Miguel Brieva: «Al capitalismo le da igual que las abuelas den besitos»

El dibujante acaba de publicar su primera novela gráfica, «Lo que me está pasando», contextualizada en la España de la crisis

Miguel Brieva: «Al capitalismo le da igual que las abuelas den besitos» belén díaz

javier villuendas

Desde Sevilla con humor… muy negro, Miguel Brieva (1974) nos lanza a la cara las verdades del barquero, que no del banquero, a través de sus viñetas tan incisivas como inquietantes y risibles. Este artista político, autor de « Dinero: revista de poética financiera e intercambio espiritual », se ha centrado en su carrera en denunciar los que cree brutales efectos del consumismo desbocado y del crecimiento non-stop, propios, dice, de un sistema colapsado, además de no dejar títere (trajeado) con cabeza entre el «cínico o tonto» estrato político, satirizar las técnicas publicitarias («Siempre pida orina de pijo», «haz que su hijo sea un verdadero profesional de la infancia») y en definitiva intentar hacernos pensar hacia dónde demonios vamos reflejando lo que ya cantaban las Vainica Doble: «Somos prisioneros del establishment. Vil estructura el establishment. Marketing, marketing, vil estructuura...».

Brieva acaba de publicar «Lo que me está pasando» (ed. Reservoir Books), su primera incursión en novela gráfica y que transcurre en el contexto de la España de la crisis. Con su característico estilo barroco, de viñetas abundantes en detalles y gran expresividad en los rasgos de sus personajes, por sus páginas vemos pasar a las víctimas y verdugos de la crisis económica en estos subtitulados «diarios de un joven emperdedor». Hay realismo (y surrealismo) social, desgarro, locura, crítica y mensaje constructivo con cierta carga moralizante, todo ello aderezado con sabrosas citas para degustar de, entre otros, Bob Dylan («Para vivir fuera de la ley tienes que ser honrado»), Pessoa («Porque yo soy del tamaño de lo que veo y no de mi estatura») y Chesterton («Los ángeles vuelan porque se toman a sí mismos a la ligera»).

El también colaborador de Mondo Brutto («una de las tres mejores publicaciones de España») y miembro del grupo de folk-rock Las Buenas Noches ha charlado con ABC sobre su nuevo cómic. En persona transmite su pesimismo con sosiego y calidez.

- En la portada de «Lo que me está pasando» se ve la Puerta del Sol durante una concurrida manifestación, con un participante en primer plano sosteniendo un cartel similar al grito de Munch mientras los antidisturbios, que van trajeados, reparten estopa. ¿Cómo analiza el surgimiento del 15M y su posterior desarrollo a través de Podemos?

El surgimiento del 15M para mí es una especie de catarsis social, de esas cosas que milagrosamente suceden en la historia. Un momento de lucidez, de toma de conciencia de la sociedad, un síntoma de algo que está profundamente mal. Sucede en un momento concreto imposible de prefabricar, pero viene de tiempo. A veces hay manifestaciones de espontaneidad colectiva de lucidez… Cualquier análisis mínimamente racional del mundo te lleva a ser bastante pesimista. Estamos en un tren a velocidad creciente que va a impactar contra un muro. Estos señores con corbata que llenan los periódicos y los telediarios están manejando ese tren y todos los demás estamos ahí. Algunos animamos, otros protestamos... Cualquier cosa que implique cambiar el rumbo o desacelerar y darle al freno es esperanzador. Todo lo que sea continuar en este rumbo es asegurar la catástrofe.

- El protagonista de la novela, Víctor Menta (o Big Tormento), está deprimido, medicándose, y su día a día él mismo lo define como la nada. ¿Ha acentuado la crisis los estados depresivos?

Es evidente. Hace dos semanas salían unos datos en la los medios que hablaban de 1.800.000 personas diagnosticadas de depresión, un 4% de la población. Si a ese número le añadimos toda esa gente que puede tener depresión y no está diagnosticada, y la gente que sufre ataques de ansiedad o que está simplemente sumida en una apatía vital, nos damos cuenta de que estamos ante una epidemia...

- ¿Ha expandido la crisis la sensación de fracaso personal?

