Mathias Goeritz, el artista emocional

El Reina Sofía acoge la primera gran retrospectiva en España dedicada al escultor mexicano, de origen alemán, impulsor en nuestro país en los años 40 de la Escuela de Altamira

Mathias Goeritz, el artista emocional josé ramón ladra

s. gaviña

Adentrarse en la vida y en la obra de Mathias Goeritz (Danzig, 1915- Ciudad de México, 1990), pintor, escultor, poeta... supone sumergirse en un camino de luces y sombras, salpicado de leyendas y de enigmas. Dentro de todo este laberinto de datos biográficos, al que recientemente ha echado algo más de leña la tesis publicada por Chus Tudelilla , lo realmente incuestionable es su fecunda trayectoria artística, alimentada por influencias de creadores de ambas orillas del Atlántico. Pero no solo se nutrió de artistas de la Bauhaus, de Klee, Miró, Henry Moore o el arquitecto Luis Barragán, también fue el dinamizador de la realidad cultural en España y, más tarde, en México.

De todo ello da cuenta «El retorno de la serpiente. Mathias Goeritz y la invención de la arquitectura emocional» , la primera gran retrospectiva que se celebra en nuestro país sobre este artista. Organizada por el Museo Reina Sofía , se puede ver desde el miércoles hasta el 13 de abril de 2015 (después viajará a México para celebrar su centenario).

Paso por España

Nacido en Alemania pero nacionalizado mexicano, país donde vivió las últimas cuatro décadas de su vida, Goeritz pasó varios años en España. Primero, en Tetuán , instalándose a partir de 1945 en la Península (vivió en Granada, Santillana del Mar y Madrid). Licenciado en Historia del Arte y Filosofía , entró en contacto con el círculo de artistas próximo a la galería Clan , formando parte activa de él. Además de colaborar en varias publicaciones, fue impulsor de la Escuela de Altamira , de la que formaron parte Eugenio d’Ors, Rafael Santos Torroella, Eduadro Westerdhal, Joan Miró (Goeritz organizó en España la primera exposición del pintor catalán después de diez años) y Ángel Ferrant , escultor que influyó de manera fundamental en su obra.

«Goeritz fue un estratega en toda su estética», afirma el comisario de la muestra

Sin embargo, fue México el país que acogió de manera definitiva a Goeritz. El artista alemán, invitado para dar clases de arquitectura en Guadalajara , comenzó difundiendo las enseñanzas de la Bauhaus para después incorporarse a la vida artística del país, y crear su propio espacio. «Goeritz fue un estratega en toda su estética -asegura el comisario de la exposición, Francisco Reyes Palma -. Fue saliendo de situaciones, afirmando posiciones y sabiendo dónde quería ir, e implantándose. Eso es saber construir poder».

Arquitectura emocional

La muestra, compuesta por más de 200 obras -dibujos, bocetos, maquetas, fotografías, esculturas y cuadros- procedentes del archivo familiar y de colecciones privadas, se centra en el periodo de Goeritz en México, desde 1949 hasta su fallecimiento en 1990. Su discurso se articula desde la «arquitectura emocional», un principio planteado por el artista en su manifiesto de 1954 , en el que reivindica la creación de espacios y objetos que creen en el hombre emoción. Algo que se enfrenta -a Goeritz le apasionaba polemizar con otros artistas y rebatir sus teorías- al funcionalismo imperante.

La muestra arranca con una de sus obras más emblemáticas, «La serpiente de El Eco» (1953), creada para el Museo Experimental El Eco, donde dio forma a su idea de la arquitectura emocional, gracias al apoyo del mecenas Daniel Mont . Conocida con el sobrenombre de «Ataque», representa la «guerra fría cultural» a la que se enfrenta Goeritz «por su geometría y estructuras primarias, que diez años después se convertiría en el minimalismo, aunque él no busque eso». Su intención sí era, sin embargo, la de continuar con la tendencia imperante en esos momentos: la monumentalidad empleada por los muralistas «que uso para otro concepto de obras, como esculturas, poesía visual...».

Enfrentamiento con los muralistas

En el país azteca, Goeritz contó con un grupo de artistas afines pero también fue víctima de los ataques de otros, como Diego Rivera y Siqueiros , que le vilipendiaron públicamente ante su propuesta de modernización y reivindicación del arte social «que no socialista».

Una de las aportaciones más sobresalientes del artista fue el arte público, poblando México con enormes esculturas urbanas, como las «Torres de Ciudad» o «La ruta de la amistad», un proyecto realizado durante los Juegos Olímpicos de 1968 en el que participaron artistas de diferentes nacionalidades, algo «que desplazó a los muralistas». Goeritz supo conectar la escultura y la arquitectura de un modo innovador, rompiendo las fronteras entre ambos.

La curiosidad del artista alumbró multitud de piezas acabadas y proyectos sin realizar, que gracias a esta muesta dejan constancia de su riqueza e inquietud creativa . En ella se puede ver su poesía visua l sobre tumbas y celosías, tachaduras transformadas en arte abstracto, esculturas que beben de las tradición mexicana , vidrieras...

Mathias Goeritz, el artista emocional

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