barcelona al día

Urge ya otra pregunta para los catalanes

Y basta con que la pregunta rezume tanta grasa dentro que venga a ser lo mismo y lo contrario si se responde sí o no

oti rodríguez marchante

Hace unos años, en Cataluña se esparció entre su ciudadanía la curiosa semilla del “derecho a decidir” y desde entonces en muchos catalanes, incluso en los ilustrados, ha florecido la sensación de que siempre tienen pendiente una decisión que tomar. De tal modo, que se camina con paso firme hacia la consecución de un estado filosófico puro (estado con minúscula), pues es más relevante tener en la mano preguntas que respuestas. Y rara es la semana que la cabeza del catalán no está puesta en resolver la sustancia de una pregunta y en darse el gustazo de elegir una opción. Y no hablo ya de las múltiples llamadas a las urnas en forma de municipales, autonómicas, plebiscitarias, generales y de presidente de la comunidad de vecinos, sino de las otras, las que el catalán inseminado y florecido necesita cada cierto tiempo para no padecer el síndrome de abstinencia. Basta con preguntarle, nada más, y valga como caso extremo el extravagante referéndum sobre las obras de la Diagonal (“el pueblo” dijo NO) para entender en qué consiste su controlada adicción. Y basta con que la pregunta rezume tanta grasa dentro que venga a ser lo mismo y lo contrario si se responde sí o no. Esa lucha para mentes privilegiadas entre el sí, pero no, y el no, pero sí. La penúltima, aquel revés a la inteligencia del 9-N, y la última, el galimatías de Unió a sus militantes, que sólo comprende Núria de Gispert y Pilar Rahola. El caso es que el ciudadano catalán no se sienta despojado de su infinito derecho a decidir, y acabándose unas elecciones (municipales), le pongan otras por delante (autonómicas) y otras de tapadillo (plebiscitarias) y luego otras generales… Y vengan pronto la multitud de preguntas que la alcaldesa Ada Colau tiene preparadas para la ciudadanía… Y, por supuesto, las elecciones a la presidencia del Barça, que esas sí que son una buena dosis para el pueblo, y que nos pondrán a elegir entre Bartomeu, que estará más ocupado en ofrecer respuestas que preguntas, y el genio de los zascandiles, Joan Laporta (para Salvador Sostres, más que de los zascandiles es de la lámpara). Pero hay que alimentar al mono y decidir…¡ufff!... Por ahora me quedo con los ojillos maliciosos, a lo Lee Van Cleef, de Agustí Benedito. Y que sea lo que Messi quiera.

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