Un hombre mata a su socio asestándole 11 puñaladas en el bar que ambos regentaban en Chiclana
Los sanitarios no pudieron hacer nada por la vida de la víctima, que murió al instante de apuñalarlo
Actualizado: Guardar«Cuando entré en el bar me encontré a Pedro dando su último suspiro». Y en ese instante que relata uno de los testigos presenciales, pareció detenerse el tiempo en la Alameda Solano. El momento en el que José Antonio Mesa Benítez (Chiclana, 1978), conocido como 'Meci', sesgó la vida de su socio Pedro Barragán Fernández (Madrid, 1969) con 11 puñaladas mortales. Eran las 14.00 horas y la barriada Alameda Solano bullía con la salida de los colegios y las obras del tranvía.
También era un día más en la taberna café La Lola. Barragán atendía a los clientes, como cada jornada en su condición de gerente-trabajador del establecimiento. Se desconoce qué llevó al dueño del bar que estaba abierto desde febrero de este año, a coger un cuchillo de la barra y asestarle al hombre de 46 años las puñaladas que acabaron con su vida.
En el establecimiento, operarios del tranvía y varios chiclaneros contemplaban la dantesca escena. Manuel Braza era uno de ellos. Entró en la taberna justo en el momento en el que ocurrían los hechos. «Escuché gritos desde la calle, al entrar me encontré a Pedro de rodillas, caído de bruces sobre una banqueta, dando su último suspiro», relataba el chiclanero momentos después en los alrededores del local.
Otro testigo que prefiere no dar su nombre, relató también cómo fue él el que llamó al 112, «aunque para cuando llegó la ambulancia ya estaba muerto». Tras el apuñalamiento, los hechos se sucedieron muy rápido, como relatan todos los testigos presenciales. «Meci salió del bar con el cuchillo en la mano gritando ' ¡te lo dije, te lo dije!'. Tiró el cuchillo más arriba en la calle y se marchó en su coche». Mientras, los clientes del bar testigos de lo ocurrido, huían despavoridos de la escena del crimen.
Ni siquiera dio tiempo a que la Guardia Civil pusiera en marcha el dispositivo de búsqueda del asesino, él mismo se entregó en el cuartel de la localidad. En el lugar de los hechos, se establecía un cordón policial mientras que miembros de la división científica de la Benemérita recababan datos y llegaban miembros de los Juzgados de guardia. Fue entonces también cuando llegó la viuda de Barragán, alertada por lo ocurrido y acompañada por su hija mayor. De hecho, el madrileño residente en la localidad desde hace más de 10 años, tenía tres hijos, con edades comprendidas entre los 9 y los 18 años. Una vez llegó al lugar de los hechos, la ya viuda tuvo que ser atendida por los servicios sanitarios debido a una crisis de ansiedad. Las horas pasaban y fue entorno a las 17.40 horas cuando el juez ordenó el levantamiento del cadáver. Para ese entonces, diversos vecinos en la calle y las terrazas se apostaban en los alrededores, entre la curiosidad y el impacto.
Ahora la Guardia Civil indaga cuáles pudieron ser las motivaciones que llevaron a Mesa a acabar con la vida de su socio. Algunos parroquianos habituales del establecimiento apuntaban ayer a este medio la posibilidad de que Barragán estuviera planteándose dejar el trabajo que comenzó tres meses atrás, en vista de que no se cumplían sus expectativas laborales.
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Muy querido en el barrio
En el barrio, Mesa era muy conocido dado su carácter extrovertido y su afición por el flamenco. «Le gustaba cantar y tocar la guitarra en el bar», comentaba una de las vecinas que añadía que «nunca» vio a Antonio en una actitud sospechosa que llevara a presagiar «esto tan triste que ha ocurrido». De hecho, el propietario dinamizaba la taberna con constantes actuaciones suyas o de amigos vinculados al flamenco. Incluso recibió la visita de personajes de la farándula del corazón semanas atrás, como dejó constancia el supuesto asesino en la página de Facebook del local.
El fallecido era apreciado por muchos vecinos del barrio. Además, era una persona conocida dado a que llevaba toda su vida laboral vinculado al sector de la hostelería. Ayer Salvador Rueda, amigo de la víctima y gerente del bar La Música, valoraba a Barragán como «un buen trabajador, currante y servicial». Lo hacía también en su condición de compañeros de trabajo en La Música. «Fui yo el que le recomendó a José Antonio que le contratara por lo buen profesional que era», reconocía con los ojos bañados en lágrimas.
La noticia del luctuoso suceso no tardó en correr por el barrio y la localidad. De hecho, Izquierda Unida decidió suspender el acto de campaña para las Elecciones Municipales que tenía previsto en «solidaridad con el trabajador fallecido». Tan rápido corrió la noticia que incluso más de un chiclanero se acercó al lugar de los hechos a corroborar si «era realmente aquí donde había ocurrido esto, en Chiclana nunca pasa nada». Hasta que pasa.
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