Absolutamente. Es lo que se nos dice y lo que quiere rebatir el libro. Es el modelo de Estados Unidos, el modelo del triunfador, que aquí se le ha llamado emprendedor. Si tú te esfuerzas y das con la tecla, vas a ser millonario. Es una locura. Esta idea del perdedor, de que si tú no has logrado los objetivos de este sueño americano es tu culpa, porque no has sonreído lo suficiente, no has tenido el pensamiento positivo necesario, no te has movido bien, eres un inútil… Esta culpabilización... Estamos ante un gran fracaso social que sin embargo los individuos lo asumimos como un gran fracaso individual. Y es una gran estafa. No, no es que la sociedad está mal planteada. Yo no soy responsable, tengo una parte de responsabilidad como tenemos todos.

- ¿La sociedad margina a los pesimistas?

En nuestra sociedad, el espíritu que late en el fondo es apocalíptico. Ni siquiera los políticos apelan a un futuro mejor. Merkel nos dice que en 2024 a lo mejor podemos reducir un poco el paro. Este es el mejor mundo de los posibles y me estás diciendo ¡que vamos a estar un siglo de crisis!

- El protagonista es un licenciado que no encuentra trabajo porque el mercado no absorbe a tantos geólogos. ¿El conocimiento pierde valor si no lo asimila el mercado?

Hay una idea más positiva y constructiva, la de vamos a educar a la gente. Hay muchos conocimientos, algunos se aplican directamente a lo que hoy se considera importante laboralmente pero todos son buenos y positivos, porque es el conocimiento que atesora la sociedad. Esa es la idea de la Universidad. Pero se encuentra ese espíritu ilustrado de la Universidad con un modelo de organización social y económico en el que solo se pondera lo que produce dinero rápido. Si eso es solo ordenadores, que todo el mundo haga ordenadores. La sociedad se va empobreciendo a efectos de conocimiento y de potencial porque todo se reduce a lo que hoy es interesante para el negocio. Y ¿quién es el mercado laboral? Una especie de red de megaempresas a nivel mundial que son las que están articulando que es lo que es bueno para ellas y para aumentar su beneficio. Es ponernos en manos del interés egoísta de personas y de entramados de poder, poner toda la especie humana al servicio de eso. Y está otro punto que es muy interesante: este modelo económico solo valora la utilidad inmediata, hoy.

- Incluso ayer, porque aquí los estudiantes de Arquitectura durante la crisis...

Mi hermano es arquitecto y se ha tenido que ir de este país, tengo muchos amigos arquitectos que se han tenido que buscar las habichuelas como han podido. Unos se han reciclado y otros están como el personaje del libro sumidos en la depresión. Es una sociedad que está continuamente derrochando materiales de energía y desperdiciando su potencial humano. Y es muy importante ser conscientes que muchas de las cosas más importantes de la historia de la humanidad son cosas que no son útiles. Que tu madre te dé un beso antes de dormir no es útil. Sin embargo, es fundamental para que se generen unos vínculos afectivos... Al capitalismo le da igual que las abuelas den besitos, que la gente se quiera, que la gente ame una cosa u otra o que la naturaleza se vaya al garete. Lo importante es que hoy mi cuenta de beneficios haya aumentado. Que esa sea hoy la lógica que rige el mundo lo que te está diciendo es que ya no hay lógica.

- En otro proyecto suyo, en «Dinero: revista poética financiera e intercambio espiritual», satirizas el mundo de la mercadotecnia sin miramientos. ¿Se utilizan unas técnicas narrativas en la publicidad, como la simplificación de los eslóganes, que son un insulto a la inteligencia colectivamente incuestionado/asumido?

