primeros resultados de su proyecto «Iluminando el Prado/Lighting the Prado», una iniciativa que implicará la incorporación de iluminación con tecnología LED en sustitución de las lámparas halógenas que hasta ahora alumbraban sus obras. Este proyecto, financiado por la Fundación Iberdrola y que cuenta con un presupuesto de entre 800.000 y un millón de euros, permitirá al Prado alcanzar mayores niveles de eficiencia energética, mejorar la conservación material de las obras expuestas -hay una reducción del 20,4% en el factor de daño- y favorecer su apreciación en unas condiciones más próximas a la luz natural.
Esta tarde, la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, asistirá a la presentación oficial del proyecto y entregará al presidente del Real Patronato del Museo del Prado, José Pedro Pérez Llorca; al director del Museo del Prado, Miguel Zugaza; y al presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, la certificación de la inscripción del Prado en el Sistema de Registro de Huella de Carbono, en un acto al que también acudirá el presidente de la Fundación Iberdrola, Manuel Marín.
«Las Meninas», en 2017
En las salas del ala sur de la planta baja del edificio Villanueva del Prado ya se puede observar el resultado de las fases 0 y 1 de este proyecto, que consta en total de 14 fases. La iluminación de «Las Meninas», prevista para finales de 2017, pondrá el broche de oro a esta iniciativa. De momento, las salas que ya cuentan con esta nueva iluminación son la 60A, 61, 61A, 61B, 62, 62A, 62B, 63, 63A, 63B, 64, 65, 66, 67 y 75, correspondientes a las colecciones del siglo XIX y a los últimos años de Goya, con sus pinturas negras.
Desde el punto de vista medioambiental, este sistema de iluminación permitirá, una vez finalizado en 2017, un ahorro de energía anual del 75% y evitará la emisión a la atmósfera de 320 toneladas de CO2 cada año. Asimismo, reducirá los gastos de mantenimiento, ya que estos dispositivos tienen una vida útil de 50.000 horas frente a las 1.000 de las lámparas halógenas.
«El Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga», de Antonio Gisbert, un óleo de grandes dimensiones (390 por 601 centímetros), expuesto en la sala 61A del edificio Villanueva, se mostrará durante un mes combinando ambas iluminaciones (la parte izquierda de la obra mantiene la iluminación halógena, mientras que la parte derecha aparece ya iluminada con LED). En la sala 63 solo una de las obras se ilumina con la nueva tecnología. Así, el visitante podrá apreciar las diferencias en la calidad de la reproducción cromática de las obras, así como la visibilidad del volumen y la distancia desde los primeros planos a los fondos.
Colores más nítidos y diáfanos
«Con la iluminación halógena, los segundos planos pierden nitidez; ahora se gana mucho en la apreciación de las obras. Además, la luz halógena había que ponerla con poca intensidad para que no dañara las pinturas, lo que hacía que resultara una luz amarillenta. Con la nueva iluminación los colores son más potentes, más nítidos y más diáfanos», explica Miguel Falomir, que a partir del 1 de junio ejercerá ya como director adjunto del Prado.
Manuela Mena, jefe de Conservación del siglo XVIII y Goya, ha mostrado su satisfacción con la nueva iluminación frente a algunas pinturas de Goya, como «La carga de los mamelucos» y «Los fusilamientos del 3 de mayo»: «Permite descubrir la propia luz de Goya y cómo la utilizó para pintar, así como ver exactamente todos los cambios de claroscuros y las tonalidades que eligió. Todo se ve con mucha más claridad», informa Efe. Especialmente enriquecedora es la nueva iluminación en las pinturas negras de Goya, «que hace que se vea que no todo es negro. Existe un colorido muy variado, con tonalidades claras que salen en toda su riqueza», advierte Manuela Mena.
En términos similares se ha expresado Javier Barón, jefe del área de Conservación de Pintura del siglo XIX, para quien el efecto que produce la nueva iluminación es similar «al de los restauradores cuando quitan los barnices a una pintura; los colores y los tonos afloran con mayor riqueza y permite redescubrir la riqueza de fondos y perspectivas».