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Arte y teatro dialogan en la Colección Goetz
La Fundación Banco Santander exhibe 90 obras de esta gran colección de Múnich
![Arte y teatro dialogan en la Colección Goetz](https://s2.abcstatics.com/Media/201502/21/albert--644x362.jpg)
«El teatro es poesía que sale del libro para hacerse humana», decía Federico García Lorca. Pero, además del viaje desde las páginas, la función puede transfigurarse en fotografía, vídeo, escultura y pintura. Así lo ilustra la exposición «All the world’s a stage. Works from the Goetz collection», que organiza la Fundación Banco Santander y que reúne más de 90 obras de 27 artistas de la Colección Goetz de Múnich, una de las más importantes dentro del arte contemporáneo. Hundiendo sus raíces en la dramaturgia tradicional, la muestra nace inspirada por los versos de Shakespeare, que nos sitúan como espectadores y protagonistas de la propia representación que es la muestra: «Todo el mundo es un teatro y todos los hombres y mujeres meramente actores », citó su comisario, Karseten Lockermann, durante la inauguración.
El objetivo es ilustrar la influencia de lo escénico en las artes plásticas, conduciendo al visitante a un diálogo entre el arte y el teatro, que tendrá sus puertas abiertas hasta el próximo 14 de junio en la Sala de Arte de la Ciudad Financiera del Grupo Santander en Boadilla del Monte. En ella, el decorado bien podría ser el desconcertante tríptico de tres metros «Vormittag» («La Mañana»), de Michael Kunze, que preside la exposición y oficia de puerta de entrada al recorrido por estas obras interdisciplinares que la coleccionista alemana Ingvild Goetz lleva recopilando desde los años ochenta hasta la actualidad.
La fotografía se alza con el dominio del primer acto, con trabajos de Stan Douglas, Jeff Wall o Candida Höfer, artistas que congelan sus miradas en el espacio teatral o cinematográfico, mezclando el interés documental con la reverencia hacia lo sagrado de ambos espacios. Aunque también hacia lo marginal, como las instantáneas que iluminan el mundo drag queen a través del objetivo de Nan Goldin; o incluso al enigma que esconde una instalación en la que vemos un camerino vacío, con una soga colgada del techo, una rosa marchita y una nariz de payaso.
El segundo acto, protagonizado por el videoarte, es de los que planean dejar al público ojiplático en la butaca, o sobre sus talones. En particular, gracias a las creaciones de Ultrike Ottinger y Matthew Barney, que logran convertir las salas en un Theatrum mundi espectacular, vestíbulo de la que, sin duda, es la obra más interesante de toda la muestra. Bajo el título «PlayHouse», la pareja compuesta por Janet Cardiff y George Bures Miller invita a ponerse unos cascos y cruzar el telón hacia un habitáculo desconocido al abrigo de la oscuridad, donde es imperativo no desvelar lo que ocurre. Porque cuando el visitante lo abandone, justo antes de presenciar el tercer acto, la duda fundamental ya se habrá alojado en su subconsciente. ¿Soy actor o espectador? Para resolverlo, o quizás para continuar confuso entre bastidores y bambalinas, el recorrido finaliza con «Trough the Green Door», en el que Johannes Wohnseifer deja la puerta abierta a discutir las palabras de Shakespeare que dan sentido a la muestra.