La publicidad es nuestro pan nuestro de cada día, lo que antes eran las campanadas en la Edad Media. La vida eterna, Dios te va a castigar... Ese mantra hoy es la publicidad: «Esto es lo que tú quieres de verdad. Esto es lo que tú puedes llegar a ser». La publicidad es la incentivación a esta ansia compulsiva de adquirir estas mercancías y servicios para alcanzar la felicidad a través de ellos. Lo que pasa es que nunca la alcanzas porque siempre hay otro anuncio, otro producto, y básicamente es una forma muy sofisticada de mentir. Es el arte de la persuasión y de la mentira. Aquella persona que se dedica a la publicidad ya sabe lo que está haciendo. En los años 80 y 90, cuando se inició el neoliberalismo, hubo gente que con coletazos posmodernos postuló que la publicidad era el arte del s.XX. No las vanguardias, ni Picasso ni leches... la publicidad. Hacían un paralelismo perverso con cómo el arte en otras épocas había sido el mediador entre el poder y la masa. El arte es la posibilidad de la trascendencia, lo que hace la vida más intensa de ser vivida, lo que alumbra horizontes, tiene esa capacidad de trascendencia de llevarte a un estado que tú no creas posible en tu mente o percepción. Cuando piensas en eso y luego en la publicidad, ves que es imposible. En la publicidad, bajo la apariencia de múltiples relatos sofisticados audiovisualmente, cuando acaba el anuncio ¿cuál es la conclusión? Que compres. No hay nada más trascendente, solo eso es lo importante y lo único que justifica los salarios descomunales que se llevan los publicistas.

- El otro día vi un anuncio sobre carreras universitarias protagonizado por Carlos Latre. ¿Qué tiene que ver Carlos Latre con el mundo universitario?

Es que no son contenidos. La televisión te está poniendo algo y la publicidad la ves con resignación, hay gente que dice: «¡Ay, qué gracioso este anuncio!».

- Eso es un… logro

Una vez leí una cosa escalofriante. Habían hecho un estudio neurocientífico y habían conseguido comprobar que una persona mirando una pared su cerebro hace más gasto energético que viendo la tele. Hay más pasando en nuestra cabeza mirando una pared blanca que viendo la tele. Es un estado como de letargo. Si tienes que mandar a gente a Marte no hace falta criogenizarlos, les pones una tele y un poco de fresquito y los dejas ahí cinco años (risas)…

- En «Dinero» había una viñeta de un anuncio en el que se ofertaba al ser humano convertirse en mueble con enormes posibilidades de promoción

A lo que va a tender el mundo es a una tercermundización de todo. Las potencias emergentes, que ya están hundiéndose, van a generar una clase media y fíjate que lo que está pasando, que el primer mundo está bajando los estándares. Lo que se va a quedar es una élite global que va a controlar todos los recursos de todos los países y una precarización global de todas las sociedades. Al contrario de lo que se decía en los sesenta de países en vías de desarrollo, la realidad del sistema es países en vía de subdesarrollo. Es lo que estamos viviendo ahora. El proceso hacia el subdesarrollo.

- ¿Cree que sus siniestras (y divertidas) viñetas se pueden quedar cortas?

Por eso he abordado este libro de otra manera, más literariamente y poéticamente. Realmente mi trabajo en apenas 15 años ha pasado de ser una crítica loca, según lo veía la gente, de que era un exagerado, a ser lo que yo hacía antes costumbrismo, realismo social. Tengo viñetas de hace 15 años de gente embobada con unos aparatos, y hoy viniendo en el metro... es que es eso literalmente. Ahora lo que urge es plantear vías alternativas y generar imaginarios de cómo podemos vivir de un modo diferente. Tal vez para imaginar que el mundo puede ser de otra manera.

- En otra muy estilo «El Roto» dibujaba a dos políticos con billetes fluyendo de una cabeza a otra y se leía: «Intercambio fructífero de ideas». En ABC se sacó hace poco un reportaje que decía que la mitad de los políticos actuales en nuestro país vienen de la carrera Derecho. Hay muy pocos científicos, filósofos, historiadores y solo una persona de Bellas Artes. ¿Faltan humanistas?

Sí, lo que hay ahora son técnicos. Gente que hace su trabajo, como un antidisturbios. Las dos cosas más poderosas que tiene el ser humano que son la capacidad creativa y la racional, a través de la ciencia, están justo fuera de juego.

- ¿Se fomenta la creatividad en la escuela?

Ha desparecido, es una cosa terrible. Si tu única lógica es la utilidad inmediata que hace que aumenten las cuentas de dividendos de las multinacionales, pues claro un filósofo no sirve para nada. Como mucho en una agencia de publicidad para afilar un poco las ideas y conseguir meterse aún más sibilinamente en el cerebro de los espectadores. La creatividad se reduce mucho al espectáculo, al entretenimiento y a la publicidad. Efectivamente hacen falta muchos más técnicos.

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