ENTREVISTA
«Los jueces son mucho más sensibles con los consumidores en esta comunidad»
ABC analiza con Fernándo Moner, presidente de Avacu y CECU, la evolución de la defensa de los consumidores durante los últimos 25 años
Fernando Móner dirige una de las entidades más activas de Valencia. Como presidente de la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (Avacu) –también está al frente de la Confederación de Consumidores y Usuarios (Cecu)– ha pasado a gestionar alrededor de 14.000 reclamaciones al año, cuando hace 25 años no pasaban de las cien.
–¿En qué momento se convirtió Avacu en referencia?
–Cuando los ciudadanos se dieron cuenta de que nuestra preocupación eran ellos, aunque nos cueste dinero y tiempo. Los medios, como es el caso de ABC, también han contribuido mucho, nos llaman diariamente y nos hacen creíbles.
–¿En qué ha sido determinante durante el último cuarto de siglo?
–El recorrido ha sido muy importante para los intereses de los consumidores valencianos. En primer lugar, porque saben que existe una entidad que puede defenderlos cuando hace 25 años había un desconocimiento total. Antes tampoco teníamos presencia en los medios y ahora es a diario. También contamos con más normas, por lo que existe un índice de protección mucho más alto. Hemos evolucionado, por supuesto, aunque más lento de lo que me gustaría porque no todos los políticos se creen todavía la defensa de los consumidores.
–¿Qué logros calificaría como clave?
–Primero que los temas de consumo tengan la notoriedad que tienen en este momento. Y, como hitos, señalaría las numerosas sentencias ganadas. Por ejemplo, un caso que acabó en el Tribunal Constitucional, el cual nos dio la razón, fue el relacionado con los planes de vivienda que en 1996 la Administración dejó de dar cuando tenía que otorgarlos por ley. Afectó a más de 300 familias valencianas que necesitaban esa subvención para acceder a una vivienda. Después de 17 años, conseguimos que cobraran esas ayudas que llegaban hasta el millón de pesetas. Otra de las cuestiones más importantes que hemos liderado es la de las preferentes, en cuyas sentencias tenemos un 100% de efectividad. Esto indica que los jueces y magistrados en esta Comunidad son mucho más sensibles con los consumidores que el resto. Saben que son los débiles.
–¿Con la crisis la gente se ha convetido en más exigente?
–Mucho más. Una de las pocas cosas buenas que ha traído es que las personas dan mucho más valor a las cosas. También somos más responsables, nos movilizamos más, somos más críticos. Lo que no me gustaría es que eso se olvidara cuando la crisis terminara.
–¿Cómo han cambiado los hábitos?
–Depende de los sectores. Los consumidores se manejan mejor con las nuevas tecnologías, las utilizan más y les dan mayor credibilidad. Ya no da pánico comprar por internet y, de hecho, el único sector que ha crecido los últimos años ha sido el comercio electrónico. Desde el punto de vista de la alimentación también ha cambiado el modelo. Nos importa más nutrirnos que alimentarnos. Nosotros hemos multiplicado la formación en hábitos saludables entre niños y jóvenes. También es importante la información que tiene el consumidor sobre las actividades que realizan, por ejemplo a la hora de pedir una hipoteca o un crédito. Ya no nos pueden vender lo que quieran.
–¿Qué tipo de cuestiones provocan más reclamaciones?
–Hace 25 años sobre todo era por la vivienda. En la actualidad tenemos tres sectores: telecomunicaciones por el número de contratos, servicios financieros porque la banca nunca ha sido transparente, y energía por las tarifas.
–¿Y las mayores preocupaciones?
–Salud (la atención sanitaria) y dinero (gastos e inversiones).
–¿Cuál es el sector que más se salta los derechos de los consumidores?
–El número uno es la banca. Y luego ya hablaría más de empresas de seguros, alimentación… algunas cumplen y otras no. En el caso de los establecimientos, los multiprecio de procedencia asiática es donde encontramos el 90% de los productos que incumplen con la normativa.
–¿Qué consejos tienen más calado?
–Los dedicados a niños y adolescentes. Es la etapa de edad que todavía puede cambiar sus hábitos sobre responsabilidad energética, salud bucodental o comportamiento.